Cuando me dijeron que era adoptada, y que las monjas que me entregaron a mis padres se llamaban las Siervas de la Pasión, dios, me sentí muy rara. Por una cosa y por la otra, pero yo que soy peliculera, comencé a imaginar por qué unas monjas se habrían puesto ese nombre. Las religiosas del colegio donde yo estudié se llamaban Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, que bueno tiene su aquél pero suena menos lascivo. Siervas de la Pasión me pareció a mí que sería por las chicas que acogían. Chicas que, llevadas por una pasión amorosa, se habían abandonado al hombre de sus sueños que les había hecho un bebé en sus entrañas. De ahí el nombre, pensé. Y me pareció romántico.
Sí. Hasta que leí lo que decía la web de las propias monjas Siervas de la Pasión: "apasionadas por Cristo y por sacar adelante a esas chicas que, una vez embarazadas, nadie quería". Vaya decepción. O sea, que las de la pasión eran las monjas, no las chicas embarazadas como mi madre biológica.
Y esas mismas monjas, que hoy están en todos los periódicos y en las bocas de todos los periodistas, las de la Casa Cuna Santa Isabel de Valencia, por un presunto robo de bebé y por mentir a la madre diciéndole que su hijo murió en el parto, esas mismas monjas que piden la beatificación o santificación de su fundadora Teresa Gallifa (1850-1907 Barcelona), son las que me vieron por primera vez cuando vine al mundo.
Teresa Gallifa, su fundadora, fue madre viuda de 7 hijos, de los cuales la mayoría murieron por enfermedades de la época, según rezan los anuarios de la orden. Pero no consiguió constituirse en una orden religiosa bendecida por el Vaticano y por el Obispo de Vic (Barcelona) hasta pasados muchos años de su fundación en 1886. Si leemos lo que ellas mismas han escrito, Teresa Gallifa lo único que quería era salvar a esas 'pobres chicas que, una vez embarazadas, nadie quería' de sí mismas y de sus familias, así que las acogía, les daba alimento y sustento y les atendía un parto que, sin su ayuda, quizá no hubiera encontrado obstetra que quisiera atenderlo -siempre según las monjas-.
Hasta 1926 no consiguieron ser orden religiosa católica apostólica y romana, y más bien eran maldecidas y proscritas allá donde se instalaban, por acoger a mujeres de mal vivir se entiende. Tanto así que tuvieron que trasladarse de Vic a Barcelona, donde el mal vivir estuviera más difuminado por las dimensiones de la ciudad condal.
Así retratan en su web su misión 'salvadora' actual: Nuestras jóvenes gestantes y madres solteras proceden en general de familias honradas y buenas de toda condición social. Nos son jóvenes perdidas, sino influenciadas por la debilidad moral que engendran ideologías raras y extrañas y por el concepto materialista de la vida, que desemboca en la mal entendida "liberación de la mujer". Se suman los estragos del sexualismo, la pornografía y las relaciones prematuras. Ese complejo de causas y factores las desvía de lo que debieran ser sus centros de indefectible atracción. El hogar con su vida familiar y amor a los padres, el estudio y el trabajo, la formación cívica, moral y religiosa, la honestidad de vida y saludables diversiones... Todo ello constituyendo el clima propicio para meditar, en serio, la elección acertada de su estado de vida permanente.
Y estos son los planes que les proponen para salir del 'abismo':
En nuestros Hogares y Residencias se las forma de manera recta y completa, explicándoles el Catecismo y cuáles puedan ser las soluciones de su problemática:
- Casarse la madre soltera con el padre de su hijo, o con otro hombre, consciente y responsable, que las despose reconociéndole el hijo
- Retornar con su bebé a la casa paterna observando una conducta familiar, laboral y social irreprensible.
- Acogerse en nuestra Residencia con sus retoños, trabajando en la calle, cuidando nosotras de sus hijitos, en la nursería y guardería.
- Solicitar el recurso de unos padres adoptantes para su hijo.
De todas las opciones que les proponen, hoy, siglo veintiuno, no veo ninguna que sea: ponte a trabajar y saca adelante a tu hijo, con o sin ayuda de tu familia, y hazle sentirse orgulloso de tener una madre con un par de huevos para enfrentarse a la vida, a la sociedad y a las preguntas.
Y estas mismas Siervas... que reciben subvenciones de los Gobiernos autonómicos o locales, son las que le dijeron a una mamá, y quién sabe a cuántas más, en el año 69, en Valencia capital, en el hogar de Santa Isabel, que su hijo varón habían muerto en el parto, para después darlo de inmediato en adopción, y para que 44 años después ese varón resultara ser una hija que se ha reencontrado con su familia biológica con mucho retraso y todos los impedimentos del mundo.
Cuando esa chica había ido a preguntar por su madre biológica a la casa cuna, le habían dicho lo que a mí: hijita, no te tortures, las madres no vienen nunca a preguntar por vosotros, vive tranquila, tienes una familia estupenda, sigue adelante, no mires atrás. Y cuando la madre iba a preguntar por su hija biológica, o lo que fuera que tuvo, le decían: los hijos nunca vienen, están demasiado enfadados con vosotras y os guardan demasiado rencor, no quieren saber nada de su pasado.
Si sigo siendo creyente, debe ser milagrito de Dios Padre.