A dos días de tener nuevo Conseller en Cap de la Generalitat -se dirá así?- y excitada por el momento, entre mocos y vómitos provocados por la acidez de estómago -que no por los políticos- no he tenido tiempo de actualizar el blog esta semana. Ustedes me perdonen. Y sin embargo, El País del pasado lunes traía un artículo de lo más interesante y que confirmaba algunas de mis teorías sobre la genética y el derecho a conocerla.
El artículo lo titulaban DONAR EL ESPERMA NO ES SER PADRE (DE MOMENTO) y solamente con ese titular ya queda claro que el articulista que lo firma, Jaime Prats, no está muy a favor de ir por ahí revelando datos íntimos sobre los donantes de gametos, entiéndase esperma y óvulos.
Y sin embargo, le agradezco que nos haya ilustrado con un montón de datos que yo todavía desconocía -aunque intuía-. Como por ejemplo, que en países como Inglaterra, Suecia, Austria, Alemania, Noruega, Finlandia, ya se ha cambiado la ley para evitar que los donantes puedan esconder su identidad al donatario. Quiero decir que si el chico o chica fruto de esa donación, cumplida cierta edad que suelen ser los 18 años, quiere conocer la identidad del donante, ya puede hacerlo.
Aspavientos? Bueno, los mismos que hace unos años provocaba idéntica situación en los adoptados que querían conocer su verdad biológica. No es lo mismo 'hacerse una paja', dicen algunos, que llevar un niño en tu seno nueve meses y luego donarlo. En primer lugar, que para el hombre sí es lo mismo, exactamente lo mismo. Y para la mujer, bueno es verdad que llevarlo en su seno nueve meses marca toda una vida, que me lo pregunten a mí, pero también es cierto que el código genético ya se lo transmimtes igualmente con una simple donación de óvulos.
Si la niña o niño salen rubios o morenos, si tienen cierta inclinación por la música o por el baile, si tienen tendencia a ciertas enfermedades hereditarias... todo eso va en su código genético y basta una 'paja' para heredarlo.
Así que, por qué negamos a los hijos de in vitro lo que no negamos a los hijos adoptivos -de ahora-? Pues porque la ciencia y la sociedad van avanzando lentamente, y tienen que asimilar los cambios que se van produciendo. Porque los niños de in vitro todavía están creciendo y aún no se han revelado del todo. Y más que nada y sobretodo, porque cada inseminación in vitro puede costarle a la pareja que se quiera someter a la técnica la friolera de 6.000 euros más o menos.
Una concienciación previa de los donantes de semen-óvulos de que, aparte las incomodidades -para ellas-, están donando vida y de que su código genético va a quedar por ahí reproducido en cualquier sonrisa o mirada que vean por la calle, quizá frenase las alegres donaciones que se hacen por dinero. En alguna ocasión ya he contado que conocí a una chica que se financió su equipo de música y otros aparatos electrónicos a base de donar óvulos varias veces.
Vale, no es como donar sangre y ni siquiera se parece a donar órganos. Es una vida lo que estás creando -que no salvando- con tus óvulos o tu esperma. Eso lo cambia todo, y no está mal que se supiera. No está mal tampoco que se supiera que ya actualmente, con la ley que tenemos en vigor, si el niño o niña concebido sufriera algún peligro para su vida o su salud, de carácter grave, podrían avisarte por si tus datos genéticos pudieran ayudar a su curación. No significa que tuvieras que donarle tu riñón, pero sí que tendrías que desvelar tu identidad. Así que, por qué no admitir que has creado una vida y que un dia podría venir a preguntarte porqué lo hiciste, o cuáles son tus gustos musicales? No te sacará los ojos ni tampoco se colará en tu herencia ni querrá instalarse en tu piso de soltero. Sólo querrá saber quién eres.