my time is now (Nike)

PASA PASA ESTÁS EN TU CASA

COMO EN TU CASA



lunes, 27 de septiembre de 2010

COME REZA AMA



A los veintitrés años decidí perderme por el mundo. Me alquilé una habitación de estudiante cuatro por cuatro en la zona universitaria de París y me apunté a un master que no conocía ni cristo pero que se desarrollaba en la ciudad de mis sueños. Cuando se me acabó el dinero y mi familia decidió que me cortaba el suministro, de modo que volviera con ellos lo antes posible, tuve la inmensa suerte de que me saliera un trabajo que me permitía pagar un piso a medias y compartir los gastos del alquiler en la ciudad de Bruselas. No sin antes haberle declarado al que se hizo mi jefe que tenía un tío en la Comisión Europea que, en realidad, ni era mi tío ni familiar mio de ningún tipo. Sin embargo, era poderoso y le encantaba darles en las narices a los jefes de los bufetes de abogados más prestigiosos de la ciudad. Así que se la colamos.

Después suspendí el master. Así que llamé a mi jefe, muy resuelta, para decirle que no volvería a su despacho puesto que no era una de esas abogadas estrella que él acostumbraba a contratar, llenas de matrículas y soles. Me habían suspendido por cuestiones de lenguaje. Me dijo que le importaba un  pito y que estuviera allí a las nueve en punto del día siguiente. Eso me valió para que me considerara una trabajadora de segundo nivel y me diera los trabajos que los abogados estrella no querían realizar. Hasta que me gané a pulso mi lugar en la primera fila. Si es que a mí lo de ser competitiva, como que siempre me ha dado cierto repelús, o llámalo pereza.

Inmediatamente a continuación, fui percibiendo el pedazo de cretino que tenía de jefe, y decidí largarme de allí en cuanto me fuera posible. Sin embargo, aún tardé varios años, porque estaba viviendo la vida. El resto, podía esperar.

Y en esto que llega Julia Roberts y a su personaje de Come Reza Ama le da una crisis existencial pasados los treinta. Se ha casado con el chico que tocaba y se ha puesto a trabajar -trabajaba antes de darle el yuyu? no lo  recuerdo ahora...- en su lugar de siempre. No ha peleado por la vida así que un día decide que nada tiene sentido y le dice a su marido que no quiere seguir casada. Un monje budista ya se lo había visto venir haría unos meses.

Así que se pilla un sabático de la vida, de su marido, de su mejor amiga y hasta de ese trabajo que no recuerdo cuál era. Se mete en la maleta más modelitos que Sara Carbonero para ir a Sudáfrica y planea un viaje interior pero pasando por Italia, por la India y por Tailandia. Y eso sin saber que Javier Bardem la iba a estar esperando.

Y luego quieren que nos fiemos de Hollywood. Por qué no les demandamos ya por mentirnos tantas veces? 

Si la idea no está mal. Pija que le da por reflexionar sobre su vida, a buenas horas, y no le encuentra sentido a nada. Se desata de todos y se pira a meditar a Asia, que está tan de moda. Quién podría negarle ese lujo a una tía como ella? Y más aún, quién no ha querido huir de su vida en algún momento y tirar millas hacia lo desconocido? Por eso y porque es un pedazo de actriz, tiene la taquilla asegurada, en mi opinión. Otra cosa es que sea un pastelón tan grande como su sonrisa.

lunes, 20 de septiembre de 2010

esos locos bajitos



Nueve de la mañana. Miles de mamás, papás, abuelos, canguros y demás peña se dirigen a los centros escolares con sus hijos de la mano o embutidos en un carrito de cuatro ruedas. Algunos vienen en bicicleta con casco también. Llego, aparco, y mi hijo de inmediato me pide que le dé la manita para entrar en el centro lúdico al que le llevo, llamado guardería. De guardar, se entiende.

Le doy la manita en su quinto día consecutivo de acudida al centro llamado guardería. Llamamos al timbre y la puerta se acciona automáticamente. Detrás hay otra puerta cerrada con pestillo a una altura superior a la altura de cualquier niño cliente del centro, que abro con mi  mano y vuelvo a cerrar nada más pasar la puerta con él. Seguimos de la manita.

Atravesamos varias aulas hasta que llegamos a la suya, llamada la de los Pulpos en castellano. Vuelvo a accionar un pestillo situado en la parte superior de la puerta y entro con él de la mano. Cierro el  pestillo  una vez dentro y le pongo en contacto directo con el resto de niños de su edad que están en el  aula. Uno llora. Otro mira al infinito. Una niña mira perdida desde un sofá y otra cuarta se  aferra con convicción a las faldas de su madre. Varios juegan a trenes y dinosaurios, pero ninguno juega con los otros, sino con los juguetes. La profesora mira atareada a un lado y a otro y coge en sus brazos por turnos al que se halle más desesperado en su frustración. Sea ésta cual sea.

Mi hijo me mira y ve cómo le suelto la manita. Como voy a la zona de cabinas para depositar sus cosas: su chupete, su babero, su muda de ropa, sus toallitas húmedas. Le echo un vistazo de reojo y le descubro mirando a su alrededor y tratando de encontrarse alguna ocupación, mientras va pensando en el cuento que le conté sobre un niño que odiaba el colegio hasta que entro en uno y quedó fascinado por todo lo que contenía. Si mi madre dice que éste es un buen sitio,  que es un sitio lindo, será que es así. No voy a empeñarme yo en lo contrario, se dice.

Me acerco a él después de haber guardado sus cosas y una sonrisa forzada le dice que me estoy pirando sin remedio. Le planto un beso efusivo a la vez que distraido, como si no  fuera importante, como si no fuéramos a separarnos por varias horas. Él me mira y no dice nada. Me ve salir por la puerta y no me quita ojo.  Abro el pestillo para salir. Lo cierro una vez estoy fuera. Creo que mi hijo se está aguantando las lágrimas para parecerme un hombre, a pesar de no creerse  ninguna de mis patrañas acerca de sus ocupaciones y las mías en cuartos separados.

Pero lo cierto es que yo necesito ganar dinero y espacios. Y él necesita un entorno en el que no esté bajo mis faldas y se tenga que valer por sí mismo.

Al igual que no me creo la democracia de Sarkozy y sus socios de la Unión Europea, que por un lado tildan el racismo de delito y por otro no le tosen a Sarko cuando deporta masivamente gitanos a su casa con 300 euros en la boca, tampoco mi hijo se ha tragado el cuento de que la guardería sea un sitio fascinante al que sólo va porque es muy divertido. El sabe que le guardo allí porque necesito trabajar, y no sólo por dinero.  Al igual que yo sé que Sarko es un racista pero es 'nuestro' racista.

martes, 14 de septiembre de 2010

Mujeres que hablan


Anoche hice doble sesión de sofing o teling, o sea de estar tirada en el sofá mientras me deleitaba con series y más series sobre mujeres de diferentes edades.

Primero echaban Mujeres desesperadas, en su formato quinta reposición de lo mismo. Una vez más vi cómo Lynette Scavo pierde su pelo a causa del cáncer, su marido no quiere hacerle el amor sin la peluca puesta, Susan Meyer trata de ser amiga de unos nuevos vecinos gays y mete la pata sí o sí, Gabrielle Solis se lía con su exmarido y éste le contagia ladillas que, a su vez, ella contagia al alcalde de Fairview, y Bree Van de Kamp se pone una barriga postiza para disimular el embarazo de su hija adolescente mientras a ella la manda a un convento en pleno siglo veintiuno.

Nunca me aburro de verlas. Me relajan, qué le voy a hacer. Y luego me divierto imaginando cuál de esos caracteres podría encajar en mi personalidad, o por lo menos cuál se me acerca más. Y mejor aún, quién de ellas podría ser cada una de mis amigas. No creáis, todas se acercan de un modo u otro a alguno de los prototipos. Misma edad y aspiraciones similares en algunos casos, aunque no tan exageradas, por aquello de la vida real.

Curiosamente, la segunda serie que me tragué anoche trataba de lo mismo pero veinte o treinta años más tarde, no sabría decir. Las chicas de oro en formato español, encabezado por Concha Velasco y seguido por otras tres pedazo de actrices que representaban a las inolvidables e inimitables Rose, Blanche, Sofía y Dorothy, de las Golden Girls de los ochenta.

Curiosamente de nuevo, he descubierto que el productor de Desperate Housewifes y el de Golden Girls es el mismo. Y su serie de Mujeres desesperadas surgió a raíz de estar el hombre viendo un programa en la tele con su propia madre, donde escucharon la noticia de que una mujer, Andrea Yates, había ahogado en la bañera a sus cinco hijos, aparentemente porque no soportaba el peso de la maternidad. Parece que Cherry se mostró horrorizado por la noticia, y comentó en voz alta cómo una mujer tenía que estar de desesperada para algo así. Y lo que le petrificó fue la respuesta de su madre: "sí, yo lo entiendo". Cherry tuvo una infancia muy viajada, su padre trabajaba mucho y para una petrolera, así que se mudaban constantemente de país y estuvieron viviendo en Arabia Saudi, Hong Kong e Irán en diferentes etapas de su niñez. No hay que ser muy listo para adivinar que el padre de Cherry trabajaba muchas horas de todos los días de la semana. Y ahí se le encendió la bombilla al productor y guionista de la serie: qué pasaría si esas mujeres de Sex in the city, que sueñan con encontrar al hombre perfecto, lo hubieran encontrado ya y se mudaran a las afueras de la ciudad, a una casa grande y libre donde poder vivir sus sueños hechos realidad? Qué pasaría si, una vez allí,  descubrieran que seguían desesperadas? O infelices...

Y yo me he preguntado, después de estas series y de otra magnífica que estrenaron hará dos o tres años, de producción española y que se llamaba simplemente Mujeres, qué es lo que hace que productores, guionistas y escritores se  consagren en cuerpo y alma a descifrar nuestro yo femenino en todas sus facetas, virtudes y huecos. Para bien o para mal, nos estudian y nos caricaturizan hasta la saciedad.

Será que resultamos personajes más interesantes que los hombres? O simplemente más rentables? Será que somos mejor público nosotras que ellos, y por eso nos dedican una cuota de pantalla significativa, para que nos entretengamos como al que le echan alpiste? Será la maternidad? O será que nos encanta psicoanalizarnos y que nos psicoanalicen los demás?

No he llegado a ninguna conclusión. Pero conmigo aciertan. Me encanta verme reflejada en la pantalla.

martes, 7 de septiembre de 2010

las mujeres y los hombres que soñamos, por Woody Allen

Quién no quiere conocer al hombre de sus sueños? Quién no se piensa si ése que tiene al lado, lo es o no lo es? Y si hubiera algo mejor? Y si hubiera algo peor? Y si no hubiera nadie?

Bueno, Woody Allen y su nueva peli Conocerás al hombre de tus sueños no van tan allá. Se quedan en el acá de unas cuantas escenas a su estilo, hilarantes y en su mayoría ingeniosas, porque de su cabeza no puede salir nada que no sea mínimamente curioso, y por lo demás en serie.

Ultimamente acudo a las pelis de Woody Allen como quien realiza un ritual del que no puede salirse ni aún sabiendo que el siguiente capítulo se parecerá irremediablemente al anterior. Y de todos modos lo disfruto, así que por nada del mundo renunciaría a sus creaciones, ni aunque se hayan convertido en rutinarias y predecibles.

De Banderas no puedo decir nada que no me pese, porque me parece que lo visten como un camarero en esta cinta, pero también en otras en que le recuerdo. Y no tengo nada contra él. Será que no me gusta y punto.

De Naomi nada que añadir. Perfecta e impecable luciendo discretos y estrechísimos vestidos en los que cabe a la perfección. Y sin embargo, va de perdedora en este round. Su marido es Josh Brolin, un escritor aupado por el éxito de una primera novela acertada y nada más en su curriculum, aparte de hacer de taxista y chófer por los bulevares. El que sí conoce a la mujer de sus sueños es él, que la tiene al otro lado de la ventana siempre vestida de rojo, una femme fatale post adolescente y asiática  para más inri. Naomi a su lado parece una mosquita muerta y pisoteada por la rutina diaria.

Y de Hopkins nunca se puede decir nada malo. Su papel de setentón al que se le escapan las oportunidades y que corre detrás de una ramera pensando que le descubrirá el elixir de la eterna juventud es, como siempre, insuperable. En cuanto a su ex mujer, actriz desconocida para mí -vaya por delante mi ignorancia- ella inicia el largometraje y ella lo cierra, en un círculo donde la ilusión lo tapa todo, y sirve igual para un roto que para un descosido.

Seguiré idolantrándole, aún a pesar de que ahora fabrica en serie de alta gama.