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miércoles, 8 de abril de 2009

el placer del diván

En el primer trabajo que tuve, mi compañera de despacho y yo fantaseábamos con la idea de que Oliver, nuestro jefe, no irrumpiera cada media hora en nuestro habitáculo sin pedir permiso ni llamar a la puerta, como si fuera un ciclón, y nos enviara las instrucciones de lo que quería que hiciéramos por escrito. Un papelito deslizado por debajo de la puerta hubiera estado bien. No imaginábamos que nuestro sueño estaba a punto de cumplirse del todo.

Hoy en día, cuando le tienes rabia a un compañero de trabajo, no hace falta que le pidas a la cara un informe o le des un aviso. Puedes enviarle un mail aunque esté a dos minutos de tu oficina. Y lo mejor es que no se lo suelen tomar a mal. Cosas del progreso.

Después hemos ido mucho más allá. Ya no hace falta salir al super para hacer la compra. Ni tocar un mueble con tus manos antes de encargarlo. Ni reunirte con tus colegas de Amsterdam cuando puedes llamarlos por videoconferencia.

Sin embargo, qué hubiera sido de Woody Allen o de Tony Soprano sin el diván? Cómo montar una escena tragicómica con tu psicoanalista, si está al otro lado de la web? Es mucho menos visual. Y no sé qué tal sea de efectivo. Pero también hoy es una realidad. Puedes psicoanalizarte por internet.

Así que, se acabaron los desplazamientos incómodos y aparcar el coche en casa de tu psicólogo. Desde tu domicilio o desde tu oficina, todo lo que necesitas es una conexión a internet y una silla desde donde cómodamente le cuentes tus fobias y tus inquietudes. Y según leo, es online, o sea que con suerte hasta te puede ir respondiendo a modo de charla. Claro que, los psicoanalistas no se caracterizan por hablar mucho, sino por cobrar y apuntar, cobrar y apuntar. Al menos en las pelis. Pero hablar hablar... hablas tú. Como dice Jorge Añón, psicólogo de Buenos Aires, para El País, "No se trata de curar nada, sino que la cura es una consecuencia derivada del conocimiento de uno mismo".

A mí ya me queda futurista todo esto. Vale que el jefe te reclame los deberes por escrito. Vale que felicites a una conocida su cumpleaños por el facebook, en vez de descolgar el teléfono. Pero el placer de pillar un buen diván y, de vez en cuando, interpelar a mi psicoanalista para ver si me está escuchando atentamente, a ése no renuncio. Ni a un buen libro de papel tampoco, por cierto.

Buena Pascua!

6 comentarios:

Alhy dijo...

Me resulta curioso que la gente que nunca ha hecho terapia, se imagine que las sesiones son tal y como se retratan en las pelis: oséase, con diván, psicoanalista en pose "el pensador", cuadernito de apuntes y divagaciones/incontinencias verbales varias interrumpidas por preguntas ocasionales.
Quiero pensar que los psicoanalistas de hoy día, por muy clasicos que sean, son un poco menos fobicos que Freud (la idea del diván no fue por sus pacientes, sino porque su timidez le impedia mirarlos a la cara).

Afortunadamente, hay muchos tipos de terapias (yo que me he formado en la gestalt, no tiraria del psicoanalisis. Y de hecho hago terapia con una gestáltica) pero todas, bien seas freudian@, jungian@, conductista o conginitiv@-conductual, requieren del contacto directo con el paciente. Bastantes fobias y resistencias hay ya, como para encima apoyarlas y mantenerlas a través de la pantalla de un ordenador.
Tenemos cada vez mas miedo al contacto y este mundo tan fast-food nos enseña que todo tiene que ser rapido, facil y superficial. Pero la terapia, ni es rapida ni es facil y ni mucho menos es superficial. No tiene nada que ver con tomarse una pastillita. Requiere esfuerzo, compromiso y mirar de frente tu lado oscuro sin pestañear.
La gente que hace terapia on line se engaña a si misma. Pero los psicologos oportunistas que se prestan a ello, ya no tienen nombre...

¡Felices vacaciones!

Kisses desahogados ***

Pd: crucemos los fingers para que los sueños se cumplan ;)

MOHRENWITZ dijo...

Deshumanizar algo tan sensitivo como la salud es complicado. Lo de sanar, ya sea el cuerpo o la mente, requiere de un componente humano que considero vital.
En este nuevo mundo virtual tratamos de restar importancia al valor terapeútico del contacto, de una conversación, de una mirada firme de tu médico a la hora de transmitirte un diagnóstico, olvidando que sin todo eso, desvirtuamos la prescripción, generando en el paciente una desconfianza que merma el efecto de la cura, en tiempo y en calidad.

Hace falta más tiempo para uno mismo y más tiempo para los demás. Si además hablamos de salud, ese tiempo es fundamental. A través de una pantalla de ordenador curarte es muy difícil, aunque coincido con Alhy, simepre hay listos que ven negocio en la desgracia de los demás.

Rosa Chover dijo...

pues chicos, no coincido con vosotros por esta vez... yo sí he hecho terapia de diván y me gustó mucho la experiencia, además de ser muy útil, como es de esperar ahora me llevo muy bien con la terapeuta, se la he recomendado a un montón de gente y es una tía muy muy humana, al principio hablábamos cara a cara, y después de un tiempo ella decidió que yo ya estaba preparada para tumbarme mirando al techo y libreasociar ideas en mi cabeza que fueran fluyendo sin mirarla a ella, habrá quien piense que eso no funciona, pero a mí me funcionó, y se parecía mucho a escribir un diario, vas hablando y hablando y tu cabeza, no se sabe cómo, relaciona cosas que no sabías ni que estaban ahí almacenadas... ya digo, gran gran experiencia, nunca lo hubiera imaginado, era una hora a la semana de paz y tranquilidad en que me psicoanalizaba a mí misma pero con la ventaja de alguien que me escuchaba, tomaba notas (en una libretita) y después algún día me recordaba 'pero usted el día tal dijo que...'. Y eso, al principio yo pensé 'vaya tomadura de pelo, pero si sólo hablo yo...' y con el tiempo mi terapeuta cada vez intervenía más, incluso me interrumpía, me daba su punto de vista, me decía en qué teníamos que insistir... en fin lo dejé porque me faltaba tiempo, pero por mí podría psicoanalizarme toda la vida, eso y un gimnasio al día y quedas como nueva!
En cuanto al terapeuta por internet, bueno no me parece la mejor opción, pero sí creo que es mejor que nada, para gente que no tenga tiempo o esté en una ciudad de otro idioma que no entienda... escribir siempre ha sido mi mejor terapia, y la libre asociación de ideas dejando que los dedos escriban lo que les dé la gana me ha sorprendido muchas veces... lo recomiendo, con o sin terapeuta!

MOHRENWITZ dijo...

De acuerdo Manuela, hay situaciones en las que cualquier contacto puede ser válido. Pero de ahí a darles valor terapéutico hay un abismo. Existe una primera fase en la que es imprescindible el contacto físico, al menos el visual y en persona.
Me cuesta imaginarme contando mis problemas a través de webcam. Como tampoco me imagino compartiendo un buen whisky o tomando un café. Debo muy antiguo.

Rosa Chover dijo...

estoy de acuerdo en que es importante mirarse a los ojos, ver cómo reacciona la persona, cómo se expresa, qué movimientos hace con el cuerpo cuando habla, si tiene tics, etcétera, pero de todos modos habrá quien no se atreva a ir a una sesión y en cambio no le cueste tanto expresarse por escrito, quizá no lo veo tanto como terapia única pero sí combinable sesiones con presencia física con sesiones por internet... yo también estoy muy antigua no creas... no compro nada que no vea físicamente y toque con mis manos antes...

MOHRENWITZ dijo...

Indudable lo de que en tu caso, dejar que la libre asociación de ideas fluya a través de tus dedos reflejando en tus textos lo que piensas o sientes, funciona. No sé si como terapia o no, pero es evidente que lo haces bien.
Por otra parte, esa gente de la que dices que no soporta un cara a cara para aliviar sus penas, probablemente pueda aprovechar internet, pero con toda seguridad lo que necesita es un buen diván.