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miércoles, 18 de febrero de 2009

Segregación sexual

Cuando yo salía de mi colegio de monjas hacia un colegio mixto, con mis catorce añitos, y lista para iniciarme en la vida moderna y no ser una mojigata al llegar a la universidad, ese mismo colegio del que me aparté inició igualmente sus andanzas hacia el mestizaje de sexos. Empezó a admitir alumnos desde los primeros cursos para llegar hasta los últimos.

En mi nuevo colegio habían hecho el camino inverso, así que para cuando entramos las diez féminas en mi clase, lo demás eran machos en plena adolescencia y llenos de granos, y que nos triplicaban en número. O sea, que salíamos a tres muchachos cada una de nosotras. Lo cual era genial porque nos acogieron con tanto entusiasmo que sólo tenías que levantar un dedo para que te ayudaran con las odiosas matemáticas y los dibujos a rotring. Había verdaderos cocos para todas estas cosas en mi clase.

En el primer año aproximadamente la mitad de las diez que habíamos entrado en esa clase ya teníamos un novio allí dentro. Las otras no sé, quizá fueron más listas y se dedicaron a flirtear con los tres que les tocaban por cabeza. Pero nunca se lo he preguntado. Algunas cambiaron de novio con los años, pero yo me quedé con el mio, que para eso era el mejor.

Así que de un plumazo me convertí en una adolescente no problemática, con la vida sentimental resuelta por un rato y con las asignaturas más difíciles para mí, las técnicas, resueltas por mis amables compañeros. Para una hija única, no estaba nada mal.

Bien. Pensé que esa etapa estaba superada, y que ahora chicos y chicas compartían las aulas con normalidad y en porcentajes no de uno a cien, como nosotras -que ya te digo, tenías sus múltiples ventajas-. Y cuando estábamos precisamente en éstas, leo una noticia que me deja estupefacta: en Salamanca el colegio Montesori -concertado ergo religioso de corte católico- ha decidido dar marcha atrás y volver a separar a sus alumnos. Las chicas en el A y los chicos en el B. B de burros, porque la razón que han aducido, entre otras, es que ellos obtienen peores resultados académicos y prefieren trabajarles los puntos débiles por separado. Para no entontecer a las alumnas, siempre aventajadas se sobreentiende.

A qué alterarse? CIU en Cataluña tiene un proyecto para separar a los inmigrantes recién llegados -y quizá no tan recién- en aulas diferentes de las del resto de alumnos, de modo que puedan conseguir la inmersión en cultura catalana antes de ralentizar el aprendizaje del resto de la clase. Así se hace, separar para integrar.

A mí lo único que me sabe mal es por mi hijo. Si estos fenómenos de segregación sexual y racial/cultural se extienden, se va a perder las mieles del ligue de pupitre a pupitre. Por lo demás, me saldrá nacionalista radical. Lo normal dadas las circunstancias.

Eso por no hablar de casos como el de Marta Castillo en Sevilla. Si no dejamos que convivan naturalmente ni en las aulas, conseguiremos que se miren como marcianos en el recreo.

4 comentarios:

MOHRENWITZ dijo...

Que barbaridades se proponen hoy en día. No sé si la educación que recibimos hubiese sido mejor si las niñas hubiesen formado parte de nuestro universo escolar. Probablemente si, me basta con mirar a mis hijos.

Cualquier retroceso en educación o convivencia no puede suponer más que eso, un retroceso. Si además la propuesta viene de cabezas pensantes tan iluminadas como las de la dirección de un colegio de curas, o las de nacionalistas catalanes, poco más hay que decir.

Coincido con Manuela en lo de mi novia adolescente, también me duro un montón de años y también la recuerdo como una chica formidable.

Irene dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Irene dijo...

Yo no soy partidaria de la segregación sexual ni de ningún tipo. Dicho esto, si que he oido que en muchos paises por ejemplo Dinamarca, pais avanzado en igualdad donde los haya; se han planteado la separación en el colegio entre niños niñas. El motivo es que en los primeros años las niñas avanzan más rapidamente y en los últimos años es al revés, los niños, para en teoría al final llegar al mismo punto. Y creo recordar que dependiendo de las materias los niños y las niñas tienen una evolución distinta. Este es el argumento, a mí me parece muy valido y a tomar en cuenta, pero de ahí a separar en distintas aulas a los infantes, va un abismo, se pierden como dice Manuela muchas otras cosas. Se podría plantear de otra manera, como separarles en momentos puntuales con profesores de apoyo o creando diferentes niveles en clase pero sin dejar que los niños/as se relacionen con normalidad.

Anónimo dijo...

me parece muy interesante lo que dice Irene, en cualquier caso y como veo poco probable que podamos llegar a ese nivel de detalle en la educación española, al menos no en la mayoría de colegios que carecen de tantos recursos como para hacer subgrupos según materias etcétera, creo que hay más ventajas que desventajas en mantenerlos juntos, y que es importante que aprendan a convivir, la escuela son conocimientos pero también es escuela de vida...

Manu