my time is now (Nike)

PASA PASA ESTÁS EN TU CASA

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viernes, 28 de junio de 2013

niños


A mí me abandonaron al nacer. Ya no sé si fue de forma voluntaria o involuntaria, pero de todos modos es mejor que te abandonen al nacer que posteriormente, puestos a elegir y en mi humilde opinión. Ayer saltaba a los medios una noticia que, a pesar de ser más habitual de lo que parece, siempre sorprende y electriza las heridas: dos niños de 11 años y 22 meses eran abandonados en el Ayuntamiento de Talavera de la Reina por sus padres, alegando que  no pueden mantenerlos. Aunque ahora los padres están contradiciendo esa versión, pero el hecho es que allí se quedaron, en el Ayuntamiento y sin los padres. 

Cuando hice mi posgrado sobre la renuncia de las madres a sus hijos bajo las leyes actuales, comencé preguntando a los educadores sociales y a los juristas, si eso era posible, si uno podía abandonar a sus hijos sin ir a la cárcel. Sí, me dijeron, siempre que renuncien a ellos y no los pongan en peligro. Igual que una madre puede renunciar a su hijo al dar a luz y no volver a verlo más, siguiendo ciertos protocolos, también puede renunciar a la patria potestad más tarde y dejarlo bajo la tutela de la Administración. 

Lamentablemente, me temo que la crisis pueda disparar los casos. Y uno se pregunta: ¿cómo hay que estar de mal financieramente, anímicamente, para abandonar a tus hijos? Al igual que ese cuento tan cruel de Pulgarcito, en que los abandonaban a su suerte en el bosque, en este caso los depositan en el Ayuntamiento del pueblo, con sus carritos, con sus vestidos, con sus enseres, para que otra familia más pudiente se haga cargo de ellos. 

No hay delito en este caso. No es abandono en medio de la calle ni lo han colado por una tubería de los desagües, como ocurrió con un recién nacido hará dos o tres días. No. En este caso es una entrega y una renuncia a cara descubierta y sin excusas: no podemos seguir cuidándolos. 

Imagino que ahora viene un estudio por parte de la Administración, preguntas y más preguntas, averiguaciones sobre la familia extensa de esos niños, posibles ayudas, informes psicosociales y un sinfín de protocolos. En un país -todavía del primer mundo- en que el Sr. Wert se ofrece a subvencionar con 5.000 euros a las familias que en Cataluña quieran escolarizar a sus hijos en castellano, no hay dinero para becas de comedor ni tampoco para familias en tal nivel de desamparo que se ven obligadas a renunciar a sus hijos. Me dan ganas de no pagar la declaración de la renta de este año y emigrar a un paraíso fiscal donde yo decida qué subvenciono con mi dinero y qué no. Saludos cordiales familia. 

lunes, 17 de junio de 2013

Writers


Siempre he percibido la Soledad como una Amiga necesaria y saludable. Cómo sino consigues pensar con claridad, reflexionar, leer una buena novela o bailar desenfrenadamente desnuda en el baño frente al espejo? Hay cosas que la requieren a la Soledad. Y en al menos una ocasión hasta le he dedicado un cuento a esa vieja Amiga. 

Sin embargo, ahora me encuentro con un estudio que dice que la soledad te hace comer  más galletas, más helado, te aferra a los vicios como el tabaco y el alcohol, y hasta te puede dar por follar indiscriminadamente si te sientes muy solo. Vaya por Dios, una mezcla entre el Charlie Sheen de Dos hombres y medio y la Renée Zellweger de Bridget Jones

Y me quedé pensando en las épocas en que yo he comido más galletas, más chocolate y más helado: y transcurren entre mis fines de semana más solitarios, pero más  fecundos en cuanto a escribir se refiere, y aquellos otros de embarazo, en que me sentía la mujer más vulnerable del planeta. Para el alcohol he sido siempre más bien un ser social, claro que cuando dejé el tabaco me servía mi copita de vino nada más llegar a casa para compensar. Un vicio quita otro vicio, igual que un clavo quita otro clavo. Del sexo ni hablamos, demasiadas redes sociales de por medio para confesar lo privado. 

Pero todo eso en nada se parece a la verdadera Soledad. La que se siente en grupo, en pareja, en familia, en sociedad, en medio de una fiesta, en un ascensor atestado de gente o en una playa bullanguera: la que va por dentro. Esa que duele. 

De todas ellas habla Writers, una peli de humor inteligente y con la que pasas un buen rato -con algún que otro pero- y que se ha traducido tontamente como Un invierno en  la  playa. Escritores que hablan, piensan, sienten, viven, follan, aman, odian, se drogan, y todo lo malo y todo lo bueno lo utilizan para su ficción. Se diría que a veces viven para poder contarlo. Y en familia.