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lunes, 2 de febrero de 2009

De qué duda Meryl Streep?

Empiezo por advertir que no tengo un buen día. El fin de semana ha hecho un tiempo horrible, con lluvias y cielo encapotado permanentemente. Mi garganta se ha ido al carajo y apenas puedo susurrar palabras mientras toso y me saco mocos. Mi hijo se ha despertado a las seis y media invariablemente, con la pereza que me da entretenerle a esas horas y hacerle entender, otra vez entre susurros, que no son horas de levantarse porque aún es de noche, que tampoco puede venir a nuestra cama porque no quiero que lo convierta en un hábito a esas horas, y que si su madre ni le habla ni le canta no es porque no le quiera ya, sino porque se ha quedado con las cuerdas vocales inservibles de forma momentánea y pasajera. A ver quién se lo hace comprender eso a un bebé.

Pero antes de llegar a este estado deplorable, tuve tiempo de ir a ver Doubt el viernes, o La Duda. Con una Meryl Streep que está absolutamente de oscar mientras encarna a la madre superiora perfecta, y un Philip Seymour Hoffman que confirma todos mis presagios de que los hombres, curas o no curas, se toman la vida mucho más relajadamente que nosotras.

Mientras yo me agobio a cada sollozo de mi hijo, debatiéndome entre si soy una buena madre o soy una madre horrible, mi marido piensa que es un bebé y que los bebés lloran por todo y para todo. Mientras yo me miro la barriga fofa y me pregunto si algún día podré volver a lucir un vestido como los de la noche de los Goya, sin tener yo el glamour y demás atributos de Leonor Watling, mi marido se come unas tostadas con membrillo y camembert aderezado todo con un buen vino blanco.

Y así podríamos seguir in eternum. Por qué querremos ser pluscuamperfectas? Es más, por qué nadie habrá decidido que tenemos que serlo y además exigírnoslo?

Pues bueno, yo a lo que iba. Meryl quiere que todo en la escuela de los años sesenta que regenta salga a la perfección, que los chicos sean responsables, que no hagan trastadas, que utilicen lápiz y no bolígrafo, que sigan sus horarios, en definitiva, que la disciplina sea su ley. Seymour Hoffman quiere jugar con ellos, quiere llevarles a beber whisky de vez en cuando, quiere que piensen... Y en estas que se les coló un negro en la trama. Niño negro de suburbio que quiere ser sacerdote, como su mentor.

Meryl, tan segura de sí y de sus procedimientos, es la guardiana moral de la estructura social en la que viven esos niños. Philip es el amigo de los niños. Alguien recuerda Del amor a los niños, de Arcadi Espada? Pues eso. Meryl es temida. Philip emulado.

En ese cuadro cerrado y hermético, quién le negaría un poco de amor a ese niño negro, aislado y discriminado por sus compañeros? Dónde está el límite entre el amor, el respeto, la comprensión, la protección, y la confusión?

Y lo más importante para mí. De qué duda Meryl Streep?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

soy el marido. y debo decir que la barriga de manuela no está mal. y que mi queso era un brie

Anónimo dijo...

pues yo añado que a mi Leonor no me gustó nada en los Goya.Y que aunque no conozco a Manuela seguro que es una mujer interesantísima .

Tambien añado que MERYL S. es una excelente actriz , bordó su papel en Memorias de Africa , un papel de mujer batalladora, segura, valiente , sin miedo...