my time is now (Nike)

PASA PASA ESTÁS EN TU CASA

COMO EN TU CASA



martes, 30 de diciembre de 2008

El día que quise escuchar a WA

Woody Allen es uno de mis ídolos. Me gusta todo lo que escribe, todo lo que dirije, y creo que si supiera lo que piensa hasta de eso me declararía fan. Y sin embargo, en la Navidad de 1996 se me cayó un mito.

Había planeado viajar a Nueva York con Sandra, una de mis mejores amigas. Y a pesar del mal cuerpo que nos quedó después de la alcoholemia de Fin de Año, el día 1 de enero de 1997 nos embarcamos en la por entonces rimbombante American Airlines hacia NY. Yo viajé tumbada entre dos asientos, porque no podía parar de vomitar y sólo comía peras o manzanas. Pero poco a poco el malestar fue cediendo y llegamos al JFK muertas de sueño pero con mucho ánimo.

El hotel que nos habíamos reservado era una cutrez situada en el meollo de Manhattan. Me habían recomendado coger una habitación doble con cama de matrimonio, que salía más barato que dos camas. Que nadie me pregunte porqué. El caso es que mientras hacíamos la cola en recepción alguien gritó 'para quién es la habitación con cama de matrimonio?' y nosotras dos avergonzadas levantamos la mano.

Y le hicimos los honores. La cama no era muy grande, y casi se chocaba con las paredes, pero a pesar de eso y de que la calefacción emitía unos ruidos constantes y espantosos, dormimos como dos posesas durante las siguientes doce horas.

A partir del día siguiente nos dispusimos a pasear, shoppear, cenar en el River Café, tomar café en el Plaza, vagabundear por el mítico Central Park, bailar en algún club de dudosa reputación y, por fin, conocer al siempre admirado Woody Allen en su club de jazz. No recuerdo si el sitio donde tocaba su clarinete era el Harry's bar o un sitio de nombre parecido. Pero salía en todas las guías, y la New Orleans Jazz Band de WA tocaba todos los lunes.

Estuve atenta para que no se nos pasara la fecha, y reservé dos asientos con varios días de antelación. Lamentablemente el Harry's bar estaba de obras, me dijo una voz en off al otro lado del teléfono, así que la NOJB de WA tocaba ese mes en el bar del hotel Meridien. Ningún problema, reservé para el Meridien igualmente. Como era una voz robotizada no supo decirme si mi ídolo iba a estar o no tocando esa noche. Pero de todas maneras su mítica banda valía la pena. Disfrutaríamos de una noche de jazz que en nada tendría que envidiar al Blue Note.

Por fin llegó la noche del lunes, y Sandra y yo nos acicalamos para acudir a la cita musical, que estaba previsto que comenzara a las nueve y media, si recuerdo bien, a pesar de que la banda no llegaría hasta las diez. Es para hacer boca, me dije. Además, seguramente habrá mucha gente esperando para entrar y será como un buen concierto de los Rolling, pero en jazz.

El Meridien tenía de todo menos pinta de club de jazz. No había música ambiental, no había ni negros ni blancos tocando nada, no había luces bajas y ambiente de nocturnidad y alevosía. El habitáculo era un salón de hotel clasemediero con luces blancas y decoración en mármol y confort. Tampoco había mucha gente esperando, pero nosotras pagamos nuestra entrada religiosamente, creo recordar que 25 dólares de entonces, y eso nos dio derecho a un asiento y una mesita para dos. Enseguida vino el camarero, nos preguntó qué tomaríamos, y pedimos sendos vinos blancos, que como tampoco estaban incluidos en el precio, sumaban otros 25 dólares por barba.

Enfrente de mí, delante de mi copa, tal que si hubiera acudido a una boda y hubiera un cartelito con mi nombre en mi asiento, había una amable nota de la dirección del hotel que rezaba así, y lo digo textualmente porque recuerdo cada palabra: "It is not confirmed that Mr. Allen will join us tonight".

Cuando vimos eso, nos empezamos a mosquear de verdad. Llevábamos gastados 50 dólares cada una, habíamos renunciado a una soirée en un verdadero club de jazz, para acudir a un frío hall de hotel donde no había ni músicos ni ambiente y donde, para más datos, tenían estandarizada una nota que confirmaba nuestros peores presagios. Quizá Mr. Allen no acudiera esa noche.

No te preocupes, le dije a Sandra, porque aún en el hipotético caso de que WA no acuda esta noche, porque quizá tiene otras ocupaciones como escribir un guión maravilloso con el que nos haga gozar la próxima temporada, su banda debe ser muy buena. Aquí se creará un ambiente jazzístico en breve y podremos disfrutar la velada, con o sin Allen.

Así que nos relajamos y pedimos otro vinito para endulzar la decepción. Otros 25 más propina obligatoria.

Es evidente que WA no apareció. Pero su banda sí. Y bueno, eran una banda corriente de jazz. No fue ni mejor ni peor que otros conciertos que he escuchado de jazz. Sí bajaron algo las luces, y por un momento llegué a vibrar, más por necesidad que por entusiasmo. Pero el espejismo duró lo que dura un telediario. A los tres cuartos de hora de comenzar ya estaban recogiendo. El público logró amortizar la entrada con otro cuarto de hora más de regalo, pero el resultado final fue que la banda de WA recogió sus bártulos, literalmente, a las once de la noche, y a las once y cuarto ya nos habían echado del salón clasemediero del Meridien.

No es que el concierto fuera breve, es que se acabó la banda y se acabó el salón. Ni disfrutar de la última copita, ni relajarse con el ambiente, ni acaramelarse con la pareja, que en mi caso no había lugar. Se fueron todos como la carroza y el vestido de Cenicienta. Yo me negaba a levantarme del asiento hasta que un amable caballero nos increpó a levantar el culo y unas limpiadoras vinieron con los cubos de fregar. No serían ni las once quince de la noche.

Algún día le diré a WA cómo me sentí esa noche de estafada. Espero que su concierto de anoche en el Calderón de Valladolid tuviera un poco más de fondo de armario. O, a lo peor, que el clarinete de WA no fuera de cartón piedra, como las Fallas de Valencia.

Que tengas una buena entrada de Año y que bailes como si nadie te estuviera viendo.

lunes, 29 de diciembre de 2008

El pan si es bueno no engorda

Felices Navidades a todos, lo primero, y gracias por los mensajitos de apoyo al blog y a Manuela, eso es lo que cuenta, si ves que uno, por uno que sea, te sigue y se divierte o se enoja con la lectura de este blog, ya valió la pena sentarse a escribirlo. Sin lectores se convierte en una bitácora de las de antes, cuando éramos pequeños y guardábamos nuestro diario bajo siete llaves.



He estado ausente una semana entera, con sus días y sus noches. Que si se me ha hecho largo? Un poco sí. No escribir, no ver una línea de ordenador, no pisar un teclado con los dedos, no aporrear teclas enfurecida por los asuntos que pasan, es una carencia.



Ayer cuando volvimos de las vacaciones navideñas en familia, mi marido estaba malhumorado, y yo estaba triste. El necesitaba desconectar de la realidad y volver a su mundo de ficción. Yo necesitaba un café con leche, un periódico y no tener horas en el reloj. Ah, y dormir una mañana hasta más allá de las ocho.



Mi hijo ha sido la delicia de las vacaciones. Con sus cachetes, con sus dos dientes de ratón, y con una sonrisa espectacular. La estrella de todas las fiestas. Y sin embargo, hoy necesitaba un café y un papel que leer en el Buenas Migas de los Jardinets de Gracia. Sin testigos, sólo los turistas que pasan por allí.



Me topé con un montón de noticias que he ido guardando en mi bolso durante las vacaciones, para poderlas digerir con calma. Y entre las que me queman en la mano encuentro que al Juez católico Calamita le han condenado a dos años de inhabilitación, que por supuesto va a recurrir, por retraso malicioso e intencionado de la justicia. También va a recurrir contra las psicólogas, que por lo que él alega dieron su opinión favorable a la adopción por las dos lesbianas sin siquiera entrevistarlas. Ni lo uno ni lo otro, digo yo.



Mientras tanto, en Madrid el foro de la familia y Rouco Varela se han pronunciado a favor de la familia tradicional y en contra de otros núcleos familiares menos ortodoxos, por dejarlo en algo mínimamente digno. Eso no es intolerancia? Y es que mi madre está convencida de que ZP lo que quiere es destruir a la familia. Pero él tiene una familia, le espetó mi marido. Con su esposa heterosexual, con sus hijos biológicos y todo. Bueno sí, contestó la suegra de mi marido, pero no has visto todo lo que está permitiendo, dentro de poco hasta los transexuales tendrán familia numerosa. Ay, cuánto infecta Jiménez Losantos -no sé ni cómo se escribe su nombre ni quiero saberlo-. No podríamos avanzar para caber todos, digo yo, los unos y los otros? El día en que los homosexuales se proclamen defensores de la destrucción de la familia hetero estaremos en igualdad de condiciones, por ahora sólo quieren sumarse a las tradiciones, que yo sepa.



Y por último, estoy enfurecida con la prensa. Pero no pueden dejar de dar nombres y apellidos de niños protagonistas de malas noticias? El País del 17 de diciembre encabezaba así una de sus noticias: "Maite, una niña que ahora tiene ocho años, es la principal testigo de cargo del caso Alba, a pesar de que su padre, Francisco Javier Pérez, es uno de los acusados...". La Ley del Menor no permite que se revele la identidad de los menores implicados en causas penales o civiles o en noticias que simplemente puedan perjudicarles. Eo, hay alguien ahí para defenderles de la publicidad negativa y nefasta?



En otra noticia del mismo diario, del lunes 22 de diciembre, otro periodista denuncia que un crío se ha convertido en la "estrella" de su colegio, precisamente por el protagonismo que ha adquirido frente a los medios al ser el destinatario de una sentencia que le ha alejado de su madre por un año. Te acuerdas de lo que comenté en otro post sobre la mujer sordomuda que pega al hijo en la nuca, después de que él le tire una zapatilla y no haga los deberes, con tan mala fortuna que le hace sangrar y acaba en una acusación de maltrato? No sé quién le perjudica más, si la jueza con su sentencia extemporánea y desproporcionada, en mi opinión, o los medios de comunicación y el pueblo entero manifestándose a favor de la unión de la madre y el hijo. Es difícil medir este tipo de expresiones populares, y mucho más limitarlas. Y si eres periodista, qué vas a hacer, no cubrir la noticia, ocultar la identidad del protagonista cuando los demás no lo hacen? Es difícil, me hago cargo.

En otro orden de cosas, en Córdoba una pareja intentaba comprar un hijo por 20.000 euros. La primera noticia que leí hablaba de 2.000 euros, pero las siguientes engordaron la cifra en un cero más. Parece que tirando del hilo, ha salido toda una red mafiosa de venta de niños africanos, solapada tras el manto de una supuesta ONG llamada Africa Negra, que traía niños de vacaciones y no volvían jamás. Los padres solicitantes parece que han salido exculpados y exonerados de culpa. A pesar de que yo estudié en la facultad que "la ignorancia de las leyes no exime de su cumplimiento", en este caso muy probablemente los adoptantes se vieron envueltos en una maraña de mentiras y apaños entre los que debió ser imposible descubrir la verdad o la mentira de la trama. Sólo se les puede acusar de querer una adopción rápida cuando es un proceso que cuesta años y mucho papeleo. Pero quién sabe qué milonga les contaron? Se me hace complicado saber si estaban o no en el ajo. Y no vale lo de que esos niños hubieran tenido una vida mejor. Fuera los paternalismos, un hijo con quien mejor puede estar, si es que puede estar, es con sus padres, siempre que quieran tenerlo y le puedan ofrecer un mendrugo de pan para comer todos los días. Otra conclusión sería fatal para el desarrollo de la humanidad, no?

Y eso enlaza con mi última idea de hoy. Mi hijo ya no quiere teta, ni quiere juguetes de Chicco ni de Fisher Price. Mi hijo lo que quiere es una buena barra de pan que morder, y si está duro, mejor.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Tiene usted dinero?

Suena el teléfono. Estoy cambiando el pañal de mi hijo, son las ocho de la tarde, y supongo que será mi madre o mi tía o mi suegra. Quién más llama hoy en día al teléfono fijo de la casa? Ah, sí, me olvidaba, todos los teleoperadordes que trabajan en España pasan alguna llamada por mi casa alguna vez. Normalmente soy un poco estúpida con ellos. Doy una escuetísima explicación de porqué no voy a contestar a sus preguntas y me cuelgan antes de que les cuelgue yo. Pero esta vez sonaba diferente. Era de una oenejé. No me irían a vender nada, así que puse el auricular entre el hombro y la oreja y contesté amablemente.

-Bon día, soc de la Creu Roja, puc parlar amb la senyora Manuela si's plau?
-Bona tarda, bona tarda. Soc la Manuela, diguim.
-Le volíem fer unes petites preguntes, si no li bé malament. (pido disculpas por mi catalán patatero, pero así sonaba)
-Bueno, estic cambiant al nen y le tinc que donar de sopar, pero diguim, diguim.
-Voliem sapiguer qué opina vosté de la Creu Roja?
-De la Creu Roja? Pues sí, si no le importa se lo cuento en castellano porque me expreso mejor.
-Cap problema.
-Pues bueno, yo con CR tengo alguna experiencia. Cuando era muy jovencita, como de quince o dieciséis años, colaboré con vosotros. (le cambio al tú, así parecemos más colegas). Y la verdad que no fue muy bien. Me dieron un montón de formación para trabajar con menores, un montón de cursos gratis, y luego cuando era la hora de comenzar a colaborar en proyectos, resultó que los proyectos no salían. Así que la CR se gastó un montón de dinero en formar a gente que luego no pudo ocupar en nada de voluntariado. Un poco incongruente, no?
-Bueno, pero hemos mejorado mucho. Eso claro fue hace mucho tiempo, pero tiene una opinión más reciente?
Creo que me está llamando vieja, pero lo pasaremos por alto. Qué sabe ella cuando tuve yo quince años?
-Bueno, para los conflictos internacionales creo que sí trabajáis bien. Tenéis algo muy positivo, y es que sois neutrales, no intervenís con opiniones políticas, y eso hace que podáis entrar en todos los conflictos para ayudar a las víctimas. A veces sois los únicos a los que os dejan intervenir. Verás, es que yo colaboro con Amnistía Internacional, ya sabes, temas de refugiados políticos etcétera. Pues bueno, siempre que nuestra gente ha pedido para subir a un barco que llega al puerto, por ejemplo, y atender a los solicitantes de asilo, pues siempre se monta lío, no quieren que subamos precisamente para que los que están de polizones no pidan el asilo... y bueno, los únicos que siempre pueden subir sois vosotros...
-Ajá. Y bueno, entonces...
La interrumpo. -Por cierto, que tengo una amiga que está tratando de donar ropa para alguna ong, y ahora que te tengo al teléfono. Verás, es una textil de ropa infantil, y no saben qué hacer con los excedentes de ropa defectuosa para niños que generan. No los pueden vender, así que los quieren regalar a alguien que los necesite, pero claro, no quieren encima pagar el transporte. Yo les he dicho que hay que buscar una ong potente, grande, que se pueda permitir una camioneta o algo así para recoger la ropa. Tú sabes si CR podría estar interesada? O igualmente, ya que estás en esto, alguna otra ong que pudiera querer ropa infantil?
-Verá, es que yo no me ocupo de esos departamentos. Es que yo...
-Ajá, pero bueno, sabrás a quién referir la información, por lo menos?
-Pues es que yo simplemente estoy aquí para recaudación de fondos, mi función es recabar fondos de la gente...
-Bueno, esto no serán fondos en metálico, pero oye una buena ropa infantil... Y sino, quizá Cáritas, no crees?
-No lo sé. Lo que podría hacer usted -y dale con llamarme de usted- es llamar a otro departamento que se ocupe de estas cosas...
-Qué departamento sería?
-La verdad que no lo sé. Ya le digo, yo sólo me ocupo de captación de fondos.
Y por lo que veo, pensé, nunca te ocuparás de nada más, cariño. -Bueno, dado que tú eres CR, no deberías ser tú quien buscara a ese otro departamento y les dieras mi teléfono? O pretendes además que les busque yo a ellos para regalarles la ropa? Yo te doy una información, si os interesa bien, pero al menos esperaba que hiciérais el esfuerzo de buscar vosotros a quién pudiera interesar...
-Ok, señora, yo buscaré la información y les diré que le llamen a usted. Muchas gracias.

Nunca me han llamado, claro está. Lo que es seguro es que me han borrado de la lista para siempre. La pena es que lo de la ropa no era para ahuyentarla, era de verdad.

Tengo más anécdotas con ong's. Hay una con Humana que merece todo un capítulo.

Feliz Navidad!!!

Para el que le gusten las Navidades, para el que las odie, para el que llore porque no tiene a alguien que quiso, para el que llore porque no tiene a alguien que querría tener, para el que lo tiene todo y se aburre, para el que se ha quedado en paro y no le queda paro, para el que sueña con no aguantar a la familia en Navidad pero no sabría qué hacer sin ella, para el que la pase sólo en el desierto de Nevada, para el que no la celebre porque no le da la gana, para el que está deseando que pasen estos días y volver a sus rutinas diarias, para el que disfruta con el alumbrado navideño de las calles, este año adelantado a noviembre para fomentar el consumo del personal, para el que odia el consumo navideño y siente que se ha perdido el sentido de la Navidad, para el que nunca acierta con los regalos y para el que siempre se queda corto en el gasto, para el que se niega a dejar de creer en los Reyes Magos de Oriente, y para el que está harto de tanta felicidad subliminal... y también para la gente que simplemente se lo pasa bien

miércoles, 17 de diciembre de 2008

No sólo de leche vive el hombre

Lo de hoy no es un post de opinión, ni de información, es un post de socorro ayuda!!! No me importa que hayan bajado los tipos de interés, que los bancos americanos presten a coste cero -que no sé yo para qué van a prestar si no le sacan rendimiento a la inversión- ni que haya ERES pululando a mi alrededor. Ni siquiera me importa que estoy a punto de cogerme vacaciones.

Lo de hoy es más acuciante para mí que todo eso. Mi hijo no quiere comer nada que no sea leche, biberones de leche, papillas de leche, cereales con leche. Se ha vuelto monocolor, rechaza todo tipo de verduras, todo tipo de pollos y terneras triturados con las verduras, todo tipo de frutas digestivas y nutritivas, a la plancha o al vapor, le da lo mismo, endulzadas con galletas maría, sólo quiere cereales y leche de soja, porque el pobrecito tuvo cólicos y todavía no toma leche de vaca. Así las cosas, sin verdura ni fruta, me temo que se quede chiquitajo y enfermizo, o glotón y obeso de tanto cereal y tanto pan duro.

Hasta hace una semana, comía su verdura al vapor con normalidad, con voracidad incluso. La fruta hace tiempo que le pareció un asco. Así que, en vez de ampliar gustos, los va reduciendo paso a paso... Será genético? Su padre siempre está dispuesto a experimentar nuevas sensaciones culinarias. Yo soy más de si me gusta esto para qué voy a pedir otra cosa? Y si voy a un restaurante, estoy deseando que no haya desaparecido de la carta mi plato favorito para no cambiar. Cuando amo algo, lo amo para siempre. Pero el niño más bien es inconstante, y sino porqué ahora rechaza lo que le gustaba hasta hace una semana y se repliega en sus posiciones de recién nacido? Qué va a ser lo siguiente, que quiera volver a tomar de mi pecho?

Por eso, amiga del ciberespacio, lector amable, madre experimentada, tienes algún consejo que darme?

martes, 16 de diciembre de 2008

Finánciate las Navidades

Si no tienes con qué pagarte el cotillón de este fin de año, que por lo que he podido constatar siguen por las nubes -en qué estarán pensando los dueños de los hoteles y restaurantes- siempre puedes pedirle a tu mujer, u ofrecerte a ti misma, una buena donación de óvulos.

Por definición, las donaciones de cualquier parte de tu cuerpo, y los óvulos están incluidos, son gratis. O sea, no puedes vender un riñón al mejor postor, pero tampoco unos cuantos óvulos. Y anónimas. Bueno, lo segundo puede que se cumpla, pero lo primero?

El Instituto de Infertilidad Valenciano en Castellón ofrece 900 euros a cada donante de óvulos. Claro que no es el precio en que valoran los óvulos de la donante, sino una pequeña indemnización por las molestias. Que son unas cuantas. Por lo que sé, hay que hormonarse primero y después someterse a unos pinchazos y extracciones por ahí abajo. Todo eso le cuesta al Instituto 900 euros por persona. Mi madre tenía una chica limpiando en casa que se había financiado un equipo de música completo con lo que había sacado de las donaciones, llevaba ya tres o cuatro a los 21 años.

La noticia es que se han disparado las ofertas de donación de óvulos en Castellón hasta un 133% más de lo habitual, achacable a la crisis económica que padecemos, según interpreta el director clínico del Instituto de Infertilidad.

Teniendo en cuenta que los cotillones selectos no bajan de los 150 euros por persona y noche, con una donación te pagas el cotillón de la pareja y hasta un fin de semana en un hotelito rural. Que quieres, por ejemplo, pasar la noche en el Balneario Vichy Catalán de Caldes de Malavella? Ningún problema, si te das prisa en cobrar los dineros por 630 euros la pareja puedes pasar la noche del 31 en el balneario, cenar en cotillón y relajarte con una oferta de sauna+piscina+masaje. Ves? Aún te sobran 270 euros para extras.

Se me olvidaba. Si eres hombre a lo máximo que puedes optar por un poco de tu precioso semen es a 60 euros por extracción, por las últimas informaciones que tenía. Pero no es discriminación, es que al hombre le basta con una sala llena de revistas porno y unos minutos de pajilla, y a la mujer hay que hacerle una intervención en toda regla. Nuestros gametos no cuestan lo mismo de sacar, como tantas otras cosas.

Pero vuelvo al segundo punto, el del anonimato. Esto vale para todos. En España la donación es anónima por definición, así que no se puede donar para tal o cual pareja de amigos, como sí se puede hacer en otros países. Se supone que cada hospital tiene su registro de datos de donantes, absolutamente confidenciales y bajo llave, pero se supone también que existe un registro central de datos, previsto por la ley, que consigue que las mismas personas no donen una y otra vez para pagar todos los plazos del ordenador o del coche. Una ginecóloga me dijo que no es bueno donar más de dos o tres veces en tu vida, aunque desconozco las razones médicas. Pero la misma médico me reconoció que no existe tal registro central de datos, con lo que no hay forma de controlar a las universitarias que postulan al puesto de donante anónima. Y, en confianza, me dijo, hay tantas dificultades para conseguir donantes que a nadie le interesa controlarlo.

El problema lo tendrán cuando todos esos niños nacidos de donante anónimo crezcan, y quieran conocer los datos del donante, según el derecho que les concede la ley de técnicas de reproducción asistida. La identidad del donante se mantiene anónima, salvo riesgo grave para la salud o la vida del niño nacido fruto de la donación, pero se pueden conocer datos como el color de su pelo, el color de sus ojos, su altura, y quizá rasgos de su personalidad. Queda pendiente que haga un estudio personalmente de este asunto. Sería interesante saber qué datos se recaban de los donantes.

Claro que, para pedir sus datos, primero tendrían que saber que fueron fruto de técnicas de reproducción asistida, y que sus datos genéticos no coinciden con los de su padre o su madre. Y de momento nada obliga a los padres a contárselo. Pero ése será otro debate. Seguirá.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Los otros

Hasta que tuve un hijo, nunca supe que tenía vecinos. Había seres que entraban y salían del ascensor, a veces incluso se cruzaban conmigo. Intercambiábamos palabras como qué tal, bon día, que vagi bé, y tal y cual. Pero eran seres de otra dimensión, no sabría decir ni de qué color tiene los ojos mi vecina de enfrente. Es más, no sabría decir ni cómo se llama, ni aún ahora.

El día que me casé, mi madre les envió a los del piso de abajo un pastel de celebración, como si fuera mi cumpleaños. Pero eso fue mi madre, yo seguía sin saber sus nombres.

Y de pronto un día das a luz. Y sales al rellano de la escalera con un carrito que no sabes cómo entrar en el ascensor, con un enano que berrea y berrea, y tu vecina de puerta te ayuda a entrar el carro de costado, sonríe a tu retoño, se interesa por su estado de salud, tu vecina de arriba te informa de que es pediatra y te pregunta porqué lagrimea el ojo de tu hijo, tu otro vecino americano discretamente te cuenta que le escuchan llorar de madrugada... y de golpe y porrazo, empiezan a cobrar entidad, forma, colores...

Sigo sin saber qué pie calzan, ni de qué color tienen los ojos, ni sé cómo se llaman la mayoría de ellos, pero de repente les sonrío como si fueran gente que un día me puede hacer un favor, sacarme de un apuro, y porque son gente con la que, en esos días en que tienes que pasear al niño y el mundo no te comprende y la noche ha sido larga y ardua y no pasaban las horas, de repente una voz cálida en el ascensor te cuenta que ha pasado por lo mismo, que hay luz al final del túnel, le toca la cabeza a tu hijo, y tu hijo le sonríe.

Estamos rodeados de otros, que nos acompañan y nos escuchan a través de la pared. Y cuando te sientes más sola que la una a las dos de la mañana, y tu hijo no para de berrear sin saber porqué, y tu marido ronca pero tampoco tiene sentido despertarle porque no sabrá cómo ayudar, me gusta pensar que hay otra vecina, que no es una asesina en serie, como sugería en otro blog, sino una pediatra, o una enfermera, o simplemente otra madre más.

Hablando de otros, una señora por la calle nos interpeló a mi marido y a mí mientras disfrutábamos de la paz de un paseo frío y un cigarro a medias. Nuestro hijo dormía plácidamente en su carrito, tapado por mantas, gorros y peluches. Y de pronto, una mujer de ochenta y dos, como la esposa de André Gorz, querida D, se sentó al final de nuestro banco. No tenía hijos, no tenía buenas piernas, no tenía apenas ánimo para subir la cuesta hasta su casa. Pero tenía ganas de conversar.

viernes, 12 de diciembre de 2008

M

Dice Toshiharu Sakai, un vicepresidente de multinacional en fase de despidos globales e indiscriminados, que "los países emergentes están aumentando su capacidad de producción a gran velocidad, por lo que los avanzados no serán elegidos como lugar de fabricación de nuevos productos a no ser que consigan un salto significativo en calidad, costes, tiempo y flexibilidad".

Últimamente tengo la sensación de que la multinacional y la mujer occidentales pasan por apuros similares. A la multinacional se le exige que sea buena, barata, rápida y ágil de movimientos. A las mujeres no se les pide que sean baratas, pero sí que gasten lo menos posible. Si no es mucho pedir, que estén buenas ayuda. Y si además se mueven rápido en la cocina y en la oficina, entonces ya estamos casi en la mujer perfecta. Que sea lista tampoco es imprescindible, y casi que empeora todo el resto de requisitos con el tiempo.

Te voy a dar

Una madre sordomuda pega a su hijo sordomudo. Le da más fuerte de lo previsto y le causa lesiones de importancia. El niño acude a su centro escolar, allí le detectan los moratones por el cuello y le acompañan al centro de atención primaria, a que le hagan un chequeo. De ahí se deduce un maltrato achacable a su madre, que acaba en el juzgado. La madre ha sido juzgada y condenada a una pena de cárcel y alejamiento de su hijo por un año. Lo que todavía no ha decidido el juez es cómo se come esa separación de la madre y el hijo, ambos con una minusvalía y supongo que con un buen entendimiento entre ellos, a pesar del golpe propinado.

El defensor del menor de la Comunidad de Madrid comentaba esta mañana lo absurdo de una sentencia que llega con dos años de retraso, porque la bofetada se produjo hace dos años y es ahora cuando se pide el alejamiento de la madre. Bendita justicia, si ya lo decía Ferrín Calamita, el juez católico de Murcia, que su supuesto retraso malicioso en la impartición de justicia no es más que el paso lento y con pata de elefante de la justicia en España. No veamos mala fe en su actuación.

La conclusión es que cuidado padres con levantarle la mano a vuestro hijo. Si mete los dedos mojados por sus babas en el enchufe, diálogo, cuéntale que está mal, que se va a electrocutar, que te va a joder el fin de semana en urgencias. Si te hincha mucho las narices, le dejas sin postre, le dejas sin tele, sin consola, pero no le pegues. Podría denunciarte. Y dónde esté el límite depende de un ser humano que podría ser como el juez Ferrín, o incluso peor.

Te acuerdas de cuando nuestros padres nos amenazaban con una buena paliza? Hay que ver qué cambiado está el mundo. Nuestro mundo. Y feliz fin de semana en familia.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Rutina eres

Tengo un amigo que es poeta. Pero poeta de los de toda la vida, con su casa alquilada por cuatro duros, su poca calefacción, su venta de libros en la calle haga frío o calor, y en definitiva, su soledad de poeta a cuestas.

A veces le envidio. El no se tiene que levantar todos los días a las siete, escuchando un horrible despertador, aguantar un tráfico de mil demonios y llegar a una oficina donde cuatro impresentables se creen los dueños del mundo por ser directores de algo. El mejor jefe que he tenido para esto era Oliver. Oliver nunca se presentaba sólo con su nombre o apellidos, sino que te daba la mano y te decía 'qué tal, soy Oliver lo que sea, socio residente de menganito y fulanito partners'. Yo pensaba en qué sería de él si un día no era el socio residente de una firma de abogados, pero ya ves, un día se compró un barco con el dinero que dejó de pagarnos a todos, se fue a navegar y no pasó nada de nada.

Pero a lo que iba. Mi amigo el poeta no se levanta a ninguna hora concreta, ni aguanta jefes ordinarios ni se sopla reuniones infumables. Y sin embargo, descubrí después que también él tiene sus momentos difíciles. Sus momentos de soledad, de apuros económicos, de melancolía. Nadie escapa al tiempo, pensé. Ni los poetas coherentes.

En otro orden de cosas, he descubierto que mi hijo ya sabe echar de menos. El fin de semana le dejamos con su abuela, y a la vuelta no quiso comer conmigo ni un plato de sopa. Resistió como un campeón sin probar bocado, creo que para demostrarme que él también me puede ignorar. Ayer sufrió otro ataque de rebeldía, cuando decidió llorar durante casi una hora entera de reloj porque no le sacábamos de la cuna al primer llanto. Educarle para dormir, educarle para dormir, educarle para dormir, me repetía yo, mientras se me partía el alma de verle la cara de desvalimiento cada vez que me acercaba a ponerle de nuevo el chupete y volver a cubrirle con la manta. Mi marido estaba viendo una película, o tratando de verla, mientras yo dramatizaba la situación y me agitaba a su lado acusándole de no hacernos caso ni al niño ni a mí en nuestra desolación. Su actitud era más madura que la mía, pero no por eso más comprensible para mí. Creo que mi hijo simplemente estaba echando de menos a su abuela en la cama de al lado.

Le espeté a mi marido un 'vete a verle tú ahora', y descubrió que el pobre crío se había vomitado encima, manchándose pelo, pijama, sábanas... Le cambiamos enterito, le acuné durante un rato corto, y con gran pena tuvimos que volver a acostarle solito. Qué dura es la vida de un bebé. Ya desde pequeñitos les hacemos animales de costumbres, y es que el ser humano necesita rutinas para sobrevivir, quizá mis rutinas sean levantarme a las siete, aguantar el tráfico infernal, lidiar con más de un cretino en la oficina, comer con la prensa, pasear a mi hijo, hacer abdominales en el gimnasio, y vuelta a empezar. Siempre digo que voy a romper la rutina, pero creo que secretamente me gusta.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

el juez católico

Ferrín Calamita es ese juez que ha puesto trabas y más trabas a la adopción por parte de una pareja lesbiana. Hasta que una querella y varios artículos periodísticos de denuncia le han puesto contra las cuerdas, de modo que ahora se halla pendiente de una resolución judicial que puede expedientarle, inhabilitarle como juez, mandarle a la cárcel, y/o imponerle una multa.

Según los hechos, Vanesa y Susana, como él las llama coloquialmente -como si de dos amigas se tratara- cuando habla por la radio, acudieron a la inseminación artificial para tener un hijo propio. Una de ellas, no sé cuál, se inseminó con semen de donante anónimo, como marca la ley española, y después su pareja solicitó la adopción del bebé nacido fruto de esta reproducción.

Cuando los hechos se produjeron, la ley española ya había admitido el matrimonio homosexual. Hasta ahí ningún problema. Sin embargo, para la adopción se requería comprobar por parte de un juez la 'idoneidad' del o la adoptante. Ahí se toparon con Ferrín, el juez católico.

En un principio y sin entender nada, a uno le podría parecer que un juez católico en un juzgado de familia es lo más apropiado desde cualquier punto de vista. Familia, catolicismo, acaso no han ido siempre parejos? El problema viene cuando se trata de evolucionar, por decirlo de algún modo, el concepto de familia. Cuando comienza a haber más y más familias monoparentales y también familias homosexuales.

Algunos, como el juez Ferrín, rebaten -por no decir repudian- el concepto de familia homosexual, especialmente si hay hijos de por medio. Así que el juez de Murcia desenfunda su espada justiciera y decide que ningún gabinete de psicólogos conoce mejor que él lo que conviene al menor en cuestión. Y lo que no le conviene nada son dos madres lesbianas. De toda la vida, si es que madre sólo hay una. Qué es eso de dos? Y si le contagian sus vicios?

Digo lo de los psicólogos porque, entre las varias acusaciones que penden sobre él, desde prevaricador hasta retrasador malicioso de la justicia, de lo que está muy orgulloso es de haber solicitado uno tras otro varios informes de gabinetes psicológicos que pudieran determinar la no idoneidad de la adoptante para el cargo de segunda madre. Incluso pidió que examinaran a la madre número uno, la gestante, para dilucidar si ni tan siquiera ella estaba capacitada para ostentar la patria potestad sobre su hija/o.

Al haber obtenido hasta ahora toda la información sobre este caso de El País, pensé que pudiera ser sesgada, malintencionada o parcial, en favor de unas teorías zapateristas muy de moda y políticamente correctas. Sin embargo, mi estupor llegó esta misma mañana, cuando escuché a Ferrín -si él llama a las madres Vanesa y Susana supongo que yo puedo llamarle a él cariñosamente Ferrín- en la radio, Onda Cero, declarar sin ningún pudor cómo exigió efectivamente hasta tres informes de psicólogos, porque los anteriores no le satisfacían, o bien que todo esto es una confabulación para echarle del Juzgado de Murcia, o bien que le están penalizando por ser católico.

Pensé en el pobre Ferrín, que podría quedarse sin trabajo. Y a continuación pensé que si se queda en paro siempre puede llamar a la puerta de los Tribunales eclesiásticos, mucho más acordes con su evolución que la del Código Civil. Y me quedé más tranquila.

martes, 9 de diciembre de 2008

No soy una activista

El viernes pasado, mientras esperaba impaciente para coger un vuelo que me sacara de la ciudad y sus problemas, me fui dando cuenta, a medida que la tarde avanzaba, de que no soy ninguna activista, y de la pereza en general que me causaría serlo. No será políticamente correcto, pero tengo al menos que reconocerlo.

El primer choque brutal con mi realidad se produjo cuando abrí la prensa y me encontré de sopetón con un Josep Piqué que discutía a lo Ralph Fiennes en El jardinero fiel con su Rachel Weisz particular, una estudiante de ciencias políticas de la Autónoma de Madrid. Después de sufrir la humillación de la estudiante, que, la verdad, pagaría por haberla visto, se topó con estudiantes encapuchados en la Universidad de Barcelona. Entre Plan de Bolonia y tal y cual les dio tiempo a encapucharse a lo Guantánamo y abuchear al pobre Piqué, que vuela en Vueling a Guantánamo. Vaya con los estudiantes, están que se salen. Ya era hora de que se pusieran a politizar las aulas, como he escuchado que hacían en la transición. Desde luego mi época ochentera y noventera universitaria se caracterizó por la asepticidad más estupenda.

A pesar de no ser seguidora de Piqué, confieso que sentí su desaparición del pp catalán, por cuanto me parecía una de las opciones moderadas del partido. Sin embargo, los titulares de El País que le citaban no eran nada alentadores: "no tengo ningún problema moral" dixit.

Fue entonces cuando caí en la cuenta. Piqué, Presidente, compañía aérea, Vueling... y yo, Vueling, vuelo a Roma... Debería boicotearle y devolver mi billete aéreo y renunciar a mis vacaciones, en nombre de la coherencia? Dejar de ingresar dinero en las cuentas de una compañía cuyo Presidente te lleva a Guantánamo?

Pensé en mi primo. En ese primo que tengo piloto de aerolíneas y que trabaja para Vueling.

Todavía con un montón de remordimientos y sentimientos encontrados a cuestas, llegué hasta la
terminal de embarque, la puerta veinticuatro. Y por si fuera poco irme de viaje sintiendo que dejaba tirados a todos los estudiantes que se encapuchaban y luchaban por la libertad, apareció un grupo familiar que completó la tarde.

El operador de la aerolínea nos informó de que este vuelo está a punto de embarcar, y rogó a las familias que viajen con niños para que se personen y entren al avión en primer lugar. Allá que te vas dos familias vestidas enterito de Custo Barcelona. Padre de familia cuarentón y con un niño de meses a cuestas que se parecía mucho al mío. La madre con el carrito y los múltiples enseres que hace falta trasladar para un fin de semana de nada. Caras de contento y de alborozo, y en eso que una trabajadora oriental de Vueling les niega la entrada al avión. Sabrá ella que trabaja para una compañía cuyo Presidente lleva presos a Guantánamo, tal y como dicen los estudiantes? Es más, le importará tanto como a mí?

La cosa se puso más y más fea. Los papás que no llevan más que el Libro de Familia, documento que no sirve para traspasar las fronteras. Pero no estamos en Europa? Sí señor, el pasaporte, sis plau. Esto no pasaría si yo fuera famoso, le espeta el que va vestido de Custo. Ya, señor, pero no es usted famoso, piensa la china, el pasaporte o no entra, sis plau, le repite.

Se armó la marimorena. En eso que una abogada que había en la cola, en la misma cola que estaba yo, y que a la sazón también soy abogada de vez en cuando, se personó para alentar la discusión y ofrecerse a intermediar con la compañía. Los clientes deberían haber sido avisados de su error cuando facturaron sus maletas, es decir hace dos horas, y no ahora, a punto de embarcar. Unas tetas enormes preceden a la abogada, pero el oficial de Vueling no se siente para nada intimidado, a pesar de su juventud, y le anima a presentar todas las denuncias que quiera, pero los de Custo no suben al avión. Y en cuanto a ella, si quiere quedarse por solidaridad, no hay problema. La abogada volvió a la cola discretamente, no sé si después de haberles dado a los papás una de sus tarjetas de visita.

La señora detrás de mí se indigna. Opina que no tienen porqué viajar si no saben qué documentación tienen que llevar para sus hijos. Y sobretodo que nos dejen embarcar a nosotros, que no tenemos la culpa de que sean unos inútiles. A todas éstas, el papá vestido de Custo sigue sin dejar a su bebé de diez meses en el carrito, lo carga en brazos, y a mí me parece que en cualquier momento suelta al niño y le arranca un sopapo al oficial de Vueling que lo deja seco.

Por mi parte, me dediqué a bostezar, cotillear lo que pude e informarme sobre qué errores no cometer la próxima vez que viaje con mi hijo. Ergo, no soy una activista, por mal que me pese, ni global ni local.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Regalo de Navidad para Martin

Miré alrededor, sosteniendo un gin-tonic en la mano que sabía a rayos. ¿Por qué no aprenderían nunca los belgas a preparar una mezcla como dios manda? La gente andaba dándose codazos por conseguir una bebida. Mientras tanto, Valentín y Oliver se miraban de lejos y se odiaban. Lola discutía con Roger de política nacionalista, y él miraba por encima de su hombro, tratando de dar con alguna mujer que le aburriera menos. Amanda flirteaba con dos diplomáticos y un ministro, en las narices de su marido. Y todos hacían contactos y trepaban de rama en rama. ¿Quién iba a notar mi ausencia a estas alturas? Así que a pesar de mi enfado con ellas, noté cómo mis pies se dirigían hacia la sala de los abrigos, y de ahí a mi coche. Y mi coche enfiló por la rue de la Loi, después torció por el Palacio Real, y en dos minutos más me había plantado en la plaza del Sablon. Aparentemente los belgas tenían demasiado frío para festejar ese jueves, porque no encontré ni tráfico ni problemas de aparcamiento. Dejé el coche sin problemas en la plaza y me dirigí al bar de Richard.
Pero ya no estaban. Habían dejado una nota para mí al camarero. “Martin cariño, nos vamos a casa de unos amigos. Lo sentimos. Llámanos mañana prontito al Conrad. Quizá podemos desayunar en el Pain Quotidien a la hora que te vaya mejor. Pregunta por Linda, la camarera, ella tiene un regalo nuestro para ti. No te enfades, es por los viejos tiempos. ¡La noche es joven!”.
Me subió la sangre a la cabeza. ¿Cómo tenían tanta jeta? No habían madurado nada, ¡por todos los santos! Estaba tan enfurecido que no pensaba ni pedir mi regalo a nadie. ¿Linda habían dicho? Linda me debió ver la cara de desolación, porque vino una chica llamada así con un paquete para mí.
-Me dijeron que primero le diera la nota, y después este paquete.
-Gracias... ¿Linda?
-Sí, soy Linda. Parece contrariado. Le pongo una copa.
-No, déjelo. O sí, póngame un gin-tonic.
¿Qué hacía? ¿Lo abría, o lo tiraba al primer basurero a la salida? Por otra parte, era un detalle. Yo mucho pensar en ellas, pero la verdad que no les había traído ningún regalo. Me fui animando con la idea de que yo sí que contaba para ellas. ¿Con quién más habían pensado para ir a desayunar? ¿Y lo del regalo? Era un paquete abultado y de formas sinuosas. Y estaba blandito. No sabía si abrirlo allí o dejarlo para más tarde. La camarera y los otros dos barman no me quitaban el ojo. Debía de parecerles un tipo curioso, con mi traje de esmoquin y aquel regalo. Por otra parte, lo de ‘no te enfades’ me hacía sospechar. Finalmente, mis siete copas por encima de la media hicieron balance a favor de abrirlo, y así, además, dejar descansar la curiosidad de los empleados del local.
Desembalé el paquete sin tijeras. Ponía que podía dañarse. Invertí unos cuantos minutos porque estaba lleno de cintas adhesivas por todas partes. Debajo del papel de regalo había todavía unos plásticos aislantes, pero ya comencé a enrojecer porque vislumbré el contenido. Muy dignamente iba a pagar mi consumición y salir del Chez Richard lo más rápido que pudiera, pero la nariz de Linda, la camarera, ya se había interpuesto entre mi regalo y yo, de modo que o lo abría o lo haría ella a mordiscos. Los gintonics que llevaba entre pecho y espalda inclinaron la balanza hacia el sí, continúo.
Entonces se acabaron los plásticos y quedó desenfundada, como me temía, una mujer de goma de silicona, de metro setenta de altura. Llevaba aparejada una carta que me guardé en el bolsillo. Los ojos de Linda casi se salieron de sus órbitas, no se atrevía a decir nada. Por mi parte, no sabía cómo comportarme. Mi femme fatale llevaba un vestido fucsia de tirantes, muy apropiado para los diez grados bajo cero que había en la calle. En un rápido mirar y no mirar, me fijé en su pelo largo y ondulado, color canela, y en los ojos de miel que tenían una expresión ausente. No podía seguir allí más tiempo con una acompañante como ésa. Tenía que largarme con el resto de dignidad que me quedase, así que pagué la consumición con un billete de veinte y, sin esperar el cambio, salí por la puerta antes de que Linda y los demás pudiesen reaccionar. A mi amiga de silicona la cubrí con mi abrigo hasta el coche. Primero pensé en transportarla dentro de los papeles, como si fuera un paquete, pero era demasiado complicado volver a empaquetarla y no quería perder más tiempo, así que la así por la cintura como si fuera una mujer auténtica y la arrastré literalmente hasta el coche. Quería aparentar normalidad, por si ellas estaban observándome desternilladas de risa desde alguna esquina. Me la habían metido doblada, pero no sabía si estaba enfadado o estaba contento.
Una vez frente al auto, la subí al asiento del copiloto como si tal cosa, y le até el cinturón de seguridad por si las moscas. Encendí el motor y la calefacción, y recordé que el paquete traía un sobre que metí en mi bolsillo de la chaqueta. Saqué el sobre y lo rasgué con bastantes nervios. Era de una empresa, y decía lo siguiente: “¡Felicidades! Sus amigos le han hecho un regalo que usted no olvidará jamás. Sentirá el contacto de su muñeca verdadera más real que el de una mujer de carne y hueso, y al mismo tiempo podrá desatar con ella todas sus fantasías, que ella hará realidad. Disfrútela en sus próximas veinticuatro horas. Después, al igual que una princesa, desaparecerá de su vida sin que usted tenga que preocuparse de nada más. Si quiere volver a verla, no tendrá más que contactar con nosotros. Que ustedes lo pasen bien.” Luego venían unas cuantas páginas de advertencias y garantías, que me salté sin salir de la perplejidad.

No daba crédito. ¿Me habían regalado una muñeca por horas? ¿Como si me hubieran contratado una furcia? Primero me enfurecí y quise sacarla de allí y devolverla al bar, de donde nunca debió salir. Nunca debí aceptar el paquete. Después me la quedé mirando. Estaba tan quieta, tan ausente, asomando por debajo del vestido fucsia unas piernas que ya las quisiera pillar una mujer auténtica. Y la melena larga, suave, ondulada, de caramelo. Le cogí la barbilla con la mano, y volteé su cara hacia la mía. Tenía unas articulaciones perfectas, giraba el cuello como una persona de carne y hueso. Y de pronto me miró. Ya no parecía ausente, sus ojos también tenían el color de un caramelo, y parecían decirme algo, sólo que todavía no sabía el qué. Veinticuatro horas. Era vergonzoso, pero… ¡qué demonios! ¿Cuándo había visto yo una monada como ésta en mi coche? Bueno, sí que había visto una, pero mejor no recordarla. Y esta, esta era mía por un día entero. Y todos los días que quisiera en adelante, si estaba dispuesto a costearla. Por Dios, también puedes conseguirte una furcia de pago por un precio, me dije. Sí, ¿pero es que las mujeres de verdad no cuestan dinero? ¿Acaso no comen, cenan, van de compras, quieren que las invites? Y encima, no paran de hacer preguntas fastidiosas y de dejarte tirado cuanto más te gustan. Estaba decidido, me la llevaba a casa. Así que puse la primera, y salí del parking del Sablon en dirección a la rue Americaine.
La calle seguía desierta. Ni un alma y no eran apenas las doce. Pero al día siguiente se trabajaba, y esto no era Madrid. Discurrimos en silencio los próximos kilómetros. Yo estuve tentado de hablarle dos o tres veces. La miraba de refilón y me parecía que en cualquier momento ella diría algo, o se encendería un cigarro, o quizá pondría la música más alta. El tipo de cosas que hacen las chicas que se montan en el auto de uno en la primera cita. Pero no hizo nada de todo eso. Continuó mirando al frente, distraída e inmóvil en su posición.
Llegamos por fin al garaje de casa. Estaba cerrado y no encontraba las llaves, así que llamé al portero de noche. Afortunadamente lo había, y vino al poco rato para abrirme la puerta metálica. Me preocupaba que viera una dama hierática a mi lado, pero él lo único que vio fue una bonita melena y un escote asomando por debajo del abrigo. Así que puso una expresión de complicidad y me sonrió mucho más abiertamente que otras veces. Es deprimente que los hombres se hagan guiños entre ellos en este tipo de situaciones, pero por esta vez me alegré de aparecer como triunfador a sus ojos. Me había llevado al huerto a un pedazo de mujer discretamente despampanante. Y que fuera sintética casi era lo de menos, sobretodo si sólo lo sabía yo.
-Bueno, ¿y ahora qué hacemos?- le dije a Paola al entrar por la puerta. En la carta que me habían remitido junto con la muñeca decía que se llamaba Paola, salvo que yo quisiera ponerle otro nombre que me gustara más. Pero tampoco era cuestión ahora de cambiarle el nombre, para veinticuatro horas que íbamos a estar juntos. Tendré que poner una excusa mañana en el trabajo, pensé, porque las 24 horas no excluyen los horarios laborables, pero bueno entre la fiesta y demás, mañana no es un día clave para mi puesto de trabajo.
-¿Te pongo una copita? Por eso de que me acompañes y rompamos un poco el hielo, Paola. Sí, te pongo una copita. ¿Quieres que abramos un champán? Yo creo que esta es una buena ocasión para descorchar una botella de Moet Chandon. ¿Qué más se puede pedir? Ahora vengo, te dejo con un poco de música de jazz.
Fui a la cocina y descorché una de las últimas botellas que me quedaban de la Navidad pasada. En la Comisión no eran tan desprendidos como en el despacho, así que este año nos habían regalado dos Moet Chandon y dos tarrinas de foie por persona. No era para lanzar cohetes, y yo de todos modos organizaba pocos saraos en casa, así que todavía tenía los obsequios intactos. Volví al salón con dos copas de cristal y una botella recién sacada de la nevera. Cuando iba por el pasillo temí que mi sueño se hubiera desvanecido y que el salón estuviera tan vacío como siempre. Aceleré un poco el paso con un ligero nerviosismo, porque aunque quería aparentar normalidad y desenvolvimiento, estaba más aturdido que un niño en su fiesta de cumpleaños.
Ahí seguía Paola. Tan callada como antes. Pensándolo bien, aquello tenía una dimensión importante de patetismo por lo que a mí respecta. Sin embargo, yo estaba inexplicablemente contento y agitado. Serví dos copas y puse una entre sus dedos. Los dedos también tenían articulaciones, y se ajustaban maravillosamente al cristal. Levanté su brazo y brindamos mirándonos a los ojos. Estuve a punto de besarla en ese momento, pero me corté. Tenía los labios carnosos y abundantes, si es que era un sueño de mujer. Pero necesitaba dos o tres copitas más antes de besar la silicona. De los gintonics no quedaba ni rastro en mi cuerpo. Le toqué la piel mientras tanto con las yemas de los dedos, y tengo que admitir, por muy penoso que me pudiera parecer, que tuve una fuerte erección.
La noche iba asombrosamente bien. Y por vez primera, yo llevaba la iniciativa y decidía cuándo, cómo y dónde. Paola seguía dulcemente todas mis indicaciones.
De repente, y mientras le acariciaba el pelo a Paola, me quedé pensando en Oliver. Hay que ver cuántas veces se juzga a un hombre por sus actos, y no piensa uno en la posibilidad de calzarse sus zapatos. Si pudiera rebobinar la cinta, volvería a vivir diez años atrás, cuando todo estaba por empezar.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Romper el silencio

Me había propuesto no hablar de eta, con minúsculas aunque su estruendo sea mayúsculo. Y no lo voy a hacer, porque qué más puedo añadir yo a lo que ya sabemos todos, a lo que dicen todos los comentaristas políticos? Nada de nada.

Pero me he acordado de los dos onces fatídicos y de lo que me afectaron en mi vida cotidiana. El primero no es que me afectase especialmente en mi vida corriente, pero la acumulación de imágenes de las aeronaves estrellándose contra las Torres, una y otra vez, la ausencia, por contrapartida, de muertos en la pantalla, la gente volando desde las Torres, Bin Laden y sus advertencias como si fuera el maligno, vaya fue tanta información y toda tan negativa, que el día 12 de septiembre me puse a escribir algo, cualquier cosa, y me salió un relato porno y, lo que es peor, se me coló un muerto en el. Lo titulé La embestida.

El segundo 11 de marzo fue en Madrid, y quizá por ser los muertos más cercanos, quizá porque todos teníamos a alguien que pasaba por allí esa mañana horrible, me vistió más de luto ese atentado que el anterior. El primer 11 S tuvo algo de ciencia ficción, a pesar de que suene frívolo. Mucha gente estaba viendo la tele en esos momentos, y haciendo zapping pensó que estaba viendo una película más. Pero el 11 de marzo de 2004 para mí fue más hondo, quizá por eso, porque los muertos de cerca parecen más.

Pasé la mañana entrando en internet y comprobando cómo crecía la dimensión del atentado y las informaciones se concretaban, pero todavía no sabíamos, honestamente, quién había sido. Intercambios de mails, desconcierto de todos.

A mediodía decidí ir al gimnasio, como cada día. Tendría que haberme quedado escuchando noticias y no hacer mi vida habitual? Qué hubiera cambiado? No sé. El caso es que fui, y al salir acudí al comedor del bar al que iba habitualmente. Trabajo en un polígono industrial, y las opciones no son muy glamurosas por aquí.

El bar de Montse. La dueña es una señora gordita y sonriente, con su vida a cuestas seguramente, que trabaja con la familia y parla en catalá a voz en grito muchas veces. Una mujer amable, un ambiente acogedor y nada sofisticado. A medida que iba pasando por allí después de dos o tres años, Montse ya me conocía bien, sabía lo que comía, lo que no, la rapidez que necesitaba, y hasta me fiaba los días que olvidaba el dinero. Montse y sus familiares me hacían sentir que no estaba tan lejos de aquel pueblucho al que a veces me parecía que me habían destinado. Aunque cantaba como una rana en un pastel, una silenciosa lectora de prensa en medio del barullo de aquel bar.

Ese día pedí lo de siempre. No podía concentrarme en la lectura porque tenían la televisión puesta, y, a diferencia de otros días, con el volumen más alto de lo habitual. Obviamente todo se refería al atentado, y se seguía especulando con el quién y el cómo. Pero sobretodo con el quién.

En ese momento salió Otegui en la pantalla. La camarera me trajo mi yogur. Se hizo el silencio en el restaurante, y hasta yo levanté la vista para escuchar lo que tuviera que decir ese impresentable. Creo que, llevada por la emoción del momento, llegué a decir en alto algo así como 'vaya hijo de puta'. Otegui habló durante unos escasos cinco o diez segundos. Mientras yo mecánicamente había quitado la tapa a mi yogur y me disponía a hincarle la cuchara. Y entonces escuché algo a lo que no podía dar crédito: todo el bar estaba aplaudiendo las palabras de Otegui.

Me entró tal repulsión de verme allí metida, en medio de toda aquella gente batiendo palmas por Otegui, que, sin mirar a nadie, me levanté de la silla, dejé cinco euros en la mesa y el yogur destapado, y salí en silencio del local, tal y como había entrado.

Nunca he vuelto a ver a Montse. Pero sí que me he preguntado muchas veces cómo sería Montse y su familia si hubieran nacido en Azpeitia. Si Uría hubiera estado en su bar. Hubieran vuelto a jugar al mus, sustituyendo al jugador muerto para que siga la vida?

Pero y si yo hubiera vivido en Azpeitia? Hubiera ido al gimnasio después de la muerte inesperada de un empresario jubilado de mi pueblo? Y todavía más: hubiera roto el silencio?

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Ignasi

Conocí a Ignacio Guardans allá por el año, déjame recordar, creo que fue por el año noventayseis. En Salzburgo. Estábamos allí los dos por un seminario en derechos de la tecnología, si no recuerdo mal. Y teníamos asignada una charla cada uno, de veinte minutos y en diferentes momentos, frente a otros setenta u ochenta abogados que habían pagado lo mismo que nosotros por asistir a aquel curso, o nuestros despachos.

Por aquel entonces trabajábamos para el mismo bufete de nombre pomposo y rimbombante, que no repetiré porque es un dato completamente accesorio. La diferencia era que yo trabajaba para la oficina de Bruselas y él para la de Barcelona. Ahora parecería que hemos cambiado los papeles, él reside en Bruselas y en Bcn resido yo.

Yo era un poquito más joven que él, no demasiado, pero desde luego más inexperta en discursos públicos. De hecho, estaba absolutamente desbordada por la circunstancia de tener que hablar ante setenta abogados, para mí multitud, y en inglés. Siempre que me estreno en algo, lo hago a lo grande.

Mi jefe, a los efectos Oliver -mi primer blog ya hablaba de él- me había designado candidata indiscutible para asistir a ese seminario en su nombre, como hacía siempre que se quería sacar algún marrón de encima. Pero era un trato justo. Por esos años la abogacía española tenía prohibida la publicidad directa, así que la única salida era promover y figurar en cuantos más cursos mejor, y Oliver despachaba conferencias como churros. Bien, a aquél no le apetecía asistir, o le coincidía con otro en otra parte del mundo, o con una cita con un cliente, o con un partido de tenis, quién sabe. El caso es que tenía que ir yo.

Y yo no había ido nunca a un evento así teniendo que abrir la boca más allá del cocktail posterior. Así que allí estaba, en un hotel cinco estrellas, si no era de cuatro, en una habitación en la que hubiéramos cabido cinco, con un traje de chaqueta de mujer madura que me venía grande, y con las piernas temblorosas.

En ésas se me acercó Ignasi, por entonces Ignacio a mis efectos, y me saludó. O le saludé yo a él, quién puede acordarse ahora de los detalles. Me dio dos besos efusivos, charlamos dos segundos y fue directo al grano. Me preguntó si ya había repartido tarjetas de visita, o business cards, a éste y aquél abogados, si había conocido a alguien de Freshfields -por decir algo-, si sabía si había venido el jefe de Clifford Chance, por nombrar otro pez gordo... yo le miré acongojada, pero me repuse rápido para contestarle que todavía no había tenido ocasión de lanzar mis tarjetas al aire y estrechar manos.

Ignacio, pensé, a mí qué carajo me importan todos esos contactos que tenemos que hacer! Con un Oliver en mi vida ya tengo suficiente! Y es que Oliver no quería saber nada de las charlas a las que te mandaba asistir en Bruselas, tan sólo le interesaba el dato del número de business cards que habías conseguido traerte a casa. A mí lo que me importa, seguí pensando, es que tengo que hablar delante de toda esta gente de contratos tecnológicos, de licencias de know-how, y que me voy a poner a tartamudear y no se me va a entender nada mi inglés de barrio!

Pero claro, no fue eso lo que le dije. Mi trato con él discurrió de lo más profesional, no admití que era mi primera charla en público y después de dar mi miniconferencia incluso me felicitó el mismo Ignacio.

Lo demás fueron visitas culturales en la ciudad con él y su mujer, pero poca cosa más.

Nos reencontramos años más tarde cuando yo volví a Barcelona. De nuevo nuestros destinos diferían, porque él estaba en Madrid de diputado, y ya trabajábamos para bufetes distintos, pero ahí fue cuando más pudimos congeniar. Recuerdo que yo estaba recién llegada en la ciudad condal, y todavía le llamaba Ignacio a él y Calvo Sotelo a la plaza de Francesc Maciá, por lo cual me caían broncas por su parte.

Le perdí la pista poco después, y le reencontré ya de candidato a eurodiputado por Convergència. Y ahora casi sufre un atentado en Bombay.

Ayer comentaban en un programa de radio que quizá lo de Bombay le sirva para salir reelegido por su partido como eurodiputado.

Yo sólo espero que siga en política y progresando, mal que me pese que sea en Convergència porque no soy en absoluto nacionalista catalana, ni de otro signo, pero su cabeza es una de las mejor amuebladas en política que escucho a diario, y hay pocas que me valgan la pena. Así que le deseo suerte aunque no la necesita.

martes, 2 de diciembre de 2008

Nunca me abandones

Ishiguro. Puede que no te diga nada. O puede que ya lo sepas todo de él. Nunca me abandones. Ví ese título en la estantería de mi casa y pensé que me estaba esperando. Nunca me abandones. Me lo grita mi hijo por las mañanas en su idioma de indio sioux. Yo lo he escuchado por dentro un montón de veces. Nunca te voy a abandonar, le digo yo.

Los hijos que nacen para salvar las vidas de otros hijos. Por ahora sólo se trata del cordón umbilical, pero puede ir mucho más lejos. Si la sangre del cordón no es suficiente, qué vendrá después? Una operación quizá? Yo lo haría sin duda, cien veces si hiciera falta, pero no quita eso para que me recorra cierto escalofrío de pensarlo.

Tenemos el derecho de decidir por nuestro hijo a qué operaciones se someterá para sanar a su hermano? Lo tenemos?

Bien. Ishiguro va más allá. Mucho más allá. Escalofriantemente adelante. Pero quién puede decir que no acabará siendo un visionario?

Una realidad son los niños tan deseados que asusta. Otra realidad son los repudiados. Sabías que se puede renunciar a un hijo? Yo no lo sabía hasta que lo estudié. Si tienes un hijo y no te gusta, no te va bien, no le abandones simplemente, eso tiene delito de cárcel hasta cuatro años. Pero tranquilo, tranquila, hay otras salidas: venderlo también es ilegal. Pero puedes renunciar a él.

Estamos en sociedades modernas y avanzadas, donde nadie tiene que permanecer a la fuerza con nadie, así que te plantas en la Administración de turno y le explicas tu problema al asistente social que corresponda: que roba, que se droga, que te pega, lo que quieras... y que le dejas allí, que se hagan cargo de él, que no puedes más. Firmas tu papelito de renuncia al crío, a tu maternidad o paternidad en toda su extensión, y sales por la puerta sin él.

Normalmente las renuncias se hacen al poco de nacer. Pero lo que me pareció increíble es que se pueden hacer en cualquier momento. No sé si sentirme orgullosa o apabullada por la sociedad en que vivimos.

Y normalmente no se utiliza, pero de todo hay. Si se pudieran hacer renuncias temporales, más de uno se lo ha pensado ya y lo ha pedido a la Administración: como no tengo dinero para el internado en Suiza, se lo quedan Uds. una temporadita, digamos hasta los dieciocho, y luego me lo devuelven ya más persona.

Lo más grave: este fin de semana en la televisión. Hay un tres por ciento de adoptados que se 'devuelven'. Me lo dijo un director del Instituto Catalán del Acogimiento y la Adopción: Manuela, ni te imaginas la de casos que vemos. Hay padres que se piensan que esto es el Corte Inglés, si no te gusta, lo devuelves en quince días.

Pero hay más. Lo que pasa es que lo contaré la próxima vez, para no saturarte.

lunes, 1 de diciembre de 2008

cuando cumpla 82

André Gorz se suicidó junto con su mujer, según tengo entendido, un año después de escribirle una larga carta de 80 páginas (editorial Paidós en castellano). Ella gravemente enferma. El hondamente enamorado todavía. Carta a D. Te recomiendo este libro cortito y sublime. Yo lo leí llorando a moco tendido, aunque tengo que añadir que hacía pocos días que había parido y tenía las hormonas por las nubes. Transcribo un párrafo nada más.
"Recién acabas de cumplir 82 años. Y sigues siendo bella, elegante y deseable. Hace 58 que vivimos juntos y te amo más que nunca. Hace poco volví a enamorarme de ti una vez más y llevo de nuevo en mí un vacío devorador que sólo sacia tu cuerpo apretado contra el mío. Por la noche veo la silueta de un hombre que, en una carretera vacía y en un paisaje desierto, camina detrás de un coche fúnebre. Es a ti a quien lleva esa carroza. No quiero asistir a tu incineración; no quiero recibir un frasco con tus cenizas. Oigo la voz de Kathleen Ferrier que canta Die Welt ist leer, Ich will nicht leben mehr (El mundo está vacío, no quiero vivir más) y me despierto. Espío tu respiración, mi mano te acaricia. A ninguno de los dos nos gustaría tener que sobrevivir a la muerte del otro. A menudo nos hemos dicho que, en el caso de tener una segunda vida, nos gustaría pasarla juntos".

No me atrevo a añadir nada más. Tan sólo que amar así vale la pena. O no?

viernes, 28 de noviembre de 2008

Salir por piernas

Genial, diputado Guardans, ya sabía yo que esto de que la presidenta Aguirre saliera por piernas al aeropuerto, sin esperar a su comitiva en Bombay, traería cola. Pero qué hubieras hecho tú? Eres antes la presidenta de la Comunidad de Madrid, y como tal te quedas hasta que salga el último miembro de tu delegación contigo -como Ignasi afirma que hará con su delegación, cual capitán de barco, ha dicho- o eres mujer y esposa y madre antes que nada y te largas con calcetines y, en cuanto a heroicidades, las justas?

tu vecino de al lado

Imagina que detrás de cada persona hay una historia. Pero no una historia cualquiera. Una sórdida, o violenta, escondida, prohibida, innegable pero inadmisible.

Suponte que el compañero que tienes al lado, en tu trabajo, con el que compartes mesa y cigarrillo cada día, en vez de ser un respetable padre de familia y contable de profesión, es un asesino en serie que por las noches se pone una media en la cabeza, de su mujer, y se dedica a violar y asesinar a personas. Personas que odia porque odiaba a su padre, o a su madre. Como en un thriller.

Proponte un ejercicio similar y síguele esta tarde, cuando salgas de trabajar. Espíale cuando llegue a su casa, y si besa a su mujer en la frente, mirándole por la ventana. Quédate en su vida a ver si es quien dice ser, o si es un farsante.

Porque la vida está llena de farsantes y de personas que no son quienes dicen ser, ni viven como dicen vivir.

Pues bien, cuando hayas hecho la prueba, y veas que no ha sucedido nada, que tu vecino de mesa es más vulgar que un cuatro y que no tiene más vida que la de un contable, échate a reír y convéncete de que se ha enterado de que sospechas, y que por eso está actuando como si fuera normal.

jueves, 27 de noviembre de 2008

día inhóspito donde los haya

Amaneció y en mi cama se podía tocar el frío por debajo de las sábanas. Faltaba calor humano rozándome las piernas. Encendí la calefacción del cuarto -no me gusta dormir con la calefacción del cuarto encendida- y me volví a sumergir entre las mantas, por un ratito chiquitito más, pero ya no conseguí conciliar el sueño de nuevo. Mi hijo dormía con su abuela, qué mejor compañía, así que nada más le escuché llorar sobre las doce de la noche, cuando nos estábamos acostando los mayores, y corrí a calmarle y ponerle un chupete. Pero confieso que después me he colocado los tapones de espuma y me he dispuesto a dormir sin interrupciones. Todo un lujo de madre primeriza.

Como ya no conseguía conciliar el sueño y los minutos avanzaban, decidí empujar mi trasero hasta la ducha y, por una vez, llegar con cierta decencia horaria a la oficina. No es que siempre llegue tarde, pero llego a tiempo por los pelos. Será el tráfico. En la radio seguían ofreciendo información sobre el atentado en Bombay y la suerte de Esperanza Aguirre, la presidenta de la CCAA de Madrid, que se ha salvado de los atentados rozándolos de cerca, al parecer. Esperancita daba hoy una conferencia de prensa al llegar al aeropuerto. Carlos Herrera se lo agradecía desde su programa en Onda Cero, porque especulaba con que no es la mejor opción para alguien que se ha escapado del hotel como ha podido, ha enfilado a un aeropuerto casi secuestrado y ha puesto fin al periplo diplomático en un avión rumbo a Madrid, llegar y tener que hablar para la prensa. Yo más bien considero que ella conseguirá sacarle tajada al asunto, permitiéndome esta frivolidad, y marcará puntos como política de raza que es. Animal político, qué dos palabras juntas.

Herrera. Siempre escucho a Herrera al despertar, y después le sintonizo en el coche rumbo a mi oficina. Porque tiene una voz tan radiofónica y tan potente que te envuelve, y el tono jocoso, y las palabras que se inventa, y el acento de andaluz viajado, y la sorna del bon vivant, es lo que se diría todo un tiarrón, no? Qué palabra fea que me ha salido. Varonil, macho, suenan mejor? En fin, es una voz erótica, y punto. Nada que ver ni con Francino ni con Del Olmo, no hay parangón. Las tardes son más de mujeres, no? Gemma Nierga, Julia Otero, antes Concha García-Campoy...

Pues bueno, que yo por equilibrar mis pensamientos y tener una cabeza bien amueblada, compenso la lectura de El País con la tertulia de Onda Cero matutina, así cotejo dos versiones de lo mismo, a veces antagónicas. Ah, y por las tardes si tengo ocasión pongo a Gemma y su Ventana en la Ser. De modo que Onda Cero, con Herrera, me sirve para equilibrar mi parte progre, que la tengo.

Pero esta mañana ha sido demasiado. Herrera tiene algunos comentaristas que me entusiasman. Se llaman Calleja, que es de los mejores, pero también Arcadi Espada, que va muy sobrado de sí mismo pero igual soy fan, especialmente de ese acento tan particular que tiene y que a otro le quedaría de tonto pero a él le favorece, le da un punto sexy (me refiero a sus erres), a otro de La Vanguardia que ahora no recuerdo el nombre, Lucía Méndez tampoco está mal... Sin embargo tiene otros que me dan mucha pereza.

Javier Carabaggio, Mamen Gurruchaga y algún otro comentaban esta mañana los atentados de Bombay, recogiendo el hilo que perdí, y su resumen del asunto era que estamos en una guerra del terrorismo islámico contra Occidente, contra nuestros valores, contra nuestro modo de vida, por cierto una guerra que por supuesto nosotros no hemos empezado, sino los binladen de turno... y ya, ahí se quedó el análisis.

Sintonicé a Francino en ese momento, a punto de romper la radio que estaba -a veces les grito a los tertulianos mientras cambio de marcha en el coche, espero que no se me note desde los coches ajenos, claro que ahora como todo el mundo va hablando solo porque conectan con el altavoz de sus móviles no sería nada raro-, y me pareció más razonable su análisis, menos simplista al menos.

Me gustaría haber escuchado el resumen de Ignasi Guardans desde Bombay. Por lo visto varios eurodiputados también cayeron en el fuego cruzado de los terroristas, de una delegación que él preside, pero me perdí sus comentarios. Otro que tal baila. No dudo que haya pasado un buen susto, pero tampoco dudo de que lo aprovechará en lo que pueda para figurar en todas las tertulias que pueda. Sólo que en este caso me alegro más, porque Guardans es un animal político por descubrir, y con una de las cabezas mejor amuebladas en la mayoría de asuntos que le he escuchado. Se lo he dicho creo que más de una vez, qué pena que seas nacionalista chaval, porque te daría mi voto a pesar de todo!

Imagino que esta noche, esta madrugada, ayer por la mañana, habrá habido muchos más ataques terroristas por el mundo, algunos en Somalia, otros en Bagdad, otros en Kabul, quién sabe cuántos más. Pero en España sonaron los de Bombay con extra bombo, y es que estaba allí Esperanza.

Qué putada es esto de la información. Lo que no es noticia no lo es y punto. Y dicen que las multinacionales son frías. El mundo lo es. Si mueren un puñado de negros a quién le importa, no es portada ni hay reportaje. Tienen que ser muchos miles para que empiecen a contar. Pero un blanco basta para cambiar las páginas de un periódico a última hora. Creo que lo enseñan hasta en la escuela de periodismo.

El día sigue gris y helado, más helado que gris. Y el diente de mi hijo sigue pugnando por salir. Anoche lo vi, es una puntita blanca chiquita, que sólo descubres si le abres bien el labio inferior mientras él sonríe.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

hoy por la mañana

El día ha empezado bien. A mi hijo le está saliendo su primer diente. Yo no lo vi ni esta mañana ni anoche, pero mi madre me llamó ahora al trabajo para contármelo. Ya soy madre de un niño con un diente incipiente, y hace nada no era ni madre, ni tenía marido, ni tenía novio, ni perrito que me ladrara -que conste que no me gustan, yo soy más de gatos-.

Mientras escribo, en el despacho de al lado hablan de seguros. Yo soy la risk manager de la compañía, entre otras cosas. También soy mi propia secretaria y mi propia becaria, y no tengo más roles porque me deshago de todos los marrones que puedo. Un día escuché a un amigo, un maestro más bien, que decía que los grandes son los que se dedican a avivar el fuego para que otros trabajen, y una vez avivado el fuego se van a descansar y disfrutar de la vida. Yo pensé que de mayor quería ser uno de esos. A lo mejor es que ya soy mayor...

Tengo más de treinta y menos de cuarenta.

Voy a por un café y sigo. Voy a esconder esta pantalla por si alguien se acerca a mi mesa a dejarme algún regalito. O llámalo encargo laboral. Soy abogada. Me ha costado muchos años asumir que soy abogada y me gusta. En realidad, me he dado cuenta de que me gusta trabajar, en esto de las empresas, las multinacionales malvadas y sin escrúpulos, desde que he sido madre. No hay nada como tener un niño llorando día y noche para querer llegar a la oficina desesperadamente. Resolver problemas jurídicos es mucho más fácil que saber qué tetina de biberón se utiliza a los tres meses, con cuál no se ahoga tu hijo, cómo conseguir que no tenga cólicos, cómo conseguir que aprenda a dormir sin torturarle, por qué se asusta cuando le bañas, y un sinfin de manualidades para las que no hay escuela que valga.

Definitivamente me voy a por el café. Esto me gusta. Siempre me agradó hablar de mi misma, pero tiene más morbo pensar que alguien podrá, quizá, leerte. Lanzar tus pensamientos al ciberespacio, y hala, a navegar. Soy abogada, pero quería ser escritora. Está claro, no? De escritoras frustradas está lleno el mundo.

De hecho publiqué una novela, en las peores condiciones económicas, es decir poniendo dinero, qué cosa tan vergonzosa. Mi madre me dijo que escondiera ese detalle, pero yo decidí que me honraba no ocultarlo. Todavía no he ido a por el café, es que esto engancha.

Ya lo tengo. Trabajo para una multinacional. Habrá quien piense que las multinacionales son lugares fríos, inhóspitos, dominados por la ecuación rentabilidad/tiempo. Y tienen razón, que lo son. Pero al menos en las multinacionales, o en la mía, se fabrican cosas. En la mía motos. Motos? Qué sabré yo de motos? Ni un pimiento, pero eso no importa tanto si estás en el servicio jurídico. Lo que quería decir es que al menos aquí se fabrican cosas que puedes tocar con tus manos. Hay un trabajo detrás que es tangible, material. Y porqué digo esto? Porque yo vengo del mundo de los despachos de abogados. Pero no de cualquiera, de los top.

Cuando estaba en Madrid, asqueada en un despacho de diseño y rodeada de brujas y gente con apellidos larguísimos y que hablaban inglés como los ángeles de Oxford, me llamó un heahunter o cazatalentos. Quieres irte a vivir a Barcelona? Pues claro que quiero. Cualquier cosa para salir de este agujero, pensé. Lo peor fue cuando me dijo la empresa que se interesaba en mí. Bueno, más que en mí, en mi perfil. Un despacho de abogados, me dijo el muy cretino del head..., pero de los top five. No te puedo decir cuál, pero está entre los mejores de España. Dios, pensé, otra vez??? Pero es que no me puede salir nada menos glamuroso? Estaba harta de apellidos ilustres y gente que hablaba idiomas y sabía poco derecho. Estaba harta de vender humo. Pero lo cogí. Era mi billete a Barcelona, mi traslado gratis de muebles y casa, mi ticket para otra vida es posible.

No digo que todos los abogados de despachos grandes sean así. Pero es que yo tuve un jefe, al que llamaremos Oliver, que no tenía ni sabía distinguir ley aplicable de foro competente. Que no te suena a nada? Bueno, será que no has estudiado derecho. Pero él sí que tenía la carrera. Eso sí, era un maestro de las relaciones públicas y convencía a cualquier empresario de que sabía de lo que no sabía nada. Una vez en una reunión social le preguntaron a una amiga común si el tipo era normal, y ella dijo muy seria 'es que es superdotado'. Así era Oliver, infradotado para casi todo menos las relaciones públicas y un cretino integral. Pero aprendimos más de la vida con él que en diez masters que hubiéramos pagado.

Algún día seguiré hablando de Oliver. Total, esto es para mí y el que no quiera aguantarme el rollo que lo cierre, es perfecto así.

Decía que a mi hijo le ha salido un diente. Es un bebito precioso y que ha conseguido por fin conciliar el sueño. Después de seis meses casi y medio durmiendo a trompicones, ahora nuestra vida se parece, poquito pero se parece, a la que teníamos cuando nos casamos. Los fines de semana podíamos leer la prensa, desayunar en silencio, dar un paseo después, comer en un japonés o en casa, y en fin, descansar del mundo por un rato, quizá ver una película. No estoy diciendo que ahora podamos hacer todo eso como si tal cosa, hay todo un trabajo detrás de levantar al bebé a las ocho, cambiarle, darle de comer, jugar con él, pero oh maravilla sobre las diez o diez y media se va a hacer una siesta que puede llegar a la hora y media. Y en ese tiempo mi marido se levanta -puedes deducir quién se levantó a las ocho- compra la prensa, yo me ducho, leemos, yo hago mis ejercicios posparto de meter abdómen -no sé cómo se llaman- y de suelo pélvico, y hasta nos arrullamos. No hemos llegado todavía a practicar sexo con regularidad después del parto, porque no encontramos el horario que nos convenga y siempre estamos demasiado ocupados en otras cosas, pero estamos en camino y conseguimos reírnos de ello.

Enlazando con esto, yo antes me quejaba de que en el sexo teníamos que invertir más tiempo en los detalles, ya se me entiende, y ahora con el niño por medio el tiempo se achica así que mi satisfacción se convierte en una quimera. En esto, y sólo en esto, me gustaría mucho ser hombre.