Imagina todo lo que has tenido que trabajar y sudar para conseguir una casa de diseño. O de ensueño. Eres eso, diseñador de mobiliario urbano, y vives en la casa que proyectó nada menos que el gran Le Corbusier. Cada día sales de tu chabolita de nada y encuentras a turistas haciéndole fotos. Por muchas ventanas y cristaleras que tenga tu casa de arquitecto, a ti no te importa que cuatro turistas chinos mandarines capturen tu intimidad. Como mucho, a tu hija la autista haciendo bailes en su habitación insonorizada. O a tu mujer enseñando yoga a mujeres pijas y estresadas. Por ese orden. Eres feliz de ser tan afortunado y de que todo el mundo lo sepa. Miren, ese tipo es el dueño de la casa de Le Corbusier. Eres porteño, che, te comés el mundo.
Y entonces un día te despierta un ruido atípico. Tu casa no es de las que proyecta ruidos sin sentido. Así que te levantas, más intrigado que molesto, a mirar quién perturba tu paz exterior. No puedes creerlo. Tu vecino de al lado, el que te pega pared con pared en una de las muchas cristaleras de que dispones -más que una casa, lo tuyo parece una galería expositor del barrio rojo de Amsterdam- está agujereando la pared de su casa y construyendo, a través de ese agujero, una ventana con vista directa a tu posada. No importa que dé a la cocina o a una escalera. Está a un metro de tu cristal y podría cruzar de un salto para darse de bruces contra vosotros. O espiar a tu hija ausente. Al menos alguien le daría un susto alguna vez.
Tu mujer se queja. Tu hija sigue bailando. A ti te rompe las pelotas tener que reclamarle que cierre el agujero, pero no sabes qué te da más pereza, si escuchar las quejas de tu mujer o aguantar al pesao de tu vecino, que ha resultado no sólo molesto e inaudito, sino inasequible al desaliento. Quién dijo no?
Y tu vida se va precipitando por ese agujero que él cavó en la pared. Quiere un cacho de luz para alegrar su casa de sesenta metros cuadrados. Tú, pelotudo burgués lleno de ventanas y miradores, qué le vas a consentir que agujeree tu intimidad.
El hombre de al lado. Argentina. Ahora en cines. Cliché de los buenos.
5 comentarios:
Gracias.
Y un beso.
Habrá que ir a verla. Las pelis argentinas de ahora me gustan mucho y esta parece que tiene un buen argumento. Un beso Lola
AMPARO: a ti las gracias!
LOLA: sí, es entretenida, y curiosa... un besito y buen finde guapa!
Pues, mira, esta es una de las que tengo pendientes. Si sabes donde hay que pedir que el día tenga 28 horas dime jajajaja.
CARLOS: yo también quiero unas horitas extra!!!
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