my time is now (Nike)

PASA PASA ESTÁS EN TU CASA

COMO EN TU CASA



miércoles, 25 de noviembre de 2009

un hombre nada más


Desde que cené con él a solas, sin Michelle ni otros intrusos de por medio, ni siquiera guardaespaldas ni periodistas, ya no le llamo Obama, le he perdido un poco de respeto institucional.
Yo llevaba un vestido rojo de lo más fashion model. Me había quedado más chupada que la Schiffer y lucía unos tacones a su altura. Barack me llevó a un indio casual y bohemio, a la media luz y sin ponernos pesados con la seguridad. Íbamos solos y nos pedimos una mesa discreta. Al dirigirnos hacia ella me crucé con una amiga que hace años que no veo, pero no me pude parar a saludarla. Demasiadas explicaciones que dar en ese momento tan sui generis.
Barack no parecía darse cuenta de las miradas ajenas ni de los cuchicheos. En cuanto a mí, estaba más feliz que unas castañuelas.
Por fin nos sentamos y me entró un pánico escénico del tipo 'y ahora de qué hablamos?'. Como si no supiera nada de su vida y fuera un completo desconocido, le pregunté en un inglés impecable: Y dime, dónde creciste, Barack? Barack puso cara de entrañable conversación y me contestó mirándome a los ojos y sin darse ningún tipo de importancia que había crecido en Chicago.
De no ser por el despertador, hubiera averiguado qué demonios hacía yo con un vestido rojo cenando de casual con Barack en un indio de NY. Todavía no logro averiguarlo, y contradiciendo a Jordi Soler, que afirmaba ayer en El País Cataluña que no hay nada más anticlimático que contar un sueño, yo aquí voy y lo cuento, para ver si alguien puede ayudarme. No sé si estoy muy enferma o tengo delirios de grandeza. Eso sí, desperté con una gran sonrisa dibujada en mi boca y me vine a trabajar de un humor excelente después de haber pasado una velada tan enigmática. O el comienzo de lo que pudo ser esa velada.
Llevo dos noches más apretando los ojos al dormirme y viendo si reanudo, pero no vuelve. Será que los sueños sólo se viven una vez.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Fulla puede ser tuya


Te presento a Fulla, la muñeca de tus sueños si eres una niña acostumbrada a ver a tu mamá con un velo y una túnica cada vez que sale a la calle o se cruza con un hombre que no sea tu padre.

No sé si debajo de la túnica negra, que por cierto la convierte en la más glamourosa de todas las barbies que había visto hasta el momento, la Barbie del Corán bajo el brazo y alfombrita de rezos viene también cubierta de alhajas y prendas de Armani y Versace, como sí vienen las mujeres clasemedieras dubaitíes, por ejemplo. Pero no sería mala idea. Lo han pensado, señores de Mattel? Vestiditos extra para Fulla, que no se verán más que cuando Fulla esté en casa disfrutando de los suyos.

De este modo, las niñas menos adineradas pueden tener la ropa exterior de Fulla en seda natural negra, por 15 dólares, pero las pudientes pueden disfrutar asimismo de su lencería made by pongamos Calvin Klein. Porque allí, en ese mundo, hay las mismas diferencias que en éste, no nos vengamos a engaño.

Y al margen otras consideraciones del furioso capitalismo occidental, qué hay de nuestro pudor a la hora de juzgar los velos musulmanes como una degradación/humillación de la Mujer? Si ya las niñas tienen su muñeca igualita a su mamá, no estaremos canonizando el patrón? O será que en Mattel se ha infiltrado un talibán maquiavélico?

Todavía creo que no están en nuestras estanterías, pero auguro que sean un éxito de ventas. Y luego veremos qué hacemos cuando la niña occidental acuda a su colegio sin velo y sin crucifijo, pero con muñeca musulmana bajo el brazo. Cruce de civilizaciones, supongo.
(foto extraída de El País 19/11/09)

miércoles, 18 de noviembre de 2009

el tiempo de las mujeres

Tenía un buen libro sobre el que escribir. Pero tendrá que esperar. Primum vivere deinde filosofare. Y eso que el libro también iba sobre la vida misma, pero me urge más otro dilema que me corroe desde hace meses y que ayer me enfureció completamente.

Llamo a una amiga a la que no veo hace tiempo. La noto agobiada, con la voz cansada, con el altavoz del coche en mitad de la mañana, porque la llamaron del colegio. Sus dos hijos enfermos a la vez. La mayor con un tremendo dolor de barriga. El pequeño con escozor en los ojos. Lo de menos son las dolencias en concreto. Ella deja su trabajo a toda prisa, abandona cualquier asunto laboral, y se pone en marcha para ir a rescatar a sus retoños.

Me cuenta que lleva días debatiéndose consigo misma y peleando con su padre, por ver quién y de qué modo operan a su hija de apendicitis. Cada maestrillo tiene su librillo y cada médico su modus operandi, y decidirse no es fácil. Qué dice el padre de las criaturas, pregunto yo inocentemente. Bueno, me dice, el padre de las criaturas no sabe nada al respecto. Resulta que está en medio de la crisis de los cuarenta, preguntándose si está donde quería a su edad, si ha hecho lo que quería con su vida, si tiene espacio suficiente para desarrollarse como ser humano... y claro, con esa perspectiva, pa qué le voy a deprimir más todavía? Es más, pa qué le voy a explicar algo, que me mire insondable, y me quede como estaba?

Y me dice que lleva tantos años decidiendo ella sola sobre las cosas que les pasan a sus hijos, que la novedad sería lo contrario.

Y entonces me acuerdo de otra amiga que me comentó algo muy muy similar hará tres semanas. Mientras ella se peleaba con médicos y seguros para conseguir un quirófano gratis, su marido le preguntaba si al niño había que hacerle algo.

Y entonces me acuerdo de una tercera amiga, que corría por los pasillos de un hospital, negándose a que intervinieran a su hijo si no se lo decía un médico con canas en las sienes, mientras su marido, déjame pensar, estaba terminando algún juicio.

Y de nuevo pienso en otra. Esta es una ejecutiva de seguros, y se ríe mientras me cuenta que su marido es un tronco y jamás de los jamases se despierta cuando sus hijos lloran por la noche. Y que ya ha hecho tarde para cualquier otro plan. Tiene treinta y dos años.

Todas ellas trabajan, toman decisiones importantes por las mañanas, tienen que estar con la cabeza despejada y bien peinada, por no hablar de maquilladas y bien vestidas, para ganarse el pan de cada día. Ah, pero cuando suena el teléfono de la guardería salen disparadas. Por las noches velan a los niños enfermos y entremedio las conocen en todas las farmacias de un kilómetro a la redonda de sus casas.

De quién es la culpa de que nos hayamos convertido en una mala copia de esas madres nuestras a las que tanto hemos criticado? Digo mala copia porque no somos como ellas. Nuestras madres tenían asumido que su tiempo no existía, era todo para dedicarlo a los demás. Nosotras, en cambio, seguimos necesitando espacios propios para subsistir en esta jungla, para no ponernos a chillar cuando les cambia el humor a nuestros hijos y lo tiran todo por los aires, para conservar la calma cuando al marido le dan las dudas existenciales. Incluso para consolar a un padre o a una madre que ya no encuentra su sitio entre nosotros.

Ahí va eso. Yo creo que la culpa es nuestra. Y los otros se dejan querer. Ponte que el que pariera fuera tu marido. Después de acostumbrarte a que la barriga la sufriera y gozara él, el parto pasara por su vagina, y el amamantamiento no le dejara dormir durante los primeros cuatro meses, dime sinceramente, no dejarías que siguiera la tendencia? Quién podría romper esa inevitable cuestión de amor paterno si no fuera él mismo?

Por cierto, de eso va el libro que quería comentar también. Se llama Historia de un matrimonio, de Andrew Seen Greer, y sólo daré un detalle al respecto. Pearlie Cook, la prota, recorta las noticias malas del periódico antes de que su esposo lo lea por las mañanas, no se le vaya a agriar el desayuno.

jueves, 12 de noviembre de 2009

la celda 211

Qué harías tú si te encontraras en medio de un motín y te dieras cuenta de que tú, y sólo tú, eres el enemigo que tienen más cerca? En esta época de secuestros y difíciles desenlaces, los dilemas que plantea Daniel Monzón en su peli Celda 211 no han caído en saco roto. En un fin de semana, 3 millones de espectadores, he creído escuchar. Yo, una de tantos.

Pero si llegué al cine fue porque afortunadamente a mí no me secuestraron unas horas antes, que a punto estuve, y a punto volveré a estarlo mañana, tentando a la suerte.

Resulta que formo parte de uno de esos desagradables gabinetes de crisis empresarial, de modo que me veo obligada a trabajar mientras el resto de mis compañeros empleados se resignan a un ERE temporal y forzado que ya llevan sufriendo varios meses. La abogada, claro está, se halla exenta de la regulación temporal. Por qué? Pues porque está ocupada en desmantelar la empresa. De eso me acusaron el viernes pasado en una concentración muy desagradable, o más bien muy triste, de la que fui testigo de primera mano.

Mientras aquí los directores y yo hablábamos con nuestros jefes extranjeros de cómo íbamos a cerrar la operación de restructuración empresarial que nos llevamos entre manos, un montón de obreros y compañeros míos entraron en la sala al grito de 'esta empresa no se vende' y aplastando huevos contra el suelo.

Nos rodearon, nos pidieron respuestas, y nos dijeron que, a menos que obtuvieran sus respuestas, de ahí no se movía nadie en todo el fin de semana. Lo peor fue cuando nos señalaron con el dedo a los cuatro que quedábamos sentados en la mesa y nos dijeron que tú, y tú, y tú, y tú, sois los que habéis venido hoy aquí a trabajar para desmantelar esta empresa.

Una vez más, me vi entre el azúcar y la sal. Será mi naturaleza ambivalente, será. Soy currito pero defiendo a la multinacional. El día que me echen, los que defenderán el importe de mi despido serán los curritos que me rodeaban y gritaban que esta empresa no se vende. Pero hasta entonces, yo soy de las que trabaja para desmantelar la empresa. Estoy cavando mi propia tumba, pero si no la cavo, me crean una para mí anterior a las demás.

Ya digo. Si mañana, volviendo a desafiar a la masa trabajadora, vuelvo aquí y no me dejan salir, os lo contaré en vivo y en directo. Pero yo no me pienso quitar ni los anillos ni tiraré por el water la tarjeta de abogada. Más que nada, porque no me serviría de mucho. Me conocen la cara. Apa Manuela, hasta mañana y que dios reparta suertes.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

por una identidad

Qué harás si un día descubres que no eres un ser humano? Que eres un cerebro en una bañera, o... digamos, un puñado de cables teledirigidos, que tu vida está determinada por otros seres superiores en inteligencia a la tuya y que te supervisan diariamente... y lo peor, que tienes fecha de caducidad... Y peor aún, que cuando llegue tu momento, serás sustituido por otro ser que huele a ti, que sabe a ti y que tiene tu apariencia.

Bueno, dirás que todo eso ya lo sabías. Que con Dios ya tenemos bastante y que si nos revelamos contra nuestro destino, igualmente un día cualquiera alguien acaba con nosotros y nadie le pide cuentas. En cuanto a tu sustituto, carajo y para qué sirven los hijos sino?

Vistas así las cosas, qué diferencia hay entre nosotros y una máquina programada para vivir una vida corriente?

Investigadores de Barcelona están trabajando en un muñeco entrañable y diseñado para sentir, pensar por sí mismo y mostrar su felicidad o su mal humor mediante señales visuales que se reflejen en su rostro, para experimentar miedo y para mostrar decepción. Le programan para saber que ante voces altas o estridentes se tiene que asustar, al igual que nos han preparado a nosotros genéticamente para lo mismo durante siglos o puede que milenios. Sus movimientos están en fase de adaptación, pero cada vez se parecen más a los nuestros, de modo en que llegue un día en que las diferencias no sean perceptibles.

En Japón trabajan incansablemente en modelos robóticos que cuiden de seres humanos como viejos o niños. Podrás estar en tu oficina y vigilar a tu hijo y su robot acompañante en casa mediante un sistema de vigilancia on line a través de tu ordenador. No será eso mas seguro que una chica inmigrante y sin papeles que no sabes de dónde salió ni dónde tiene la cabeza, y que te pide aumentos de sueldo porque sabe que te tiene contra las cuerdas? Con tus viejos lo mismo, quién quiere pagarles una enfermera cuando miss androide puede darles las pastillas a su hora y traerles el orinal cuando lo pidan? Y no hablaré de lo que podría hacer por ti una prostituta digital, superando a las real dolls de silicona que ya existen en los prostíbulos de Tokio.

Vistas así las cosas, no sé porqué todo el mundo se empeña en llamar ciencia ficción a lo que hace Duncan Jones con su película Moon. Loable además que no utilice ni de lejos el nombre de su padre David Bowie. Y más loable aún la interpretación de Sam Rockwell en el papel principal y casi único de Sam Bell. En cuanto a Kevin Spacey como la voz del entrañable Gerty, sencillamente genial. Es la voz que yo quisiera escuchar si no tuviera más compañía que la de una máquina diseñada para agradarme, protegerme y velar por mi integridad, aún en contra de sus propios principios de máquina.