Duermes. Mientras duermes, tose tu hijo y pide agua varias veces. Te levantas porque no es usual, y confirmas que sí, que tiene fiebre. La niña no tose pero quiere un biberón. Se lo puedes preparar tú? La noche es larga, y el fin de semana más aún. Cambios de pañales e intercambio de sonrisas forzadas con tu pareja. Que no puedes más ya lo sabe. Que estáis en el mismo barco ya lo sabes tú. Que los hijos son lo mejor que os ha pasado nunca, lo tenéis claro. Pero que llegue el bendito lunes para seguir trabajando, produciendo, tomando café delante de una computadora sin que el llanto te interrumpa las ideas otra vez. Los hijos son dedicación, devoción y obligación. La pareja es mano de obra cualificada a veces. Otras es mano de obra sin más. Caricias las justas entre jarabe para la tos y vómito de leche.
Llega el lunes. Te enfundas unos pantalones cualquiera y te pintas con desgana, para disimular las ojeras y la barriga. Pero luce el sol a cuatro grados y la vida es tuya, la carretera es tuya, la cafetera es tuya y vuelves a ser una trabajadora más. Por fin sales de tu garito y entonces es tu momento. Ahora que ya no bailas ni en las discotecas ni en la ducha porque tienes que estar atenta a los lloros de tu hija, tu momento llega encima de una máquina de fitness con la música a tope del ipod. Suena el guachi guachi de los setentas y ochentas, el In the Navy de los Village People o el Boogie Wonderland de Earth Wind & Fire, y la adrenalina te atrapa de pies a cabeza y mueves los pedales como si fueras a romper la máquina. Nada ni nadie te pueden detener. No tienes teléfono a mano ni nadie sabe dónde cuernos estás. Las gotas de sudor te caen por la frente y tú sigues pedaleando y reventándote los oídos mientras controlas las calorías que estás consumiendo.
Feliz San Valentín chicos!!!!!!!!!!!!!