Conectando con la entrada anterior de Spotlight, están saltando noticias como pelotas de rugby sobre Barcelona, ciudad condal, y los abusos sexuales cometidos contra niños en colegios de pro como los Maristas.
Primero fue el centro educativo de Sants el que saltó a la palestra, con acusaciones contra un profe que ha confesado sus crímenes y contra otros que no lo han hecho pero igualmente están ya bajo la lupa de administraciones, policías y jueces. Tarde, porque las denuncias datan de varios años atrás y sólo ahora se han puesto en conocimiento de Bienestar Social y de Educación, con el consiguiente rapapolvo del Defensor del Menor, pero ahora que han salido a la luz, parecen imparables.
Hoy la noticia salta a portada del El Periódico, porque la mancha alcanza al cole de Maristas más insigne de la ciudad, el de la Inmaculada, en pleno Eixample y estandarte del concierto económico escolar. Yo misma hice solicitud hace años para que mi hijo ingresara en dicho centro, y no tuve suerte porque la demanda de plazas era muy muy superior a la oferta. Qué bien!
Ex-alumnos de ese centro han denunciado ahora tocamientos por parte de profesores del centro entre los años 70 y los años 90. Eso era cuando yo iba al colegio, aunque no a ése. Tocamientos en los genitales por debajo del calzoncillo en la mesa del profesor y a espaldas del resto de alumnos que hacían fila. Una madre que dice haber sido acallada por el centro en plenos años 90 a cambio de que ese profesor fuera sacado de la escuela sin hacer ruido.
Sabíamos de la tolerancia hasta los 90, y más, en los casos de acoso entre alumnos, de la pasividad de los centros, de la 'normalidad' con que esas prácticas se permitían a cambio de 'hacernos más fuertes'. Pero que no nos protegieran frente a profesores enfermos, eso no lo sabíamos.
Y se demuestra una vez más que el maltrato a menores no distingue entre clases sociales. Spotlight muestra casos de abusos de curas en colegios donde la miseria económica abundaba y esos curas eran el sustento moral de sus alumnos 'protegidos'. Pero el caso de La Inmaculada afecta a lo más pudiente de la sociedad local.
Hasta dónde estamos dispuestos a callar por el prestigio y el buen nombre de unas instituciones que debían protegernos? Y hasta dónde llegaba el nivel de tolerancia? Tocada de culo, de genitales, masturbaciones, violaciones? Dónde ponemos el límite de lo admisible?
4 comentarios:
Sabes??? yo, ya no estoy dispuesto a callar Nada.... Creo que aún hay muchos muchos "armarios" cerrados y que se deberían abrir, dejar entrar el sol y el aire y de paso algún juez y alguna sentencia condenatoria.
CARLOS: mucha razón que tienes, la de mis padres era una sociedad donde los trapos sucios se lavaban en casa y la intimidad no se aireaba, menos aún la mala, asi que yo también como reacción a eso soy todo lo contrario, a ventilar y abrir ventanas!!!!!!
Me ha asombrado y a la vez gustado tu acercamiento en letras Ha sido un placer descubrirte
RECOMENZAR: gracias!!! y saludos!!!
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