my time is now (Nike)

PASA PASA ESTÁS EN TU CASA

COMO EN TU CASA



miércoles, 29 de enero de 2014

Arrugarse


Recién acabas de cumplir 82 años. Y sigues siendo bella, elegante y deseable. Hace 58 que vivimos juntos y te amo más que nunca. Hace poco volví a enamorarme de ti una vez más y llevo de nuevo en mí un vacío devorador que sólo sacia tu cuerpo apretado contra el mio. Por la noche veo la silueta de un hombre que, en una carretera vacía y en un paisaje desierto, camina detrás de un coche fúnebre. Es a ti a quien lleva esa carroza. No quiero asistir a tu incineración; no quiero recibir un frasco con tus cenizas. Oigo la voz de Kathleen Ferrier que canta Die Welt ist leer, Ich will nicht leben mehr (El mundo está vacío, no quiero vivir más) y me despierto. Espío tu respiración, mi mano te acaricia. A ninguno de los dos nos gustaría tener que sobrevivir a la muerte del otro. A menudo nos hemos dicho que, en el caso de tener una segunda vida, nos gustaría pasarla juntos.

Lo escribió André Gorz antes de suicidarse con su mujer, aquejada de alzheimer, y quedó en la hermosa Carta a D. Historia de un amor,  que ha dado la  vuelta al mundo. 

La historia de Emilio en Arrugas es un poquito diferente. Emilio no tiene una esposa que le cuide ya, ni tampoco un  hijo que le quiera aguantar el alzheimer en casa. El máximo coraje de su hijo pasa por dejar a Emilio en una residencia para viejos con piscina. Piscina que sirve únicamente para reclamo de los hijos culpables que dejan a sus padres y se consuelan pensando en que esa residencia no es como las demás; tiene piscina. El hecho de que esté llena de viejos caducos que hablan solos y se duermen frente al televisor durante la mañana y durante la tarde les podría hacer pensar 'para qué sirve la piscina' salvo para aumentar la factura a fin de mes. Pero es  mejor pensar que has dejado a tu padre en un hotel de lujo. 

Y quiénes somos nosotros para juzgar a ese hijo que se nos parece tanto. Lo primero que hizo una periodista que vio la peli al finalizar, fue llamar a sus padres. Porque muchas veces no les tenemos tiempo ni paciencia. Nos enganchan con sus rutinas, con su 'la criada me roba' o 'qué pastilla me toca por la mañana?' y nosotros estamos trabajando, estamos cuidando de nuestros hijos, estamos en una tienda tratando de comprar lencería fina para no perder la magia con nuestro marido o bien estamos tomando café con una amiga para contarle lo nuestro. Y de pronto esa llamada al móvil fuera de lugar, con sus tonterías de siempre, con sus preguntas inacabables sobre lo mismo de anoche. Con ese reproche que huele a soledad. 

Porque lo más serio de Arrugas es la soledad. Y lo más tierno es  la amistad con ese entrañable Miguel el argentino, que les esquilma un poco a todos los viejos de la residencia a cambio de seguirles en sus sueños, cosa que no hace nadie más. A la señora que se cree fumando en el Orient Exprés le hace de revisor, y a la que busca un teléfono para llamar a sus hijos para que vengan a recogerla 'porque yo ya estoy bien' la manda de paseo en paseo para que no se aburra mientras encuentra ese teléfono que no la llevará a ninguna parte. 

La soledad de un viejo puede paliarse con un perro en su casa, mientras pueda cuidarse él y a su perro. Porque los viejos donde quieren estar es en su casa, con sus recuerdos, sus vaivenes y sus fotografías. Mi madre me dijo una vez que el espejo le hacía compañía, porque se veía reflejada 'y parecerá una tontería, pero me siento menos sola viéndome ahí'. Yo también fui ese hijo del que habla Arrugas

viernes, 17 de enero de 2014

efímera juventud de Agosto


Ácida, mordaz, cruel y maldita madre es la que representa Meryl Streep en la pantalla para Agosto, dirigida por John Wells. Junto a Julia Roberts, que es esa hija con la que te mides constantemente porque sabes que tiene tu talla y que es tu traje a medida. Enferma terminal una y abandonada por el marido la otra, se muerden y se ladran en medio de un paisanaje extremo: el primo tonto de la familia, la hermana que parece lesbiana, la hermana sin coeficiente intelectual, la tía gorda que se ensaña con el primo tonto, el padre del hijo tonto dominado por la gorda, la sirvienta sudamericana que levanta la espada sólo por el honor de una niña, el novio cantamañanas y el marido infiel. No sé si me dejo algún personaje de esta comedia dramática de categoría diez elevado al cubo. Obra maestra. Una frase y una escena para no olvidar. Las mujeres, dice Meryl, cuando se hacen viejas ya no son ni guapas ni feas, son viejas. Y no emiten ni feromonas ni cantos de sirenas. Y la escena: Meryl acunada por su sirvienta latina. And the Oscar goes to...