Mi hijo se ha convertido en un niño. Ya no es un bebé. Ha traspasado la barrera de los quince meses, y tiene una autonomía corporal de la que carecía hasta hace apenas dos. Controla sus movimientos, no tira los vasos de vidrio y los jarrones de cristal que se le ponen al paso, socializa con otros niños, les roba los chupetes y los juegos -antes se los robaban siempre a él-. Y hasta se tira por un tobogán sin ayuda, subiendo las escaleras él solo.
Sin embargo, cuando el medio es adverso o desconocido, su mamá es su máximo referente. Cuando todo a su alrededor varía, él necesita que su raíz, o sea su mamá, esté quieta, no se mueva. Mientras él corretea entre primos y tíos que está descubriendo, y abre regalos y tira de los cochecitos con sirena, de vez en cuando vuelve la vista atrás y necesita que su mamá esté ahí sentada, mirándole, sonriéndole, dispuesta por si necesita un achuchón o un abrazo.
De adultos tampoco perdemos esta condición. La madre acuna, arrulla, alimenta, limpia, cura, protege, y en general es la raíz que permanece estable cuando todo el resto da vueltas, gira y gira... Vuelves a casa, a tu madre y a tu zumo de naranja recién exprimido por las mañanas, al olor de las sábanas limpias, a escuchar esas palabras de 'cuídate, abrígate, abrázote...' y sabes que amor como ése no tendrás otro...
Mi hijo está creciendo, y me está enseñando un montón de cosas... qué tiempo éste del verano...
4 comentarios:
Fíjate Manuela que tengo 75 años y mis hijos muy mayores ya, aun estan enganchados a mí, su madre. Noto que me necesitan y eso quiere decir que una madre es una madre para toda la vida y eso tiene parte buena y parte no tan buena porque sufres con ellos y por ellos toda la vida.
El cordon umbilical es muy muy fuerte.
Un beso y que tu cordón no se rompa nunca. Lola
gracias Lola, yo también tengo esa raíz con mi mamá y la siento igual, ella es mas o menos de tu edad, y yo sé que como me quiere ella y como ella sufre y se alegra con mis cosas, nadie más... que siempre podamos sentir y disfrutar eso, porque es tan hondo que duele pero también te llena de vida...
Emocionante.
Un abrazo
Bonito, mi hijo ha hecho cuatro años este verano y ha dado un cambiazo tremendo en estos dos meses. Ya verás como mola cuando empiezan a hablar.
Un saludo.
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