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miércoles, 18 de noviembre de 2009

el tiempo de las mujeres

Tenía un buen libro sobre el que escribir. Pero tendrá que esperar. Primum vivere deinde filosofare. Y eso que el libro también iba sobre la vida misma, pero me urge más otro dilema que me corroe desde hace meses y que ayer me enfureció completamente.

Llamo a una amiga a la que no veo hace tiempo. La noto agobiada, con la voz cansada, con el altavoz del coche en mitad de la mañana, porque la llamaron del colegio. Sus dos hijos enfermos a la vez. La mayor con un tremendo dolor de barriga. El pequeño con escozor en los ojos. Lo de menos son las dolencias en concreto. Ella deja su trabajo a toda prisa, abandona cualquier asunto laboral, y se pone en marcha para ir a rescatar a sus retoños.

Me cuenta que lleva días debatiéndose consigo misma y peleando con su padre, por ver quién y de qué modo operan a su hija de apendicitis. Cada maestrillo tiene su librillo y cada médico su modus operandi, y decidirse no es fácil. Qué dice el padre de las criaturas, pregunto yo inocentemente. Bueno, me dice, el padre de las criaturas no sabe nada al respecto. Resulta que está en medio de la crisis de los cuarenta, preguntándose si está donde quería a su edad, si ha hecho lo que quería con su vida, si tiene espacio suficiente para desarrollarse como ser humano... y claro, con esa perspectiva, pa qué le voy a deprimir más todavía? Es más, pa qué le voy a explicar algo, que me mire insondable, y me quede como estaba?

Y me dice que lleva tantos años decidiendo ella sola sobre las cosas que les pasan a sus hijos, que la novedad sería lo contrario.

Y entonces me acuerdo de otra amiga que me comentó algo muy muy similar hará tres semanas. Mientras ella se peleaba con médicos y seguros para conseguir un quirófano gratis, su marido le preguntaba si al niño había que hacerle algo.

Y entonces me acuerdo de una tercera amiga, que corría por los pasillos de un hospital, negándose a que intervinieran a su hijo si no se lo decía un médico con canas en las sienes, mientras su marido, déjame pensar, estaba terminando algún juicio.

Y de nuevo pienso en otra. Esta es una ejecutiva de seguros, y se ríe mientras me cuenta que su marido es un tronco y jamás de los jamases se despierta cuando sus hijos lloran por la noche. Y que ya ha hecho tarde para cualquier otro plan. Tiene treinta y dos años.

Todas ellas trabajan, toman decisiones importantes por las mañanas, tienen que estar con la cabeza despejada y bien peinada, por no hablar de maquilladas y bien vestidas, para ganarse el pan de cada día. Ah, pero cuando suena el teléfono de la guardería salen disparadas. Por las noches velan a los niños enfermos y entremedio las conocen en todas las farmacias de un kilómetro a la redonda de sus casas.

De quién es la culpa de que nos hayamos convertido en una mala copia de esas madres nuestras a las que tanto hemos criticado? Digo mala copia porque no somos como ellas. Nuestras madres tenían asumido que su tiempo no existía, era todo para dedicarlo a los demás. Nosotras, en cambio, seguimos necesitando espacios propios para subsistir en esta jungla, para no ponernos a chillar cuando les cambia el humor a nuestros hijos y lo tiran todo por los aires, para conservar la calma cuando al marido le dan las dudas existenciales. Incluso para consolar a un padre o a una madre que ya no encuentra su sitio entre nosotros.

Ahí va eso. Yo creo que la culpa es nuestra. Y los otros se dejan querer. Ponte que el que pariera fuera tu marido. Después de acostumbrarte a que la barriga la sufriera y gozara él, el parto pasara por su vagina, y el amamantamiento no le dejara dormir durante los primeros cuatro meses, dime sinceramente, no dejarías que siguiera la tendencia? Quién podría romper esa inevitable cuestión de amor paterno si no fuera él mismo?

Por cierto, de eso va el libro que quería comentar también. Se llama Historia de un matrimonio, de Andrew Seen Greer, y sólo daré un detalle al respecto. Pearlie Cook, la prota, recorta las noticias malas del periódico antes de que su esposo lo lea por las mañanas, no se le vaya a agriar el desayuno.

11 comentarios:

MOHRENWITZ dijo...

Manuela te noto pelín hastiada...
Como en todo en la vida, el equilibrio es fundamental. En todos los casos que narras el desequilibrio es evidentísimo: una parte de la pareja sufre un desgaste emocional terrible mientras la otra parte se dedica a verlas venir. Espero y deseo que no sea tu caso.

Por lo demás estoy de acuerdo contigo en lo de que os engañaron con lo de la igualdad. Cuánto daño han hecho las feministas de pro!!!!!

anouk dijo...

la culpa de lo que nos pasa muchas veces es nuestra, es más ,la mayoria de las veces es nuestra.¿x q protegemos a nuestros maridos de esa manera tan maternal? ¿me quieres decir que porque un tío hecho y derecho , con dos niños, se encuentre en la crisis de los 40 no le podemos comunicar que a nuestro hijo lo operan? Ellos se aprovechan de lo responsables y de lo perfeccionistas que son las mamás de hoy en día, perfectas en su trabajo, monas y pendientes de sus esposos y de sus hijos Y sus esposos son éso, maridos y no hijos.Y como maridos hay que tratarles .Y como padres hay que tratarles .¿cuantas veces hemos pensado que ése inutil de 40 años que vive sólo y no sabe hacerse la maleta ni una tortilita es así porque su madre le sigue haciendo la tortillita y la maleta?pues chicas, apliquemonos el cuento con los maridos,no son inútiles , seguro que profesionalmente con muy buenos ¿y por que no lo tienen que ser en casa , con los niños?Nos hemos planteado que muchas veces no les dejamos serlo y que ellos se acomodan?????¿hay alguna dificultad fisica que impida que un papa se levante por la noche a atender a su bebé ?? o muchas veces el impedimento es "deja, que ya voy yo"?

Carlos dijo...

Lo que faltaba, que encima os sintáis culpables..... (qué es algún tipo de masoquismo judeocristiano, responsabilidad marina????) En fin chicas animos. Por otro lado no todos los hombres son/somos iguales podría comentarte muchos casos en contrario.

Rosa Chover dijo...

soné hastiada, Mohren? quería sonar furiosa!!! yo dormir duermo poco, pero mi marido apechuga conmigo en eso, no pegamos ojo últimamente! no obstante y sin entrar en el terreno más personal, es que los hombres tienen menos iniciativa que una patata... en esto de los niños, me refiero... qué bueno Carlos que haya otros puntos de vista, a mí me gusta que los hombres opinen y se mojen, y me consta que los hay sacrificados como tú dices, pero chico qué poquitos son y qué poco ruido hacen... ojalá cunda el ejemplo!

MeGustaSerMama dijo...

Pues por llevar un poco la contraria, no puedo decir lo mismo.Vaya ejemplitos y vaya ejemplares los que mencionas...Ya les vale!! En mi caso no es así. De hecho mi marido está ahora de viaje y noto muchísmio su ausencia en el terreno "práctico". No son lo mismo 4 manos que 2.

Rosa Chover dijo...

qué esperanzador para la raza del futuro, mamá reciente... espero que tu tendencia se confirme!

Jo Grass dijo...

Me sumo a la idea de "esperanzador..." después de leer el comentario de la mamá reciente.

Yo conozco muchos más casos como los que relatas, es más, también he sido protagonista y ese tipo de cosas multiplicadas por infinito y más allá tuvieron un 80 % que ver en que me separara del padre de mi hija.

Años más tarde he podido regozijarme escribiendo una novela que toca el asunto con grandes dosis de ironía y bastante humor porque, la cruda realidad no lo es tanto y, las mujeres luminosas, estupendas, profesionales y madrazas lo tenemos bastante complicado porque la mayoría de los tíos no están por la labor.

Besitos

Anónimo dijo...

Aisssh, pero que razón tienes Manuela... el problema es que llega un punto que ya dejas de enfadarte, de gritar o de tener broncas y acabas haciendo tu las cosas... cuando yo todavía me reconcomía con este tema recuerdo que pensaba que al principio los hombres se "acojonan" cuando ven ese pequeño trozo de carne que es su hijo, al que no saben como manejar... y respiran aliviados al ver como tu instinto maternal se despliega para protegerlo de todo, cuando van sobre los 3 y 4 años comienzan a verlo con otros ojos, pero claro, entras en la fase de... "es que lo proteges demasiado"... por lo que pasas a redoblar esfuerzos aunque tu pareja te eche una mano siempre atenta a que quiere decir él exactamente con esa frase... y cuando se hacen más mayores, y empiezan a tener su espacio y su personalidad que frecuentemente colisiona con tu idea de la educación, los padres encuentran el resquicio por donde recuperar a nivel práctico su amor de padre .... en fin, complicado de narices.

También es cierto como ha dicho Carlos que muchos se implican en el mismo instante que ven al bebé en el nido e incluso pringan más que las madres, que se dejan llevar... vamos, que conozco a varios que se lo curran bastante.

Como dice Moherewitz la idea es llegar a un equilibrio, pero ja, que dificil es.

Cris

Rosa Chover dijo...

Jo, cuéntanos cómo se titula tu novela!!! y Cris, muy de acuerdo con la acusación de que los sobreprotegemos, quizá sea cierto y sino fuera por ellos ni siquiera se harían nunca ni un coscorrón, que también tienen que caerse... pero bueno ese término medio en que dicen está la virtud vaya usted a ver si lo encuentra...

Jo Grass dijo...

La novela circula en busca de editor. Tiene como título provisional ( eso podría cambiar por la editorial) " De Lagartonas y Peter Panes", y no deja de ser un fiel reflejo de los modelos de relaciones y familias en la sociedad actual, así que algo de lo que describes en este post tiene protagonismo en ella, pero tratado con mucha ironía y por supuesto con humor; para el drama ya está la vida diaria y yo he descubierto en la escritura una nueva diversión. En la categoría "Around writing" de mi blog hay referencias al texto.

besitos

Rosa Chover dijo...

suena bien, Jo, ojalá podamos leerla pronto, en este mundo si algo hace falta es un buen chute de humor, pragmatismo e ironía...