Estoy en estado de shock. Porque uno considera a sus hijos, sin remediarlo, una prolongación de uno. Sus gustos, sus aficiones, sus canciones, sus colores y comidas favoritos, dependen de su madre y de su padre. Al menos a los cuatro años sí.
De modo que, cuando ayer saliendo del cole de mi hijo, escuché cómo sus compañeros coreaban algo así como 'I EN DEPENDENCÍA' en varios tonos de voz, siendo el niño que lideraba los cantos de origen nepalí y madre catalana, quedé anonadada. Mi hijo no cantaba, estaba un poco al margen pensando en países que había aprendido en clase y concentrado en el bocadillo de queso que llevaba entre las manos. Así que pensé que mejor no darle importancia al asunto, pero en cuanto subimos al coche y quedamos en privado, no lo pude evitar:
-amor, qué era eso que cantaban tus amigos?
-qué?
-sí, esa canción que estaban cantando ahora cuando hemos salido...
-ah, la de I EN DEPENDENCÍA?
-sí, ésa misma...
-es una canción que se saben todos los del cole, yo también...
-y dime una cosa, os la han enseñado las profes?
-no
-y entonces, de dónde ha salido?
-no sé
-de algún niño que ha venido cantándola de casa?
-sí, creo que sí... te la canto? la sabe todo el cole, mami!
No quise saber más. Cambié de tema y me dije: estás preparada para tener un hijo que quizá no piense como tú?