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miércoles, 25 de marzo de 2009

la mirada de Los Otros

Ayer iba a tirar una colilla desde mi balcón a la calle, pero me detuve a pensar que eran las seis de la tarde y por la acera pasaba gente, así que aparte del inconveniente de que les pudiera caer en la cabeza, estaba la sensación de que alguien, también desde su ventana, pudiera estar observándome a mí. O sea, que no la tiré y esperé a que se hiciera de noche. La nocturnidad tiene muchas ventajas.

Los ejecutivos de AIG, la aseguradora americana que el año pasado fue salvada de la quiebra por el Gobierno americano, han renunciado a las cuantiosas primas que recibieron de la compañía por su mala gestión, primas comprometidas antes del desastre pero cobradas después. Bueno, han devuelto los cheques los que viven en USA, que no los que viven fuera de allí. Y el caso es que la semana pasada se organizó un amable bus turístico por parte de los afectados de AIG, que decidieron hacer un tour y apostarse en las verjas de entrada de las suntuosas viviendas de esos ejecutivos, y gritarles 'ladrones devuelvan nuestro dinero' durante varias horas. Ayer lo contaba Julia Otero en su programa de radio.

Otra historia es la que aparece en el blog de Lourdes Garzón, directora del Vanity Fair en España, este mes, a propósito de Living it up. Viviendo su vida fue una peli de los años cincuenta que trataba de cómo un enfermo terminal, Homer Flagg, es contratado por un periódico para vivir con él los últimos días de su vida y acompañarle en ese triste trance con todos los lujos posibles, pagados por el Chronicle claro, a cambio de la exclusiva. Lo triste se vuelve tragicómico cuando el médico descubre que todo ha sido un error y que, en realidad, Homer está sano como una rosa, así que todos deciden continuar con la farsa y sumar beneficios, el primero el moribundo Homer. La gente asiste al espectáculo y pica desde el principio en la historia, aunque después empieza a impacientarse, porque el enfermo dura mucho para su gusto.

Pero Jade Goody no ha sido una película, mal que nos pese se ha muerto de verdad. Y su quimioterapia y sus deseos de última hora, sí eran los de una enferma de 27 años cuya vida se extingue. Así que ahora todo el que criticó a esta celebrity del Gran Hermano, por racista por vulgar o por soez, la alaba en primera persona, incluido el Primer Ministro británico. Y el clamor popular se hace eco de una gran decisión como la suya, la de dejar esa fortuna que los medios le habrán pagado, y que algunos cifran en 4 millones de euros, a sus dos hijos de 4 y 5 años, para que no tengan la vida 'de mierda' que tuvo ella. Ella, que parece encarnar todos los fracasos del sistema social y educacional británico. Descanse en paz, aunque me temo que ni después de muerta se ha terminado el show que ha montado su agente, el multimillonario Max Clifford.

Así que he llegado a la conclusión de que la mirada de los otros determina nuestras actitudes, nos perfila, nos da forma color y esplendor o nos destruye y nos anula. En Mujeres Desesperadas, una de mis series favoritas de TV, a falta de cable, unas mujeres están pendientes de otras en esos barrios norteamericanos tan sofisticados y llenos de glamour. Pero, acaso no somos todos iguales en esto de perseguir las miradas y las opiniones que Los Otros tienen de nosotros mismos?

1 comentario:

Anónimo dijo...

El otro día leí no se dónde instrucciones para ser feliz, y una de ellas me hizo gracia: escribe una lista de todas las cosas que no te gustan de ti y luego tírala :)