my time is now (Nike)

PASA PASA ESTÁS EN TU CASA

COMO EN TU CASA



jueves, 29 de abril de 2010

Una rumana en Badalona


Trato de hacer balance, y no me salen las cuentas. Aunque me digo tranquila Manuela, que tienes tiempo para reflexionar de aquí a que vengan unas elecciones, me siento inquieta de todos modos.

Si voto al PP, y sobretodo si gana, lo más seguro es que los mercados financieros internacionales nos premien por tan prudente decisión alzando nuestras cotizaciones en Bolsa, y los de Standard & Poors  nos subirán el rating como si el mismísimo Aznar hubiera vuelto a la política y a las botas encima de la mesa de  Bush.

Lo que  pasa es que, en ese caso, me quedaré sin chica para que cuide de mi hijo, mientras yo me realizo personalmente trabajando, como mujer liberada y liberal que soy, dado que ella es rumana -como la de Albiol, parece ser- y vive en Badalona, se da la circunstancia. Y como el PP ha dicho que no quiere rumanos en esa ciudad, pues a ver qué hacemos, lo  más seguro es que si no se va ella los ciudadanos de bien la echen a pedradas de allí. Y el Sr. Albiol y la Sra. Alicia Sánchez Camacho subvencionarán la compra de piedras con esos fines. Con tal de que el barrio sea seguro, qué menos.



Si voto al PSOE, igual me quedaré sin chica, rumana o de donde sea, porque lo más seguro es que acaben de hundir la economía, entre subvenciones a desempleados y más gente de mal vivir, e inmigrantes sin papeles colapsando la Seguridad Social, y a mí mi empresa terminará por despedirme de una vez, mientras  que los de Standard & Poor bajarán tanto nuestro rating que no nos quedará ni para pipas. Ríete tú de los griegos y su deuda.

Si voto a Rosa Díez, con el divide y vencerás conseguiré dar más votos al partido que seguro yo no quería, y como mucho conseguiré que la Sra. Díez se sienta más acompañada en el Congreso con algún escaño de más.

Si voto nacionalistas, entonces mi hijo no hablará más que catalán en una tierra que por ahora es bilingüe.

Dios, no tengo solución! y si me exilio a Rumanía, que me han dicho que necesitan mano de obra que no sea china?

viernes, 23 de abril de 2010

ALMA ZEN


En este teatro tan acogedor y que fue antiguo 'almacén' de zapatillas Victoria, se representó anoche y por fin en Barcelona, en arrebatadora primicia de la capital catalana y en petit comité (pero no tan petit) la obra de Factoría Los Sánchez, El educador social en Alaska www.eleducadorsocialenalaska.blogspot.com/ .

Como soy tímida de natural, me coloqué en primera fila para la representación pero no me atreví a saludar al autor de este invento, al cual ya he pedido mis disculpas por ser tan poco visible, pero sí señor allí estuve y aquí estoy para contarlo.

A los que sean de Barcelona, advertirles de que sólo les queda una oportunidad para verla en la ciudad condal -por ahora- que si no me equivoco es el próximo 7 de mayo en la misma sala. A los que sean de otras partes de la geografía patria, les queda esperar a que el éxito desborde las fronteras catalanas. Por supuesto que la obra es en castellano del más castizo, como corresponde a un catalán perdido en los servicios sociales de algún lugar entre Alaska y Extremadura.

Tengo entendido -y casi confirmado- que el autor de  la obra y el intérprete de la misma son hermanos de sangre, por lo que mi felicitación va para ambos, por el ingenio de escribirla y el savoir faire de interpretarla. Un monólogo de casi una hora de duración es lo justo para no cansar y lo suficiente para salir satisfecho. Te das una vuelta por un montón de personajes que, más que de teatro, son de pura realidad, con la magnífica interpretación, ya digo, de Rafa Sánchez.

Y qué decir de la sala Almazen, cuyo logo por ahora es un corazón rojo que inunda de luz roja la calle Guifré del Raval. Es perfecta para crear un ambiente de área de Servicios Sociales rodeada de amigos.

Que ustedes lo pasen bien y que San Jorge les traiga muchas flores. Por las mañanas suelen costar unos tres euros la unidad, a media tarde bajan a euro y medio y a partir de las ocho de la noche andan tiradas de precio en plan literal, pero no seamos cutres y regalémoslas de mañana, que te dan una alegría oyes.

martes, 20 de abril de 2010

De latir mi corazón se ha parado


Siempre me han gustado los cuentos. Y también los dibujos animados, y los cómics. No sé porqué tienen que ser para niños nada más. Bueno, aunque eso era antes de que llegaran los Simpson... pero desde siempre, hay un montón de historias que se venden como infantiles y que, en realidad, sólo entiendes cuando los relees pasados los veinte años. Véase El principito, o Momo, o La historia interminable... yo pienso muchas veces en Momo y sus hombres grises, es una de las mejores historias que leeré jamás y ya he contado antes en este blog cómo me obsesionaba perder mi tiempo cargando horas a clientes en el primer despacho de abogados en que trabajé. Cada minuto de mi trabajo tenía que estar asignado al código de un cliente para que fuera jodidamente rentable. Nunca he vivido un momento tan estresante que entonces.

Pero volviendo a los cuentos, he descubierto uno que me parece fantástico para leer en una noche de insomnio o una tarde entre aeropuerto y estación de autobuses, que estos días se llevan tanto... La mecánica del corazón está escrito por Mathias Malzieu, una rock star del pop francés del grupo Dyonisos, y tiene el encanto de la lectura fácil e imaginativa, además de rencontrarte con personas célebres hechos personajes, como puede ser Georges Méliès para el mundo del cine.

A Malzieu he leído que le fastidia que le comparen con Tim Burton. En fin, las estrellas son cada día más difíciles de complacer, porque que te comparen con Burton es como haber alcanzado la plenitud del orgasmo, no entiendo cómo alguien se podría quejar de eso... pero hay de todo por ahí. Es cierto que su paisaje de Edimburgo en  la noche más fría del mundo, en el pico de una montaña y con un crío que nace huérfano de una prostituta y con un corazón para remendar por la médico más bruja de la ciudad, pues da para una peli de TB mínimo. Pero no, la película, que ya está en marcha, es cosa de Luc Besson. Qué importa, el caso es que es una lectura que no te quita el sueño pero tampoco te lo perturba. Si acaso, te lo endulza.

Y recuerda que sólamente existen tres reglas si naces con un corazón postizo de madera: uno, que no toques las agujas; dos, que no entres en cólera; y tres, que no te enamores nunca. Vivir sin pasión, eso es lo que se le pide a Little Jack para que su corazón siga latiendo. Pero latiendo para qué, piensa él.


martes, 13 de abril de 2010

Esquívame



Me he mudado a una isla desierta. En mi trabajo me refiero. Como si esta oficina fuera parte de La casa tomada, de Cortázar, así me siento yo mientras mis compañeros de oficina se han ido progresivamente moviendo hacia otra ala de la empresa, más cálida y más pequeña, antes de que tapien la zona en la que todavía yo me hallo -por eso de que ahora somos menos y hay que ahorrar energía y calefacción-. El caso es que, a forma de privilegio, me han dejado la última para la mudanza, y cada dia desde hace dos semanas acudo a una oficina donde ya no tengo ni vecinos ni compañeros, desierta, y donde me cierro la puerta para que mi calefacción no se cuele por las rendijas abiertas.

Quedarte la última tiene sus ventajas y sus desventajas. Te sientes más sola, pero también te dan menos la tabarra, porque como no localizan físicamente a 'la abogada' pues prescinden más de su criterio, pero sin hacerle daño. Así que no me quejo. Yo más que relegada en último lugar me veo como superviviente de un naufragio, y me siento en mi isla desierta a trabajar sin ruidos y sin tener que soportar conversaciones  telefónicas de  otros que a veces son tan molestas. Incluso me da para escuchar mi mundo interior.

Y mundo interior tengo un rato. Pero ni tanto ni de tanta calidad como el que disfrutan los personajes de la última película que he visto La isla interior, de Dunia Ayaso y Félix Sabroso, y con un reparto escandalosamente adecuado. Alberto San Juan no tiene un oscar por esta película porque no es americano ni trabaja en Hollywood. Candela Peña es CP vaya donde vaya y haga lo que haga, su sí misma la persigue, y por cierto que su personaje en mi opinión es el más cuerdo de todos, a pesar de los pesares. Geraldine Chaplin es esa madre fría, metálica y anoréxica que sólo ella puede bordar. Y Cristina Marcos y su padre -ahora  no recuerdo el nombre del actor que motiva toda la historia, perdón- están en su papel, diría yo.

La esquizofrenia. Ahí es nada. Las herencias biológicas, lo que pesan los cuerpos cuando se te vienen encima, lo que marca la vida un pasado infeliz, la genética y el miedo a ser igual que tu padre, la evidencia y una  madre que  no quiere verla, unos hermanos que se lastran unos a otros pero se sobreviven en los demás... si yo pensaba que tenía isla interior, vi esta película y se me quitó la tontería. Me siento de lo más ligera después de verla, y sobretodo me siento conmovida por haberla visto.

miércoles, 7 de abril de 2010

la vida loca


Una persona muy querida para mí me recuerda constantemente que tengo que ser una abogada experta en casi todo lo que me pregunten, una madre dedicada a su hijo en la medida de todas sus posibilidades y tiempo libre, una esposa abnegada y sacrificada a su marido en beneficio del matrimonio y la familia, un ama de casa siempre atenta a las necesidades del hogar, y por fin una mujer que no se descuide a sí misma.

Con este nivel de exigencia, he llegado a tal cantidad de estrés que ni siete trabajos ni doce hijos me hubieran cargado tanto como esas obligaciones autoimpuestas. Porque antes o después me he dado cuenta de que nadie, ni mi marido ni mi hijo ni mi jefe ni mi cuerpo me han pedido que me convierta en la chica diez. Sino que yo, con la publicidad en la mano y los programas de la tele y los consejos familiares, me he convertido en una autodidacta en pos de esa mujer perfecta que no conseguiré alcanzar jamás. Y eso, pues estresa a cualquiera, o no?

Llama al pediatra, mientras organizas una reunión de trabajo y resuelves los últimos tres problemas que te ha sugerido el jefe de la empresa para la que trabajas. La pediatra no contesta. En eso te llaman del colegio que a tu hijo le subió la fiebre y tienes que ir a por él. Recuerdas que tendrías que anular la sesión de depilación que encargaste para esa misma hora hace casi dos semanas. Habías quedado con una amiga para un café rápido, pero ella comprenderá. El de los radiadores tenía que venir esta misma tarde justo a purgarlos para el invierno, pero ése también tendrá que esperar, además dónde puñetas estaba su teléfono para avisarle? Te miras al espejo, mientras te lavas las manos, y comprendes que una sesión de maquillaje y otra de spinning tampoco te vendrían pero que nada mal. Te gustaría chillar, pero ya mejor lo dejas para más tarde, el colegio vuelve a llamar, que si le dan el apiretal al niño, que está con treintaynueve de fiebre.

Tengo varias amigas que acuden ya con toda normalidad al psicólogo. No desvelaré sus intimidades, pero a grandes rasgos puedo decir que una porque no tiene novio, otra porque su exmarido es un maltratador, la de más allá tiene problemas con su madre y la de más acá no supera que su ex la dejara... todas a terapia. Y ellas, y yo, afortunadamente somos las privilegiadas que nos podemos pagar esa terapia anti estrés, para comprendernos, para autoanalizarnos, para archivarnos y acomodar nuestros pensamientos pecaminosos. El resto de las comunes mortales no tienen ese dinero para gastar en el psicólogo privado, así que llegan a la consulta de la Seguridad Social con una tristeza infinita, o con una ansiedad que no las deja respirar, y le piden al doctor una pastillita para calmar la falta de sueño, la insatisfacción de no ser otra, el anhelo de una vida más holgada. Y el psiquiatra, que no tiene ni tiempo ni medios para proporcionarles una cura a su medida y una oreja por horas, les da efectivamente una de esas pastillitas que se recetan, o deberían recetarse, para las depresiones graves, pero que igual solucionarán un roto que un descosido. Y si no les curan la tristeza, al menos actuarán de placebo para entretenerles la pena.

Y mucho mejor que yo lo ha dicho Laura Rojas Marcos para El País de ayer. Transcribo literal:

Presos de los 'debería'

"Vivimos un ambiente de malestar casi global, al menos en Occidente. Hay gente que vive bajo una presión importante, acentuada en parte por la crisis", afirma Laura Rojas Marcos, autora de El sentimiento de culpa (Aguilar). "Lo positivo es que en el  plano individual somos cada vez más conscientes de ese malestar, sabemos que esos problemas tienen nombre, que pueden ser serios... El riesgo es ahorrarse la mínima perturbación a cambio de un lexatin. En muchos casos esto se produce  porque no nos tomamos el tiempo de ver cuál es el problema. Hay que asumir que tenemos que  pasar por etapas de tristeza, de pérdidas. ¿Por qué anestesiar ese estado? Hay que afrontar los duelos y aprender determinadas técnicas que nos van a ayudar a sobrevivir", asegura la psicóloga. "Es necesario también aprender a conocerse, identificar los días malos, para esquivar nuestra propia irritabilidad y no crear un círculo de estrés en nuestro entorno".

"Hay miedo a sufrir, a no dormir, a una crisis de ansiedad...", reflexiona Eudoxia Gay. "Hay gente que no tolera una noche en blanco, porque las noches son oscuras, y no todo el mundo soporta la soledad. En definitiva hay gente que prefiere yugular sus penas", añade. Aunque también es cierto que ese valium que tapa otras carencias permite a mucha gente ir tirando y no ir a peor.

Laura RM ofrece otra clave: "Conviene aprender a ser flexible con uno mismo. Hay mucha gente presa de los debería: debería haber dicho, conseguido, haberme dado cuenta... Todo eso, las excesivas expectativas y la baja tolerancia a la frustración complican mucho la vida. Es la tendencia a la insatisfacción, al bovarysmo (por Emma Bovary). Pero nuestra vida real no es una novela".

Ahí lo dejo. Pero en la última frase no estoy de acuerdo. No sé porqué nuestra vida real no va a ser una novela. La ficción se nutre sobretodo de la vida misma. Y estamos aquí para escribirla. Y de paso vivirla. Cada día es otro folio en blanco, al menos así la quiero vivir yo, si no es mucho pedir...