Lo mejor de tener dos madres es que si te falta una siempre puedes recurrir a la otra. Y lo peor es que se peleen entre ellas y acabes teniendo que elegir tú con quién quieres vivir, dormir, comer e ir de vacaciones. Supongo que eso también pasa con los padres divorciados, que cuando creces acabas teniendo que ser tú el que dice con quién quiere estar más y con quién menos. Y eso es un asco, porque los niños no tenemos porqué cargar con esa responsabilidad tan pesada. Si nosotros lo que queremos es que estén juntos y basta. Eso es más o menos lo que le pasa a Claire, la hija de María León y de Goya Toledo en Marsella, estrenada en cines el pasado viernes.
Claire, a fin de cuentas, quiere lo mismo, que sus mamás estén juntas. La biológica y la de acogida, por qué no pueden ir las dos con ella a Marsella a conocer a su papá biológico? Qué hay de malo en que le acompañen la mamá que la parió y casi la mata después y la mamá que la ha criado desde los 4 años hasta los 10 que tiene ahora?
Las mamás y papás de acogida saben que están guardando a esos niños para cuando sus papás biológicos se recuperen devolvérselos, como el que guarda el dinero en el banco y luego se lo reembolsan con intereses. Porque Claire vuelve mejorada: bien alimentada, con educación bilingüe, finas maneras y ropa de marca. Y mucho amor en la mochila por lo que se ve.
Y qué hubiera pasado si María León la hubiera criado entre botellas de alcohol y paquetes de cocaína? Quizá con mucho amor pero poca dedicación.
Y me puse a pensar en mí, sin poder evitarlo. Y si mi madre biológica era una María León -sin esos ojazos claro-? Dónde habrían quedado mis estudios en París y Bruselas, mis vacaciones tranquilas en la playa y mi colegio de las Esclavas para niñas bien? Habría podido siquiera estudiar? Hasta cuándo? Me habrían puesto a trabajar para traer dinero a casa? Hubiera tenido un padre ausente o presente? Hubiera tenido una madre dedicada a mí o a vivir su vida?
No lo sé, quizá no hay respuestas para todo eso y las respuestas están en el viento que sopla, en la veleta que mueve María León y con la que apunta a su hija para explicarle que allí donde se meza el viento, allí la encontrará. Y me puse a pensar que yo no tengo una veleta para encontrarla, y que mi verdadera mamá ya se fue, y que de tantas que tenía me quedé sin ninguna. Afortunadamente, no es el caso de Claire ni lo fue el mio a su edad.
Bravo por María León, no sabía que era una actriz como la copa de un pino.