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lunes, 19 de enero de 2009

Cuando ella me encontró

Un padre judío está tratando de enseñar a su hijo cómo es el mundo y las personas que lo habitan. Para ello, decide ilustrarle con una enseñanza rápida y efectiva. Le lleva a la escalera de su casa, y le coloca en el primer escalón. El padre se sitúa un nivel por debajo, le abre los brazos y le anima a saltar. ¡Salta cariño, que papá está aquí para cogerte! ¡Confía en mí! El niño, confiando en los fuertes brazos de su padre, salta de un brinco sobre su papá. Después le coloca en un escalón superior, e igualmente le anima a saltar. ¡Salta valiente, confía en tu padre que te quiere! El niño duda, porque la distancia es más considerable que la anterior, pero aún así salta de nuevo, y de nuevo su padre le abraza antes de que llegue al suelo. Así siguen hasta el quinto escalón, desde donde el suelo dista ya casi un metro. Pero el niño ya no tiene ni que escuchar la voz de su padre para saltar, le basta con ver sus brazos esperándole para lanzarse al vacío. Sin embargo, esta vez su padre se aparta un segundo después de verle saltar, de modo que el niño se pega un gran leñazo, se rompe un par de dientes y se parte el labio superior. Desde el suelo y todavía paralizado por el susto, consigue preguntarle a su padre, que sigue ahí inmutable: Pero papá, ¿por qué te apartaste? Simplemente, el niño no puede creer lo que le ha pasado. Para que sepas, hijo mío, que no tienes que fiarte ni de tu padre.

Así comienza la última peli de Helen Hunt. Y digo que es de ella porque lo es en todos los sentidos. La ha escrito, dirigido y protagonizado, lo que se dice un papel a su medida. Y lo es, porque está magnífica. Un poco demacrada por los años, y porque no utiliza apenas maquillaje ni trucos para esconder unas arrugas que la ponen por encima de los treintaynueve años que tiene su protagonista. Claro que, puestos a elegir un personaje que encaje con tus posibilidades, yo también me hubiera quitado cuatro o cinco añitos, que es lo justo para que no se note y quedes de lo más bien.

Digo todo esto, pero no me he preocupado en saber qué edad real tiene la Hunt. Da lo mismo. El caso es que, como ayer me comentó una amiga, llega un momento en tu vida, pasados los treintaycinco, en que tienes que elegir entre cara o culo. Me explico. La que tiene un buen cutis y poca arruga, tiene el culo más gordo. Y Helen luce un cuerpo extraordinario, sin un mal gramo de grasa que le asome por debajo de la camiseta.

Su personaje se acerca peligrosamente a los cuarenta. Ha elegido un marido judío, como ella, pero con quince años de edad mental. Tiene dos madres sucesivas, un hermano, ningún amigo y un posible novio que ya pasó antes por las manos de Bridget Jones. Te acuerdas del abogado Darcy? Este chico se ha especializado en papeles de novio formal, pero al menos aquí no parece un memo sino solamente un neurótico. Eso sí, los dos protas masculinos resultan algo fondones para su edad.

Helen es, por supuesto, la más cuerda, racional e inteligente de todos los personajes. A excepción quizá de su hermano y de Salman Rushdie, el ginecólogo que la visita y trata de embarazarla por diversos medios. Pero son personajes más bien ocasionales.

Puestos a elegir peli que a una le gustaría escribir, ésta sería de mis favoritas.

1 comentario:

Unknown dijo...

Me encanta el título de tu blog :)
Yo soy de las del culo gordo. Ahora bien, mi cutis es la envidia de los Querubines jaa jaaa
A Helen Hunt la descubrí en "Loco por ti", una serie que me entretuvo bastantes ratos.
Todas,(y todos),normalmente, cuando son dueños y señores de la película, procuran quedar bien.
Recuerdo a Barbra Streisand en "El Principe de las mareas" o algo asi.
El prota Nick Nolte, le decía lo bella que era cantidad de veces.
Saludos.