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lunes, 15 de noviembre de 2010

Quería ser escritora


Pongo la tele por la noche. Al mismo tiempo que me siento y me vuelvo a levantar. Vaya, olvidé traer el agua y las servilletas. Comenzamos a cenar. Somos de esas familias que cenan viendo el telediario y lo que se tercie. Nos ponemos en encefalograma plano una vez el niño se ha dormido e ingerimos alimentos mientras las imágenes nos perforan. Haití y el cólera. Cientos o miles de muertos, ya no me acuerdo por cuántos se cuentan. El Aaiun y la cobardía diplomática. Imágenes raras como González Pons que encabeza la misma manifestación que la familia Bardem. El mundo se ha vuelto loco.

Y sin embargo, por muy dura que sea la realidad en la pantalla, donde los muertos, la violencia y la violación se cuentan como sacos de garbanzos llenos, yo sigo deglutiendo alimentos, sigo bebiendo agua y, si acaso, el hambre cede en algún momento paralizada por la imágen. Dura un segundo. Luego sigo alimentándome y me muero de sueño frente al televisor, pensando en qué tal noche me dará mi hijo y cómo de cansada -o descansada- amaneceré mañana.

Solamente dos veces puedo recordar haberme puesto a llorar frente al televisor sin poder parar de hacerlo, interrumpiendo cualquier actividad y cualquier pensamiento. La primera fue hace unos diez años. Vivía en otra casa en la que igualmente estaba viendo la tele desde mi sofá, era creo un viernes noche y no tenía planes. Topé con un programa sobre Sierra Leona en el que una niña de doce años relató cómo su captor le había preguntado qué brazo prefería que le cortaran; ella le dijo que el izquierdo, porque quería ser escritora. Y entonces le cortaron el derecho. No pude parar de llorar en toda la noche. Y es que, yo también quería ser escritora.

Otra vez me pasó eso este último sábado por la mañana. Mi hijo y yo estábamos desayunando viendo dibujitos, pero yo cambié un rato para ver noticias. Y entonces salió una cría, de doce años también, hundida en un fango después de un terremoto y con agua hasta el cuello. No era una imágen actual sino de 1985, poco importa eso, y ella le hablaba a su madre y le decía que si la estaba escuchando que por favor pidiera ayuda para ella, que alguien la sacara de allí. La niña me miraba a los ojos y podía haber sido mi hijo, al que tenía en brazos. Y estallé de nuevo. No podía parar de llorar y mi propio niño me miraba alucinado y sin entender nada, pero a los niños les caracteriza la empatía así que me abrazó y me dijo me quería. Y claro, aún lloré más. Le dije que era por la niña de la tele. Y él me volvió a abrazar. A continuación, me pidió más dibujitos y unas galletas. Y la vida tuvo que continuar.

13 comentarios:

MeGustaSerMama dijo...

Ayer mismo volvieron a poner el caso de la niña en el fango. Y no lloré, pq cambié inmediatamente de canal. Cómo hablaba y cómo me miraba a los ojos ( como tú dices)...Y ahora que tengo un hijo...la escena me supera.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Pues yo tengo un recuerdo muy vivo de aquella niña, cuando sucedió aquello, aunque yo era pequeñajo entonces.

Es curioso lo insensibilizados que hemos llegado a estar, teniendo en cuanta que estamos rodeados por gran cantidad de tragedias, grandes y pequeñas, mundiales y locales, extraordinarias y cotidianas. Habrá que seguir recordándolas, porque lo peor es el olvido.

Anouk dijo...

yo lloro muchas veces mientras veo la tele ,noticias ,anuncios,entregas de premios,...en fin , que la tele para mí es el mejor instrumento para desahogarme y limpiarme por dentro.Recuerdo el caso de esta niña , Omaira, las imágenes dieron la vuelta , desgraciadamente poco se pudo hacer.resulta espeluznante que la `pobre niña tuviera durante su agonía tantas cámaras de televisión ¿que pensaría ella?¿entendería algo?????

Enric Pérez dijo...

Las tragedias y atrocidades han sucedido siempre, lo que ocurre es que antes no había televisión que nos las metiera por los ojos en el momento más inoportuno. Se habla de que estamos insensibilizados frente a esas imágenes, pero lo cierto es que poco podemos hacer excepto llorar o abandonarlo todo e irnos a ayudar a los necesitados (el que valga para eso). Pero entonces, los países del Tercer Mundo se llenarían de occidentales llorosos bien alimentados que consumirían sus recursos a velocidades vertiginosas. No sé...

Jo Grass dijo...

A mí esas cosas me afectan mucho, especialmente desde que tengo una hija. Creo que ese fue el auténtico cambio post-parto; algunos lo llaman depresión, yo me quedo con hipersensibilización!

juanjo dijo...

Me acuerdo perfectamente de la niña en el fango,en un pais latinoamericano.Fueron unas imagenes tremendas y conmovedoras y ademas con un final tragico
Desgraciadamente parece que nos estamos insensibilizando y eso nunca puede ser bueno....no podemos pasar a considerar normales las matanzas,las violaciones o las hambrunas
Besos

Anouk dijo...

Insisto en lo mío. Tienes a tu hijo con el agua al cuello , literalmente hablando, no puedes ayudarle y ni siquiera puedes acariciarle la cabecita y sonreirle para que esté tranquilo xq tienes a cámaras de televisión grabando la imagen. Mundo ¿civilizado?.......Me parece absolutamente atroz..

Lola dijo...

Al final nos volveremos insensibles, nos acostumbrarán a ver muertes y desgracias y seguir comiendo patatas fritas.
Me acuerdo en su momento lo que me impactó lo de la niña atrapada en el fango.
Pero yo soy muy llorona y lloro hasta cuando veo un incendio de bosques.
No nos olvidemos nunca de lo que está pasando en el mundo. Lola

Carlos dijo...

Si, la vida siempre continua. Cruel y hermosa, infernal y divina, terrible y maravillosa.
Así es la vida un absurdo y enojoso trajín... al menos nosotros hemos nacido en el lado menos malo.
Yo alguna vez he ido a esos lugares, a llevar lo que allí hace falta y aquí nos sobra. Es sobrecogedor pero cuando vuelves vuelves a la copa de vino y a dos o tres platos calientes al día, a coches, motos, dias de sky y noches de baile y gintonics, poco se puede hacer.
Ojalá cada vez el lugar "menos malo" sea más y más grande (me temo que por el contrario se va extechando)

Rosa Chover dijo...

MAMÁRECIENTE: igual que a mí...

JUAN RODRÍGUEZ MILLÁN: creo que el ser humano se cubre con una capa necesaria para sobrevivir a todo eso y poder continuar comiendo, bebiendo, saliendo, y hasta riendo... tengo una buena amiga que se hizo monja de clausura por un tiempo y me acuerdo que cuando salió del convento me contaba que cualquier cosa que leía en la prensa la ponía a llorar, porque se había quitado todas esas capas de protección mientras fue monja de clausura y al salir las tuvo que recuperar poco a poco para poder vivir entre la gente otra vez...

Rosa Chover dijo...

ANOUK: espeluznante que tuviera una cámara en los ojos en vez de a su madre, creo que no debería estar permitido, de hecho si le ocurriera en España no lo estaría por las leyes de protección de menores, espeluznante...

ENRIC PÉREZ: tu visión, como casi siempre, es ácida y muy cierta...

JO GRASS: estoy contigo, inmediatamente cuando ves ese tipo de escenas te miras a tu niño o niña y piensas que podría ser él...

JUANJO: lo dicho, no creo que nos estemos insensibilizando, quizá sí que trivializamos algunas escenas, y es gravísimo, pero cómo sobrevivimos sino??? ojalá sirviera para que fuéramos al menos mejores personas con quien tengamos más cerca... a mí me impresiona cómo soy capaz de pasar por delante de un mendigo en la calle que pide desde el suelo y no darle nada y seguir con mi vida, porque eso es lo que hago...

ANOUK: es atroz

LOLA: sobretodo no nos olvidemos de ayudar de un modo u otro y en la medida de nuestras posibilidades, porque a mí me asusta que cuando una desgracia o catástrofe deja de ser noticia y las cámaras se van, nosotros también nos vamos...

CARLOS: sí, estamos en la cara amable de la luna, y somos tan pocos en realidad...

Anónimo dijo...

También la recuerdo con angustia, porque cuando ví esas imágenes no era pena, sino angustia de pensar que a pesar de que lo intetaban no lograban sacarla.

Con una imagen que no sólo lloré sino que me dejó bastante KO fue el video donde se ve a un padre que intenta proteger a su hijo en un tiroteo, no recuerdo la ciudad, de los que deben ser habituales entre propalestinos (ni idea ahora de quienes protaginzaban el enfrentamiento, si Hamas, o los que fueran) e isrelies, y donde finalmente alcanzan al niño y muere. Creo que nunca he visto nada que me haya impresionado tanto, y también creo que cuando alguien pasa por algo así es comprensible que quiera justicia, que lamentablemente acaba por meterse en el mismo saco de la venganza.

Cris

Rosa Chover dijo...

CRIS: sí, supongo que después de algo así te radicalizas y sientes que no tienes nada más que perder...