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lunes, 23 de marzo de 2009

Ciudadana de primera

Miles de veces he cogido un metro y no he pagado el billete. Me da un poco de corte reconocerlo, pero en mi defensa diré que ahora pago religiosamente todos los servicios públicos que utilizo. Y no es que haya escarmentado a base de multas. Es que con los años he adquirido conciencia social. No sé porqué ni porqué no. Será madurez.

Pero en todos esos años en que no pagaba impuestos y no pagaba mis billetes de metro, encontrando en esos pequeños riesgos 'antisistema' un placer inusitado, nunca pensé que, de pillarme, me fueran a meter presa o algo parecido. Y eso que lo hacía fuera de mi país de origen, de expatriada. Más de una vez me cogió la policía, pero no pasó de una reprimenda y una multa ridícula. Ridícula si tenemos en cuenta la de veces que me salté la norma.

En The visitor uno de los protagonistas hace lo mismo que yo había hecho miles de veces, se salta un pago del billete de metro. Sólo que él lo hace por error y yo lo hacía voluntariamente. En cambio, a él lo apresa la policía, lo llevan a un centro de detención y de ahí lo acaban por deportar. Y todo por no pagar en el metro, como yo. La diferencia? Que él es sirio y reside ilegalmente en USA. Después del 11S. A mí, en cambio, me avalaba la ciudadanía europea. Sin más.

Los centros de detención de inmigrantes ilegales en USA son lo más parecido a una cárcel, pero sin garantías de que te quedarás en ellos ni mucho ni poco tiempo. En cualquier momento te trasladan de centro, y cuando menos te descuidas, sin juicio de por medio, te deportan a tu país de origen y santas pascuas. Richard Jenkins, el profesor de The visitor, ve cómo sus amigos musulmanes, los únicos seres humanos por los que ha conseguido interesarse desde que murió su mujer hace veinte años, son ninguneados por el sistema y tratados como criminales cuya única causa es residir ilegalmente en el país.

En Gran Torino, Eastwood es otro viejo asqueado del mundo y de las personas que le rodean, especialmente sus hijos y toda su parentela, y también ha perdido a lo único que parecía amar aparte de su coche y su perro, a su mujer. En este caso, un grupo de vietnamitas que han formado un gueto en su barrio de toda la vida, son los únicos que consiguen que vuelva a conectar y relacionarse con la especie humana mejor que con los animales.

Tanto Eastwood como Jenkins se dan de bruces con la realidad de un mundo que les rodea y que les había pasado inadvertido hasta ese momento.

Y yo. Yo no me había percatado de la suerte que tengo de poder saltarme las pequeñas reglas de la convivencia diaria, sin más consecuencias que las pecuniarias.

3 comentarios:

Blanchê dijo...

me lo he leído todo y la verdad
es que comparaciones como ésta podríamos sacar bastantes si nos paráramos a pensar en lo que tenemos/no tenemos , que pocas veces lo hacemos.
Me ha encantado la verdad..

muack

Rosa Chover dijo...

qué bueno Blanca, y bienvenida!!!

Anónimo dijo...

Muy buenas las películas y muy bueno tu post, cargado de razón y de empatia, como siempre.
Cris