my time is now (Nike)

PASA PASA ESTÁS EN TU CASA

COMO EN TU CASA



viernes, 27 de febrero de 2009

mi amiga P

Hará una semana, y a raíz del revuelo que se ha armado con la huelga de los jueces, le envié un sms a mi amiga P, que es magistrado (o magistrada, ay si me escucha Bibiana Aído), y le pregunté escuetamente: haces huelga o estás en excedencia? No estoy en excedencia, me contestó, y hago huelga porque la situación en la que estamos no hay quien la aguante.

Eso me figuraba, le contesté. Pero tranquila, que ahora llega Caamaño y quizá os ponga un pisito a cada una. Digo una, discriminando a nuestro favor, porque el porcentaje de opositorAs frente a opositorEs es de siete a uno, aprox. No hay más que entrar en los juzgados, hay mayoría de mujeres desde la juez(a) hasta la última auxiliar.

Será que somos más inteligentes/concienzudas? O será que nos gusta la seguridad y el horario de funcionario/a, para luego poder procrear y educar a esos seres inverosímiles que son los hijos?

Pero no se puede comparar a una funcionaria con una jueza. Mientras la primera tiene un horario limitado y una responsabilidad compartida, la segunda no tiene horas del día para dar abasto a su trabajo y además su responsabilidad a la hora de dictar una sentencia, en la soledad de su escritorio, es única e intransferible. Vas a comparar.

Mi amiga P, como decía, es juez(a) y magistrada, que es el tramo superior al que llegas por méritos y por tiempo, me ha parecido entender. A sus treintayvarios años le ha dado tiempo a ser juez de lo civil, ser juez de lo laboral, parir cuatro veces, ascender a magistrada y educar a cuatro criaturas mientras, por las noches, redactaba sentencias en la soledad de su despacho en casa. Mientras los niños correteaban por la casa seguidos por una tata o por su padre, P se encerraba a trabajar hasta a veces las doce de la noche. Y luego dicen...

Yo no hubiera podido opositar a nada medianamente serio, por la dedicación y constancia en el estudio que suponen. P jamás se ponía al teléfono cuando estaba estudiando la oposición, y si lo hacía en alguna ocasión, colocaba su cronómetro al lado del auricular para saber cuánto tiempo había perdido hablando, como si iba al cuarto de baño o a la cocina. Medía los minutos que perdía y que luego tenía que recuperar. Fue juez a los 25 años.

Al igual que Rosa María Font, jueza de ahora 29 años y contraportada de El País del pasado miércoles 25, a P la apartaron una vez del levantamiento de un cadáver, pensándose que era la última mindungui que llegaba a cotillear, hasta que P dijo quién era, con esa cara de ajo que puede poner cuando quiere, y se le cuadró hasta el apuntador.

Yo era capaz de llegar tarde a la cita con cualquiera de mis amigas, excepto con P, cuya mirada podía fulminarte si te pillaba en un renuncio.

Así que, dos cosas. Visto que algunos de mis personajes llegan a mi blog no se sabe por qué vericuetos cibernéticos, le diría a RMF que no se preocupe, que tenga los hijos que quiera tener, que se organice bien y que se pida excedencias de un año que le permitan no renunciar ni a la crianza ni a su carrera. Si lo bueno de ser medio funcionaria, mujer, es que puedes descansar un rato -eso sí, sin cobrar- y luego volver a la carga. Ya te digo, P te lleva casi diez años, no sé cuántas sentencias por delante, cuatro partos y cuatro crianzas, y ahora es magistrada y está, como tú, a favor de la huelga.

La segunda se la diría al señor Caamaño, que en contra de lo que he leído en algún blog facha, a mí me parece un tipo simpático y razonable. Le diría que no pueden pasar cosas como las que describen mi amiga P y RMF en El País, y cito textual: "Es intolerable que el sistema informático que utilizo no me permita saber si el detenido al que tomo declaración lo está buscando la juez de al lado".

Ah, y a los jueces en general les diría que cambien de asesor de imagen, porque todavía no comprendo cómo no han conseguido que, con problemones como el del párrafo anterior, la sociedad entera no se solidarice a favor de su causa.

Una última cuestión que no puedo evitar: hará huelga el juez Ferrín Calamita? Ah no, que está inhabilitado!

Buenas noches y buena suerte, clooneys.

miércoles, 25 de febrero de 2009

cadena perpetua

Cómo deben verse estas letras en una sentencia de condena? Imagina que eres el acusado y lo ves impreso en un papel, dirigido a ti. Ha sido usted condenado a cumplir cadena perpetua en la cárcel de Valdemoro -suena mejor en Alcatraz, pero estamos donde estamos-. Aunque dudo que el preso lo lea, más bien lo escucha de la voz de un juez, o peor, de un jurado. Es que odio los jurados populares.

Tu vida por delante es un penal lleno de reclusos de tu mismo sexo y tu cama entre cuatro paredes y unos barrotes de frente. A todos nos recuerda a la peli de ese mismo nombre, en que un Morgan Freeman totalmente abatido por los métodos correccionales de la prisión renueva cada diez años su sentencia y contesta a la misma pregunta: se siente usted preparado para la reinserción en la sociedad? Sí, señor. Se siente usted arrepentido de lo que hizo y enmendaría ahora si pudiera sus actuaciones delictivas? Por supuesto, señor. Denegado. Diez años más. Así hasta que por fin ya deja de desear la salida. Le da lo mismo quedarse un poco más, hasta que la muerte le acompañe, y es entonces, cuando muestra su total indiferencia por el tribunal de apelaciones que le tiene que juzgar, cuando les convence de que puede ser libre.

Aquí en España no hay de eso. Cumples los años que te toquen y un día sales a la calle. Puede ser con ochenta años, pero sales. Máximo treinta años. Poniendo que entres con 18, saldrías a los 48, con toda una vida ya por detrás. Envejecido por las verjas y los muros de cemento.

Es eso suficiente? Pero, qué es suficiente para un padre que ha perdido a su hija? No hay pena posible, salvo que se tome la justicia por su mano. Eso ha hecho mínimamente Emilio Gutiérrez, apedreando una herriko taberna porque los terroristas le habían reventado su casa, y la que le está cayendo. No quiero ni imaginar si les pega un balazo. Que se sepa. En España, después de 870 víctimas de eta, ni una sola se ha tomado la revancha. Será que algo en la justicia funciona, será el miedo, será la civilización.

El caso es que no hay que legislar a golpe de suceso mediático. Dos de cada tres españoles encuestados después de un crimen como el de Sevilla no piden la cadena perpetua, sino la pena de muerte. Dos de cada tres.

Pero para qué serviría eso? Salvaría más vidas? Los países con cadena perpetua y/o con pena de muerte tienen más violencia que los que no la tienen. Para muestra USA, donde los crímenes violentos son muchísimos más que los de nuestro país.

Y la anacronía del término. Cadena perpetua. Amando de Miguel apostaba esta mañana en la radio -onda cero- por denominarla prisión vitalicia, que le sonaba más acorde con el siglo veintiuno. Da igual. Es anacrónico lo mires por donde lo mires. Está en contra de los principios de reinserción de la pena, de todo el derecho constitucional de este país. Y sobretodo no es útil, no disuade, está probado.

Enfría el corazón. Vayamos a lo que importa. Eduquemos a la gente. Tratémosla bien. No creemos guetos. Vivamos en un mundo feliz. Pidamos lo imposible.

lunes, 23 de febrero de 2009

la extimidad de morirse en directo

El término no es mío, es de Lacan. Extimidad es lo contrario de intimidad. En vez de encerrar tus secretos y tus emociones en las páginas de un diario cerrado bajo siete llaves, como hacíamos tú y yo cuando éramos unos niños, ahora si tienes un secreto lo cuentas en el facebook o lo publicas en un blog. Es tan fácil como eso. Si tu éxito se mide alto, puedes ganar un buen dinero con cuatro noticias que vendas: tu boda o tu divorcio, a veces en el mismo paquete.

Pero Jade Goody lo que va a vender, lo que ha vendido ya, es su próxima muerte. Todos nos vamos a morir, sólo que muchos no sabemos cuándo -ni queremos saberlo-. En cambio, una enferma terminal de cáncer como ella tiene fecha de caducidad casi garantizada por los médicos. Espero que los medios de comunicación que han comprado la exclusiva no le hayan hecho firmar una cláusula penal por si no se muere cuando dice que se muere. Habrán determinado fechas probables en el contrato?

Perdona que sea tan escabrosa, pero la noticia lo merece. Jade Goody es medioadicta desde que puede recordar. Ha participado en el Gran Hermano inglés y en el Gran Hermano inglés para celebrities. Ha sido denostada por los medios llamándola hortera, soez y ordinaria en numerosas ocasiones. Y ahora, a sus veintisiete años, se está muriendo.

Lo digo en gerundio porque lo está haciendo poco a poco, en vivo y en directo. Es una muerte on line. La puedes consultar en la tele y ver cómo avanza su deterioro. Saber qué efectos le causa la quimio día a día. Y por cada vez que consultes su estado en la tele, ella estará recibiendo unas libras en compensación.

Las hay que alquilan -que no venden- su cuerpo por horas. Otras menos osadas nos conformamos con prostituir nuestros conocimientos al servicio del mejor postor -nos llamamos abogadas-. Y las hay que comercian con su intimidad.

Por qué va una a poder sacarle rentabilidad al nacimiento de un hijo, vendiendo sus primeras imágenes por un millón o varios de dólares, explotando los derechos de alguien que no tiene ni voz ni voto, y en cambio no va a poder vender su decadencia hasta la muerte? Porque resulta obsceno? Porque hiere la sensibilidad de otras personas, que posiblemente adolecen de la misma enfermedad y no quieren verla reflejada en la pantalla?

Pero, y si lo hace en beneficio de sus hijos? Para sacar a sus hijos del charco de mierda en que transcurrió la vida de su madre?

Jade se casa estos días con su novio, un presidiario que ha conseguido una autorización para salir de la cárcel y estar en la boda sólo gracias a que su novia no sólo se está muriendo sino que es Jade Goody, y la novia de la muerte tiene la bendición de Jack Straw, ministro de justicia, y de Gordon Brown, primer ministro del país. Todas las moribundas tendrán la misma bula ministerial, o sólo ésta porque es mediática? Y si se casa ahora con ella este presidiario, heredará algo de la fortuna que ella cobre de los medios, o será todo para sus hijos tal y como ella ha manifestado?

No tengo ninguna respuesta. Sólo sé que ayer, leyendo esta noticia a toda página en El País, delante de un cigarro y una cerveza, me puse a llorar.

viernes, 20 de febrero de 2009

el ciberganduleo

Qué bien, por fin le puedo poner nombre a lo que hago yo a diario! Se llama cyberganduleo, pero si lo digo en inglés, cyberloafing, suena muchísimo más inn, como casi todo en esta vida, así que shit! lo dejo en el idioma en el que seguramente fue inventado.

En los tiempos que corren, parecer ocupado es más importante que estarlo de verdad. Y esto no es nuevo, de toda la vida se ha dicho que la mujer del César no sólo tiene que ser decente sino que tiene, sobretodo, que aparentarlo. Lo que ocurre es que los americanos le dan a todo ese toque sofisticado que sabe a nuevo, a innovador, a rompedor si me apuras.

Así que lo que se lleva ahora es, ya te digo, el cyberloafing. En qué consiste? Tiene diversas variantes, todas concentradas en que parezcas una persona ocupada de la cabeza a los pies. El objetivo? Que no te interrumpan con tareas laborales mientras estás en esto de gandulear por el espacio. Y de paso, que no te insuflen nuevos trabajos o, lo que es peor, te dejen en la calle.

Sí, porque los jefes tienen esa manía de necesitar que su gente esté permanentemente concentrada en su trabajo. Si pasas más minutos de la cuenta en el café, malo. Si te vas antes de que se termine su -no tu- jornada laboral, malo. Si charlas a carcajadas por teléfono, malo. Y si lees la prensa en tu mesa, ni aunque sea la económica, peor. Se preocupan y se plantean cosas como: estará desmotivado? le estaré dando poca tarea? está buscando alternativas? estoy desaprovechando mis recursos -como si fueras suyo-?

Lo siguiente suelen ser dos alternativas, y las dos negativas para ti: o te amplian tus areas de dedicación, con lo cual añaden nuevos trabajos en tu agenda diaria -nuevas responsabilidades, lo llaman- que se suman a los que ya tenías, o te echan a la calle.

Y para paliar todos estos males, incluido el dolor de cabeza de tu jefe que no sabe qué hacer contigo, está el cyberloafing. En dos palabras: utilización del ordenador de la empresa para actividades no relacionadas con tu trabajo.

Esto cambia todo el esquema. Que entra alguien a pedirte trabajo extra: le muestras esa cara de ceño fruncido que todos sabemos poner cuando estamos en mitad de un complejo análisis del mercado y redactado de sus correspondientes conclusiones. Se desarrolla más o menos así:

-Perdona, puedo pasar?
-Nnn. Ssssí, pasa... Dime, dime...- ahora es cuando frunces el ceño concentrada en tu tarea con la pantalla.
-Veo que estás muy ocupada, Manuela, quieres que vuelva luego?
-Bueno, si no te importa, sí, mejor, que tengo que terminar algo. Nos vemos en... digamos media hora (puede ser un poco más)-. Es importante que casi no mires a tu interlocutor, como si la pantalla de tu ordenador necesitara de todo el poder de tu mirada.
-Vale, vale, ya me llamas, tranquila.

Y así puedes continuar con esa tarea que te tenía tan concentrada: el email a un amigo, el último post de tu blog, la última noticia del yahoo sobre George Clooney o la lectura de Rayuela por internet (está entera, doy fe).

La primera vez puede que te sientas mal. Que creas que estás defraudando a tu empresa, mordiendo la mano que te da de comer. Vale. Entonces piensa en todas esas veces en que te pidieron que te quedaras a hacer horas extras y nunca te las pagaron. Es más, ni siquiera te las agradecieron. O peor, nadie te lo pidió pero tú te quedaste porque sabías que era importante para la empresa que saliera tu trabajo ese día. Te sientes mejor? Y más aún, piensa en tus objetivos: no quieres que incrementen tus responsabilidades, no quieres abarcar más trabajo, no quieres que otros compañeros puedan quedar en la calle gracias a tu 'eficacia'. Y aún más allá: estás protegiéndote contra un posible despido.

Ponte las pilas. Un cyberloafing al día no hace daño a nadie. Y puntúa a tu favor. Pero si aún así piensas que éste no es tu rollo, que a ti te va la caña y que cuanto más trabajo abarques y más responsabilidades atraigas mejor que mejor, entonces es que ya has caído en las garras del capitalismo. Relájate y disfrútalo. Y a ser posible, monta tu propio negocio, seguro que te forras. Ah, y no olvides hacerles firmar a tus empleados una clausulita de nada cuando los contrates: autorización para entrar en sus mails y su ordenador para evitar el cyberloafing. Como abogada, soy capaz de pasarme al otro bando si un cliente me lo pide. Buen fin de semana!

miércoles, 18 de febrero de 2009

Segregación sexual

Cuando yo salía de mi colegio de monjas hacia un colegio mixto, con mis catorce añitos, y lista para iniciarme en la vida moderna y no ser una mojigata al llegar a la universidad, ese mismo colegio del que me aparté inició igualmente sus andanzas hacia el mestizaje de sexos. Empezó a admitir alumnos desde los primeros cursos para llegar hasta los últimos.

En mi nuevo colegio habían hecho el camino inverso, así que para cuando entramos las diez féminas en mi clase, lo demás eran machos en plena adolescencia y llenos de granos, y que nos triplicaban en número. O sea, que salíamos a tres muchachos cada una de nosotras. Lo cual era genial porque nos acogieron con tanto entusiasmo que sólo tenías que levantar un dedo para que te ayudaran con las odiosas matemáticas y los dibujos a rotring. Había verdaderos cocos para todas estas cosas en mi clase.

En el primer año aproximadamente la mitad de las diez que habíamos entrado en esa clase ya teníamos un novio allí dentro. Las otras no sé, quizá fueron más listas y se dedicaron a flirtear con los tres que les tocaban por cabeza. Pero nunca se lo he preguntado. Algunas cambiaron de novio con los años, pero yo me quedé con el mio, que para eso era el mejor.

Así que de un plumazo me convertí en una adolescente no problemática, con la vida sentimental resuelta por un rato y con las asignaturas más difíciles para mí, las técnicas, resueltas por mis amables compañeros. Para una hija única, no estaba nada mal.

Bien. Pensé que esa etapa estaba superada, y que ahora chicos y chicas compartían las aulas con normalidad y en porcentajes no de uno a cien, como nosotras -que ya te digo, tenías sus múltiples ventajas-. Y cuando estábamos precisamente en éstas, leo una noticia que me deja estupefacta: en Salamanca el colegio Montesori -concertado ergo religioso de corte católico- ha decidido dar marcha atrás y volver a separar a sus alumnos. Las chicas en el A y los chicos en el B. B de burros, porque la razón que han aducido, entre otras, es que ellos obtienen peores resultados académicos y prefieren trabajarles los puntos débiles por separado. Para no entontecer a las alumnas, siempre aventajadas se sobreentiende.

A qué alterarse? CIU en Cataluña tiene un proyecto para separar a los inmigrantes recién llegados -y quizá no tan recién- en aulas diferentes de las del resto de alumnos, de modo que puedan conseguir la inmersión en cultura catalana antes de ralentizar el aprendizaje del resto de la clase. Así se hace, separar para integrar.

A mí lo único que me sabe mal es por mi hijo. Si estos fenómenos de segregación sexual y racial/cultural se extienden, se va a perder las mieles del ligue de pupitre a pupitre. Por lo demás, me saldrá nacionalista radical. Lo normal dadas las circunstancias.

Eso por no hablar de casos como el de Marta Castillo en Sevilla. Si no dejamos que convivan naturalmente ni en las aulas, conseguiremos que se miren como marcianos en el recreo.

lunes, 16 de febrero de 2009

un gen salvaje

Los niños se pegan en el colegio y se rompen los dientes. Los novios matan a las novias porque les dicen que no, o porque les tienen celos. Un conductor de automóvil mata a un ciclista y luego le pide una indemnización a los padres del muerto. Un ingeniero vasco en Londres de pronto vuelve un día a casa y golpea a su hija de dos años contra la pared hasta hacerla perder el conocimiento. Una mujer se introduce un tubérculo o patata en la vagina para no ser violada.

La primera y la última de las escenas forman parte del argumento de una obra de teatro y un largometraje de cine, respectivamente. Un dios salvaje, de Yasmina Reza. Y la teta asustada, de Claudia Llosa. Pero las demás son noticias de la prensa del último año o año y medio. Podría entresacar un millón más. No he mencionado al salvaje de Amsteten, ni a los niños soldado, ni a las quintas esposas/esclavas, ni a las víctimas del terrorismo, ni siquiera a las víctimas del hambre.

Pero todas están ahí. Y a todas las vemos desde aquí. Tendremos un gen torcido, entonces? De dónde sale tanta mala sangre? Asusta pensar que podamos ser intrínsecamente malos, que las atrocidades no sean la obra de un loco.

Pilar Cernuda y compañía volvían a plantearse esta mañana junto a Carlos Herrera (Onda Cero) qué hemos hecho mal para que estos jóvenes salgan tan rematadamente torcidos, a propósito del horror de Sevilla y la desaparición/probable muerte de Marta Castillo, y aludían a la falta de valores comunes, falta de principios. Bueno, señores, podíamos empezar por ponernos de acuerdo en una asignatura como Educación para la Ciudadanía... No será mucho, pero es un comienzo.

Yo lo que creo es que hay una zona del cerebro que incita a la violencia, y unas personas la tienen más desarrollada que otras. Al igual que la simpatía, la empatía, la tendencia al alcoholismo, la timidez, el amor a los niños, la tendencia sexual, el pesimismo natural... cada uno tiene unas tendencias innatas y las va desarrollando en función del entorno. No todos los fumadores se enganchan igual al tabaquismo, y no todos los bebedores se convierten en alcohólicos; tampoco todos los hombres que tengan una tendencia a la violencia acaban perpetrando crímenes. En cualquier caso, creo que un entorno u otro, y una educación u otra, pueden ayudar a equilibrar o desequilibrar la balanza. Puede que el azar también influya, no lo sé.

Pero claro, argumentar que es una cuestión de genes sería tanto como quitarse el problema de encima y encontrar una eximente del delito, al igual que la esquizofrenia lo es. Y no estamos ahí, todavía.

A propósito de Un dios salvaje, recomiendo no perderse a la siempre maravillosa Maribel Verdú. Es un lujo poder verla tan de cerca. Igualmente geniales están los otros tres actores, Aitana SG, Antonio Molero (Fiti en Los Serrano) y Pere Ponce (cura Cuéntame). El último no parece él, está más mayor y la voz de abogado hp le da un toque muy divertido. Fiti siempre es Fiti para mí, pero esta vez mucho más inteligente y sin el 'mayormente' por delante. Yasmina Reza, al igual que hizo con Arte, convierte una situación banal en asunto de estado. Lloré de la risa.

La violencia más íntima y por eso más potente viene de la mano de Claudia Llosa y su Teta asustada, largo que se ha ganado el Oso de oro en Berlín este fin de semana. Atención a esta chica, que con 32 años lleva dos largos en su haber (la primera fue MadeinUSA). Aún no la he visto, pero la imagen de una mujer metiéndose una patata en la vagina, y podando las raíces que le van creciendo, para evitar que nada más quepa por ese agujero de vida, quizá te repugne, pero es tan potente que a mí me ha llenado de áspera ternura y no me la quiero perder. Lo peor de todo es que sucede de verdad, me han dicho.

jueves, 12 de febrero de 2009

Kámera Kafé

Siempre paso como una exhalación por la máquina del café de la empresa. El tiempo justo para ordenarle a la máquina lo que quiero, meter la tarjeta y esperar a que se produzca la 'erogación' de la bebida. Palabreja donde las haya.

Amistades no hago en el café. Hubo un tiempo en que tenía amigos de oficina, pero a la larga es perjudicial, descubrí que mis amigos siempre eran los outsiders de las empresas y acababan por despedirnos a todos. Así que ya no veo necesidad. Aquí dentro tengo mucho trabajo. Y allí fuera ya tengo a los que quiero tener.

Sin embargo, los cotilleos del café a veces son suculentos y no hay que perdérselos. Ayer por ejemplo me enteré, para mi asombro y perplejidad, que trabajo para una empresa que pregunta a sus nuevas empleadas si planean quedarse embarazadas en un plazo breve.

He visto preguntas absurdas en mi vida, como la de si piensas matar al presidente o si llevas armas de destrucción masiva en los formularios de entrada a EEUU. Pero ésta de preguntar a las mujeres si piensan embarazarse me ha parecido grotesca, además de discriminatoria, claro.

La que me lo contó no se arredró ante el chiquilicuatre que le formuló la cuestión, y le dijo que llevaba varios años intentándolo pero que no lo había conseguido todavía. Sorprendentemente, la contrataron. Entonces, a qué la pregunta? O es que hicieron un cálculo de probabilidades?

A mí lo más que me han preguntado es si pensaba casarme pronto, pero dado que entonces no tenía novio me dio un ataque de risa. Mi actitud no sonó profesional, pero es que aquel cazatalentos de pacotilla no lo merecía, el cual por cierto ha medrado y ahora tiene un estudio propio. Otra vez me entrevistó una pareja, de los cuales el más pijo me hablaba en inglés muy bajito y entre susurros, supongo que para comprobar no sólo que sabía inglés sino además que no estaba sorda. Eso mientras el otro me miraba fijamente y no abría la boca para decir ni mu, tan sólo apuntaba cosas en un papel.

Siempre había mantenido que las mujeres, si no subimos más en las empresas del siglo veintiuno, no es porque nos discriminen ni abierta ni veladamente. Es sencillamente porque en la ecuación tiempo libre/ambición profesional solemos favorecer la primera parte. Y no hablo sólo de madres trabajadoras, sino también de solteras sin hijos cuya calidad de vida no se traduce sólo en euros y dosis de poder.

Pero claro, para poder elegir, para poder promocionarte, necesitas primero estar trabajando. Si te deniegan el acceso entonces ya no hay salida.

Para cuándo los hombres embarazados? Esa sería la única y verdadera revolución. Hasta entonces date por pringada. Dentro y fuera.

lunes, 9 de febrero de 2009

Guerrillero Gates

Soy una histérica en cuanto a bichos se refiere. No puedo ver un insecto en mi casa, ni en mi habitación de un hotel cualquiera -que por ese día es mía-, ni estar sentada en un espacio en donde me quepa la más mínima sospecha de que merodean bichos de varias patas que se arrastren por el suelo.

Cuando he viajado por el mundo, pongamos por lugarles tropicales o de vegetación abundante, he acudido enpastillada, rociada de aromas antibichos, y pertrechada de pantalones largos, calcetines cubriendo los bajos del pantalón, y manga larga aunque estuvieran cayendo rayos solares de punta -disfrazada de Coronel Tapioca-.

Afortunadamente, acepto bien las pastillas antimalaria, así que antes de viajar a cualquier lugar en que la OMS lo recomiende, o siquiera lo sugiera, yo ya estoy con la dosis necesaria varias semanas antes. Nada de viajes relámpago en fechas imprevistas. Soy lo que se dice una aventurera. Por no hablar de las vacunas, las acepto todas sin rechistar.

Y ahí no queda la cosa. Una vez llego a destino, obligo a mis acompañantes a dormir con el aire acondicionado a tope en la habitación, haga frío o calor, porque me han dicho que los mosquitos llevan fatal esos vientos artificiales. Lo pueden atestiguar mi marido y cualquiera de mis amigas de soltería.

Si hablamos de arácnidos, mi peor pesadilla ocurrió en Costa Rica, en donde un millón de animales sin domesticar se paseaban por la jungla que era nuestra habitación sin respetar ningún tipo de protección de tela metálica -agujereadas todas, por otra parte-. Al protestar en recepción porque tenía una araña de tamaño antinatural en mi baño, la única respuesta fue que era yo, y no la araña, quien estaba invadiendo su espacio natural.

En estas ridículas condiciones, me congratulo de no haber estado en la charla que Bill Gates protagonizó la semana pasada en California. Cuando un montón de gurús de la informática, que habrían pagado una pasta por escuchar al genio, se vieron en el apretón de permanecer con el culo prieto en la silla mientras el Sr. Gates, en vez de hablarles de ordenadores, liberaba unos cuantos y encantadores mosquitos transmisores de malaria por la sala. Mientras les decía textualmente: "La malaria se contagia a través de los mosquitos. Traje algunos, los dejaré volar por aquí porque no se justifica que se infecte sólo la gente pobre". A continuación abrió el tarro y liberó de verdad a los mosquitos.

En ese minuto que pasó hasta que alertó a la audiencia de que los mosquitos eran inofensivos y no transmitían ningún tipo de enfermedad contagiosa, parece que los asistentes aguantaron como jabatos y no movieron ni un músculo. Si acaso, se apretaron la chaqueta al cuerpo y la corbata a la garganta. Si yo llego a estar en esa sala, no puedo prever cuál hubiera sido mi reacción, pero me temo que no hubiera estado a la altura y hubiera hecho un papelón.

¿Qué piensas en ese mal rato desde que se abre el tarro, salen volando los desagradables bichos, y hasta que Gates anuncia que son inofensivos? Un minuto, que es lo que tardó en tranquilizarles, puede ser muy largo en esas circunstancias. Aún así, creo que no es tiempo suficiente para pensar con lucidez en cosas tipo "está bien, si me contagio de malaria por este asunto la indemnización que voy a pedir a Microsoft es de tal calibre que compensará todos mis males". Yo creo que me hubiera quedado en blanco, sin más. Paralizada. Y ni me habría dado tiempo a pensar que ni Gates puede hacer algo así.

Por otra parte, solamente a él se le ocurre una idea tan extravagante como inteligente. Ahora bien, hay que ser Bill para que te dejen entrar en una sala de California con un tarro lleno de bichos sin preguntarte dónde vas con eso. Y más aún para que nadie te denuncie a la salida.

Lo que no es una broma es que la malaria mata a un millón de personas al año. Y no hay terrorismo en el mundo que iguale esa cifra.

viernes, 6 de febrero de 2009

MMM

Estoy un poco celosa. Mientras he estado regulada he aprovechado para leer un poco más de la cuenta, y en esas que me encuentro una entrevista en el Vanity Fair a una tal Marta Medina-Malo. Lo pongo con todas las letras para que no haya lugar a dudas.

La susodicha nació el mismo año que yo, es decir, que ha rebasado los treinta pero no ha llegado a los cuarenta (aunque poco le queda), de parto prematuro, por cierto. Se graduó en derecho, y después se fue a hacer las Américas, que en su caso fue Londres y varias ubicaciones en despachos y financieras de éxito mundial. En mi caso, la graduación me llevó a París y a varias ubicaciones entre las firmas de abogados más punteras, sino del mundo -como ella- sí de España. Hasta ahí, pocos agravios comparativos que rascarnos la una a la otra. Seguimos.

Cuando entraba en la treintena, la deliciosa Marta atravesó una crisis de ansiedad profesional -quién soy, para qué sirvo, qué quiero hacer con mi vida, es esto lo que quiero hacer con mi vida?-, así que "abandonó su próspero trabajo de abogada en Morgan Stanley y se dedicó a hacer lo que siempre había soñado: ser fotógrafa". Agrrrrrrrrrrrr. Aquí empiezan los agravios. A continuación explica su giro profesional: "Trabajaba de nueve de la mañana a cuatro de la madrugada. No vivía." Otra vez nos podemos hablar de igual a igual, mis horarios tampoco tenían límite.

Así que Marta, después de un año rondándole por la cabeza la idea de dejarlo todo, y sintiéndose al límite de sus fuerzas "Muchos días cruzaba la puerta de la oficina llorando" se lanzó a lo revolutionary road, volvió a Madrid "y empezó su segunda vida". Y ahí la tienes, entrevistándose con el Vanity como si tal cosa.

Después de eso, ha vivido en Nueva York, en la India, en Ibiza, y mantuvo su casa de Londres, "que alquilaba a buen precio". Ah, y al llegar a Madrid compró un par de viviendas, que reformó y vendió. Y por si fuera poco, ahora vive en una casa situada en un edificio del siglo XIX.

Me quiere alguien explicar cómo una abogada, que decide dejar su profesión con sólo 30 años, ha conseguido tanta pasta como para dedicarla a estudiar después en varios continentes, invertir en una propiedad en Londres y dos en Madrid y lo que te contaré morena?

Así que yo me he puesto a repasar mi vida, de forma irrefrenable e inevitable. A los treinta pasé por idéntica crisis de ansiedad profesional, y también lloraba al entrar por la puerta de mi despacho de abogados, uno de los top five en España, como me dijeron al contratarme. Lloraba porque literalmente me sentía presa, y no sabía a qué hora me soltarían ese día para vivir mi libertad condicional hasta el día siguiente. Y eso por cuatro duros, que apenas me llegaba para pagar el alquiler y vivir en negro la mayoría del tiempo. Invertir en piedra? Pero si no me daba ni para pagar impuestos! Eso el mes que mi jefe, de despacho de abogados de primera, decidía pagarnos el sueldo sin retrasos, que llegué a acumular retrasos de tres meses (ya sabes, Manuela, si los clientes no pagan, yo no os puedo pagar a vosotros, así que a llamarles y a reclamar facturas).

En esas que me dio la crisis de identidad, porque la mía fue global. Y en ésas que me quedé sin cárcel a la que acudir, porque me echaron del bufete por falta de rendimiento. Simplemente, me negaba a seguir siendo tan pringada.

Traté de publicar una novela, que además había escrito desde el bufete, lo cual tenía su morbo, lo reconozco. Y nada. Traté de encontrar una ONG que quisiera pagarme cuatro duros por mi abultado curriculum y conocimientos. Y nada. Hasta que di con una fábrica del sector del metal, en donde un jefe prendado de mis encantos, y no sólo profesionales me temo, me contrató con una promesa de incrementar mi ridículo sueldo en un plazo no determinado de tiempo.

Y aquí estamos. Tiempo tengo. Dinero no. Glamour tampoco, salvo el que yo me pueda proporcionar. Qué he hecho mal, dímelo tú, MMM?

Entonces leo el final de su entrevista. Dice Marta que "no tengo marido ni hijos, y no hay nada que me ate, es difícil encontrar a gente en mi situación, sin compromisos familiares ni laborales, y a veces puedo sentir algo de soledad". Y comprendo, feliz, porqué yo nunca haré carrera. Es un decir.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Una noticia sin morbo

Imagínate un mundo en el que los niños a los que no quiere nadie, de los que nadie se ocupa, fueran recluidos en centros cerrados, sin el amor de una familia, rodeados de otros niños igual de abandonados que ellos, y al frente pones a unos educadores que les amenazaran con dejarles sin visitas, sin llamadas, sin cartas, que no les arreglaran la calefacción ni el agua caliente mientras nieva afuera, si no escribían algo bueno sobre esos educadores todos los días. Verdad que suena siniestro?

Pues así lo ha escrito el Defensor del Pueblo en un informe sobre los centros de acogida de menores en las distintas Comunidades Autónomas de esta nuestra querida patria.

Si lo hubiera denunciado Amnistía Internacional, podríamos decir que esos son unos rojos de mierda que quieren amnistiar a todos los presos políticos. Pero lo ha dicho el Defensor del Pueblo.

Las autonomías se aprestan a decir que, por lo que a ellas respecta, todo está bien bajo su sol. El Departament de Acció Social y Ciudadanía de la Generalitat catalana así lo ha afirmado. A ella plim, que le prueben uno de esos casos de trato inhumano, vejatorio o degradante. No hace falta, señora Capdevila, ya tenemos bastantes negligencias con casos como el de Alba. La falta de medios puede ser una excusa, como la de los Jueces, pero no puede ser para siempre. Y sino, hagan huelga.

En Madrid ordenan una investigación de la Fiscalía. Pero este tema, que con mucho debería conmovernos, no tiene ni la mitad de morbo que La espía que yo amé, por Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre.

lunes, 2 de febrero de 2009

De qué duda Meryl Streep?

Empiezo por advertir que no tengo un buen día. El fin de semana ha hecho un tiempo horrible, con lluvias y cielo encapotado permanentemente. Mi garganta se ha ido al carajo y apenas puedo susurrar palabras mientras toso y me saco mocos. Mi hijo se ha despertado a las seis y media invariablemente, con la pereza que me da entretenerle a esas horas y hacerle entender, otra vez entre susurros, que no son horas de levantarse porque aún es de noche, que tampoco puede venir a nuestra cama porque no quiero que lo convierta en un hábito a esas horas, y que si su madre ni le habla ni le canta no es porque no le quiera ya, sino porque se ha quedado con las cuerdas vocales inservibles de forma momentánea y pasajera. A ver quién se lo hace comprender eso a un bebé.

Pero antes de llegar a este estado deplorable, tuve tiempo de ir a ver Doubt el viernes, o La Duda. Con una Meryl Streep que está absolutamente de oscar mientras encarna a la madre superiora perfecta, y un Philip Seymour Hoffman que confirma todos mis presagios de que los hombres, curas o no curas, se toman la vida mucho más relajadamente que nosotras.

Mientras yo me agobio a cada sollozo de mi hijo, debatiéndome entre si soy una buena madre o soy una madre horrible, mi marido piensa que es un bebé y que los bebés lloran por todo y para todo. Mientras yo me miro la barriga fofa y me pregunto si algún día podré volver a lucir un vestido como los de la noche de los Goya, sin tener yo el glamour y demás atributos de Leonor Watling, mi marido se come unas tostadas con membrillo y camembert aderezado todo con un buen vino blanco.

Y así podríamos seguir in eternum. Por qué querremos ser pluscuamperfectas? Es más, por qué nadie habrá decidido que tenemos que serlo y además exigírnoslo?

Pues bueno, yo a lo que iba. Meryl quiere que todo en la escuela de los años sesenta que regenta salga a la perfección, que los chicos sean responsables, que no hagan trastadas, que utilicen lápiz y no bolígrafo, que sigan sus horarios, en definitiva, que la disciplina sea su ley. Seymour Hoffman quiere jugar con ellos, quiere llevarles a beber whisky de vez en cuando, quiere que piensen... Y en estas que se les coló un negro en la trama. Niño negro de suburbio que quiere ser sacerdote, como su mentor.

Meryl, tan segura de sí y de sus procedimientos, es la guardiana moral de la estructura social en la que viven esos niños. Philip es el amigo de los niños. Alguien recuerda Del amor a los niños, de Arcadi Espada? Pues eso. Meryl es temida. Philip emulado.

En ese cuadro cerrado y hermético, quién le negaría un poco de amor a ese niño negro, aislado y discriminado por sus compañeros? Dónde está el límite entre el amor, el respeto, la comprensión, la protección, y la confusión?

Y lo más importante para mí. De qué duda Meryl Streep?