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miércoles, 11 de marzo de 2009

La mano de una mujer

Esta madrugada, mientras yo cogía el sueño, un taxista jubilado en Murcia la emprendía a tiros con su médico y un conductor de ambulancia. La doctora seguía en estado de extrema gravedad hace dos horas, cuando leí la noticia. No entendí las razones del taxista, pero tenía 74 años y parece que no estaba de acuerdo con el diagnóstico.

Mientras llegaba al trabajo y me servía un café con leche, y escuchaba en las noticias que hoy es once de marzo, fatídica fecha desde hace cinco años, a las nueve y media un ex estudiante de Stuttgart también empuñaba su arma contra ocho alumnos y dos profesores de su antigua escuela. Parece que ya son once las víctimas. Once como el día de hoy.

Y por último, en Alabama hubo otro tiroteo indiscriminado. Así que hemos tenido para todos, para que luego digan que estas cosas sólo pasan en los Estates.

En medio de todo eso, no me quito de la cabeza la imagen de una señora, una señora de unos sesenta años, cerca de su próxima jubilación, que el once de marzo de 2004 pasaba cerca de Atocha, cuando escuchó una terrible y temible explosión. Sin comerlo ni beberlo, su rutina diaria se vio truncada por semejante experiencia, y aunque su integridad física quedó intacta, no fue así con la psíquica.

Los médicos que estaban atendiendo a las víctimas del atentado de Atocha no tuvieron más remedio que echar mano de los transeúntes que, voluntaria o involuntariamente, se acercaron a las inmediaciones de la masacre. Y le pidieron a mujeres como ella, mi mujer de sesenta, que cogieran de la mano a personas que estaban próximas a morir y no daba tiempo de trasladar a un hospital.

La historia no es mía. Es de Amando de Miguel, que esta mañana relató en la radio cómo un médico que atendió a los heridos y muertos del 11M hizo así con algunas de las señoras que pasaron por allí. Señoras, le insistió a Amando, y no señores. Para acompañar ese trance, el ser humano necesita de la mano de una mujer, le dijo.

4 comentarios:

Bis dijo...

Ufff, que terrible y a la vez qué hermosa la imagen de esa señora (o señoras)agarrando de la mano a un moribundo. Es un gesto tan simple y, sin embargo, posiblemente alivió, aunque fuera sólo un poco, a alguien a quien ya no le quedaba nada más. Ese pequeño gesto se habrá quedado para siempre grabado en la memoria de esta mujer..

Anónimo dijo...

Así nos hizo Dios, con más ternura que los hombres. Ellos tienen otras características maravillosas. Pero la ternura... no en vano tenemos el privilegio de traer hijos al mundo
Vicky

Anónimo dijo...

Coincido con vosotras, de los peores momentos de mi vida, algunos en el infierno, siempre he salido de la mano de una mujer. De una u otra forma, esa ternura de la que habla Vicky suple con creces el vigor de la mano de un hombre.

Max

Héroe de Leyenda dijo...

La historia de la muerte, tragedia, guerra etc. (es decir, la historia de la humanidad) abunda en hombres y mujeres que realizaron pequeños gestos más significativos que los actos "importantes".
Mujeres... le recomiendo (si no lo ha leido ya) Ensayo sobre la .ceguera, descubrirá a un personaje llamado "La Mujer del Médico."

Kisses. ;)