EVP es el nombre con el que el blog de mividaconhijos.com ha bautizado a esas hermosas y necesarias chicas de servicio que cuidan de niños y ancianos mientras nosotras, las mujeres posmodernas, podemos realizarnos trabajando fuera de casa. Enviadas por la Providencia.
Que levante la mano la que no se vuelve loca el día que la chica llama que está enferma. Es mucho peor que una hecatombe nuclear. Mucho más grave que que te echen del trabajo, es que se te despida la chica que tienes en casa. Que barre, que lava, que recoge a los niños del cole, que les prepara la cena y a veces hasta les mete y les saca de la bañera. Si ella se ausenta, tu vida puede sufrir un giro de trescientos sesenta grados.
Y si esto es así en países ricos como el nuestro, a pesar de la crisis, cómo no será en países llamados emergentes, en donde el servicio cuesta aproximadamente diez veces menos que en España. Por eso en algunos lugares la 'tata' se convierte en un personaje inmerso en el cuadro de familia. No sólo lleva a los niños al cole, es que también los mete en la ducha, les pone el uniforme y les prepara el desayuno. Después despierta a los señores con la bandeja de croissants en la cama. Al menos, así lo pinta el chileno Sebastián Silva en su premiadísima película La Nana, que tuve la suerte de ver en el Festival de Cine de Biarritz este fin de semana.
Catalina Saavedra, que interpreta a la 'nana' y se llevó el premio a la mejor interpretación femenina -merecidísimo en mi opinión-, convive durante treinta años con una familia que no es la suya. Cambia las cacas de los niños, lava sus sábanas cuando los mayores se empiezan a hacer pajillas y cubre al señor cuando se escapa a jugar al golf a las doce de la mañana.
A Catalina le celebran los cumpleaños con tartas de chocolate y le regalan peluches para su cuarto. La señora le perdona que le tenga manía a su hija mayor, porque ya se sabe que las nanas no pueden ser perfectas. Pero son eso, la señora, el señor, los hijos de la señora y el señor. Celebran su cumpleaños y luego ella tiene que fregar los platos igual. Le quieren poner ayuda para que no trabaje tanto, y siente que le arrebatan lo que es suyo, su territorio, sus secretos, sus pequeñas miserias.
Meter a una intrusa en la casa. Alguien que conocerá todos tus secretos. Que probablemente sabrá cosas de tu marido que tú ignores. Que establecerá una complicidad con tus hijos de la que tú probablemente carezcas. Que sabrá dónde está ese suéter que no encuentras por ningún lado, y quizá hasta un día te lo esconda para hacerte rabiar. Pequeñas maldades de alguien cuyo mundo se encierra en tus cuatro paredes, mientras tú sales a comerte el mundo exterior.
Felicidades a Catalina. Está basada, como casi todas las historias, en un hecho real.
1 comentario:
Que bonito lo que cuentas y la manera de contarlo. Tienes toda la razón. Te espero en mi blog http://boheme.zruspas.org
Un beso de Lola
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